Los villanos de Hollywood y un asesino de carne y hueso

  Mientras se suspende el estreno de Batman en París y Warner retira el trailer Gangster Squad, una película que contiene una escena de un tiroteo en el interior de un cine, los efectos de la masacre de Denver comienzan a sentirse tanto en la campaña presidencial de Estados Unidos, como en los miles de […]

Los villanos de Hollywood y un asesino de carne y hueso

Autor: Mauricio Becerra

 

Mientras se suspende el estreno de Batman en París y Warner retira el trailer Gangster Squad, una película que contiene una escena de un tiroteo en el interior de un cine, los efectos de la masacre de Denver comienzan a sentirse tanto en la campaña presidencial de Estados Unidos, como en los miles de jóvenes que se niegan a ir a una sala oscura.

Con un casco, una máscara de gas y un chaleco antibalas, vestido como el villano de la última entrega de la saga fílmica de Batman, James Holmes, de 24 años, entró pasada la medianoche por la salida de emergencia de la sala 9 del cine Century 16, en la localidad de Aurora, en Colorado, armado hasta los dientes. Holmes recorrió el cine hasta situarse delante de la pantalla en la que se proyectaba El caballero oscuro. La leyenda renace, la última entrega de la serie de Batman. Entonces, arrojó dos granadas de gas lacrimógeno y, aprovechando la confusión y la humareda, descargó varias ráfagas de fusil al aire, a modo de advertencia.

En muchas salas las entradas se habían agotado. Algunos de los seguidores más fieles del hombre murciélago habían acudido a los cines vestidos como sus héroes o villanos favoritos. Holmes seguramente pasó desapercibido entre ese carnaval, con su máscara y su chaleco, un atuendo parecido al de Bane, el villano de la película. A los reunidos en la sala 9 de los cines de Aurora, lo del gas les pareció primero un espectáculo montado por los dueños del cine, mera publicidad. Pronto descubrirían que las balas que habían de seguir eran muy reales. Holmes iba armado con un fusil de asalto, una escopeta y una pistola Glock. Con ellas, se paseó por la sala, desde la pantalla hasta la última fila, disparó a sangre fría contra los 71 espectadores, y abatió a aquellos que intentaban huir de forma desesperada.

Durante los casi 15 minutos en que Holmes se paseó por la sala, mató a 12 personas e hirió a 59. A algunas les apuntó con su fusil a la cara. En otros casos, disparó hacia la salida principal, donde se agolpaban algunos espectadores presas del caos y del pánico. Una de las balas atravesó la pared e hirió a una persona en la sala contigua. Algunos fallecidos eran soldados, según informó posteriormente el Pentágono.

James Holmes era estudiante de Neurociencias en la Universidad de Colorado, una de las especialidades más avanzadas en la investigación de la maquinaria del cerebro y de los resortes que movilizan la conducta humana. Sus compañeros de clase dijeron que era más bien callado y reservado.

Según la cadena de televisión NBC, Holmes se anotó en la carrera en junio de 2011, pero, al cabo de un año, ya estaba por abandonar sus estudios.

Tal vez sea precipitado intentar interpretar los mecanismos mentales del autor del atentado de Denver, pero no para indagar en la a fiebre de las armas y la paranoia institucionalizada en Estados Unidos. La masacre perpetrada este viernes en Denver, ocurrió a escasos 35 kilómetros de Columbine, el colegio secundario en el que dos adolescentes de 17 y 18 años acribillaron a 13 personas en abril de 1999.

En ese episodio, el más sangriento de su tipo en el estado de Colorado hasta la masacre del viernes, los estudiantes Eric Harris y Dylan Klebold abrieron fuego en la Columbine High School a la que concurrían, y antes de suicidarse en la biblioteca dejaron 13 muertos y 26 heridos.

El caso fue recreado en la película Bowling for Columbine, por el documentalista Michael Moore que muestra cómo el miedo, desplegado desde los medios de comunicación, estimula la avidez de los ciudadanos estadounidenses por el uso de armas. A tal punto que se pueden comprar hasta en un supermercado. Nada ha cambiado desde entonces: Holmes, el asesino de Denver, almacenaba en su casa 6.000 balas adquiridas por internet y diversos materiales para fabricar explosivos.

El gran tema de Batman (no sólo de esta película, sino del personaje, desde su inicio) es la psicopatía. El Guasón es el gran sádico de la cultura contemporánea, un personaje que hace el mal sin ninguna necesidad de justificarla política o filosóficamente. No es un antisistema ni siquiera un nihilista, un vengador o un hombre traumatizado. En todo caso, es un esteta del mal (sobre todo, cuando Jack Nicholson le puso el cuerpo al personaje), según la visión novelada de la psicopatía; poco más.

La serie completa de Batman parte de una gran utopía perversa donde la realidad transcurre en términos opuestos a los de una sociedad ideal: ciudad Gótica es una Nueva York en la que todo lo negativo está exagerado hasta el extremo. Oscura, húmeda, claustrofóbica y políticamente disfuncional. El poder en ciudad Gótica es corrupto y violento y los habitantes son insolidarios y apáticos.

Los medios han especulado con el hecho de que la máscara que Holmes utilizó para cometer la matanza era similar a la de Bane, el antagonista principal de Batman en la pantalla.

En el filme, Bane usa una suerte de casco que rodea parte de su cráneo cubriéndole además la nariz y la boca. El villano lidera a un grupo de asesinos que ejecuta un ataque con armas y explosivos en un estadio de fútbol colmado de personas. Además, lleva a cabo un ataque a la bolsa de valores, según las imágenes divulgadas por la productora de la película.

Pero los ataques en lugares públicos –como el que cometió Holmes– no se circunscriben a esta película: En Batman: The Dark Knight, el Guasón también atenta contra el alcalde de Ciudad Gótica en plena vía pública, destruye un hospital y coloca explosivos en dos ferries.

La agencia AP México asegura que existen otros paralelos entre el tiroteo de Colorado, las últimas dos películas y las historietas del superhéroe. Para comenzar, indica, lo que llevó a Bruce Wayne a convertirse en Batman fue presenciar el asesinato de sus padres luego de salir de una sala de cine.

En la tercera edición de Batman: El Caballero de la Noche de DC Comics, el Guasón mata con gas a todo el público en el estudio de un programa nocturno de TV. En la misma historieta, un hombre abre fuego en un cine que exhibe películas pornográficas tras ser despedido de su trabajo.

Más allá de la consternación del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, o de las condolencias de los estudios Warner y del resto de la industria hollywoodense, las causas apuntan a realidades mucho más complejas que buscar explicaciones en escenas de la cinta que dirige Christopher Nolan y protagoniza Christian Bale.

El problema de la violencia en Estados Unidos está vinculado a lo que cineastas como Gus Van Sant y Michael Moore plantean, respectivamente, en películas como El hombre elefante y Bowling for Columbine: es un asunto de personalidad, de educación, de permisividad para la adquisición de armas por internet, de crisis de valores y de un estado general de paranoia que se instaló en la sociedad norteamericana desde que el atentado contra las Torres Gemelas en 2001, mostró la vulnerabilidad del país más poderoso del planeta.

 Walter Goobar

 Miradas al Sur


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