Nuestra extraña TV

Nuestra tv es extraña, podría llegar a decir así sin temor a equivocarme que siempre lo ha sido: fanáticos, estereotipos del abc1, tartamudos, borrachos, patrones de fundo, irónicos, ácidos, imitadores, ignorantes, payasos, etc

Nuestra extraña TV

Autor: Director

Nuestra tv es extraña, podría llegar a decir así sin temor a equivocarme que siempre lo ha sido: fanáticos, estereotipos del abc1, tartamudos, borrachos, patrones de fundo, irónicos, ácidos, imitadores, ignorantes, payasos, etc. Tan estrafalaria es así esta mezcla que he llegado a preguntarme: ¿realmente lo que captan esas cámaras son el reflejo del que está fuera de ellas?, ¿realmente somos así los chilenos? O sea, por algo existe esta tv, por algún motivo hemos ayudado a darle esa estrafalaria forma. Bueno yo sé lo que a estas alturas se estarán preguntando ¿acaso esta no es una columna de cine?, ¿Por qué este tipo está hablando de la cajita idiota? Calma, no se disgusten, se conecta todo aunque no lo crean, o como suele decir un tarado de la tv: “todo calza pollo, todo calza”.

Y es que hace un tiempo atrás hacia mi habitual zapping nocturno, ese que suelo hacer antes de acostarme, en donde como al más puro estilo Indiana Jones, trato de hacerme con la más valiosa pieza del lugar. Y topo con uno de los personajes más detestados por los cinéfilos crónicos: Ítalo Passalacqua. El cual tras haberle puesto nota a su última película, se manda una frase para el bronce: “la verdad… hace tiempo que no hay nada bueno en cartelera, mejor no vayan”. Yo quedé pasmado, ¡cómo osa decir tal blasfemia!, ¡está atacando una de las cosas que más amo!, reconozco que la primera frase que salió de mi boca, casi sin pensarlo fue “viejo de ¡”•$%&”, pero después de hacer uso de mi lado picaresco por medio de un garabato. Tomé mis cosas, y me fui a dar una vuelta por el centro, con una sola idea en la mente: ¿Qué tan cierto es lo que dice?, y bueno, tras pasar por un conocido cine viñamarino, hasta me bajó el ánimo. ¡Tenía razón!

Antes de continuar quiero decir que soy un tipo alegre, y eso de la depresión en mí definitivamente no va, pero solo bastaron uno minutos observando cómo corría en las pantallas del cine las próximas funciones, para sentirme mal. ¡Qué paso con la cinematografía mundial!, ¡acaso acá en Chile es obligación ver solo cine de EEUU!, ¡y por quó las cintas cada vez parecen menos películas, y más algún taquillazo de Rainer Wolfcastle como Mcbain en los Simpson!, ¡o sea, que carajo es eso de “Cowboys vs Aliens”. Es como si en algún momento de la humanidad la gente creyó realmente a pies juntillos que el “dinero hace la felicidad”, por lo que mientras más efectos especiales, y más sonido digital a mayor potencia, más justificado estarán los pesos que gastamos para poder ver una película en pantalla grande. Es así como les pregunto ¿han visto alguna película de Sam Raimi, John Wayne, Jacques Tourner , George Romero, Wes Craven?, Bueno y es que llega un momento en la vida de todo cinéfilo en que gesta en su cabeza la idea “loca” de crear material audiovisual. Y aunque la mayoría desecha la idea pasado unas horas, otros se quedan con ella y terminan produciendo algo con escasos recursos, pero con muchas ganas. Esa es precisamente la historia del cine de serie B, como también la de directores considerados por muchos como genios actualmente, como Peter Jackson, el cual llegó a cumplir una de las aspiraciones de cualquier creador audiovisual: hacer su propia versión de un clásico, como es el caso de King Kong. O Craven, que pasmó a toda la generación ochentera, con su hijo predilecto: “Freddy Krueger”, bueno y para qué nombrar a Romero, que entre viseras de vaca, y ropa prestada de parientes, le dio al celuloide un legado que de nunca acabar, directamente desde el mito haitiano al mundo: los Zombis (Mito que por lo demás se explica de forma íntegra gracias a la cinta “The Serpent and the Rainbow” de 1988, ¡recomendadísima!), claro que hubo en su caso, otras películas antes, pero el maestro George le dio vida y forma a la leyenda, como ningún otro hasta el día de hoy.

Cabe destacar a partir de todo lo dicho que no soy un individuo que solo ve pelis en blanco y negro y VHS, o que pasa las tardes viendo “cine arte”, degustando solo piezas de Hitchcock o Kubrick. No, para nada, ¡me encanta ir al mismo cine que la mayoría!, y ver buenos blockbusters en donde hay más explosiones que guión. Con decirles que hace años pagué mi entrada para “The Fantastic Four”, con el único fin de admirar a Jessica Alba en mallas azules ajustadas, ¿Qué pasó en la película?, bueno parece que era una historia de cuatro tipos… había como una historia de amor… o algo así. Y ese precisamente es el problema del cine actual, ese que golpea nuestra cartelera nacional, y abarrota las estanterías de juguetes para los más pequeños de la casa. ¡No tiene historia!, no deja nada, es como que vamos al cine, vemos unos autos enchulados, mujeres preciosas a más no poder (e igual o más aun de enchuladas), explosiones, gente corriendo… y eso. No es malo que queramos todos pasar el rato, como ese “carrete” de fin de semana en donde nos tomamos unos tragos con amigos, nos reímos, y al otro día no sabemos qué carajo pasó (¿eso parece que lo he visto en alguna película?, ¿Aló “Hangover”), ¡está excelente!, o sea, el frenético mundo actual necesita con urgencia momentos de ocio, y relax. Pero también algo que nos haga volar, que toque el centro de nosotros, en donde aunque la sala esté llena a su máxima capacidad, aunque el molesto tipo de al lado se haya comprado el balde más grande de Popcorn, aunque pase todo eso, y más, podamos sentirnos conmovidos, ¡identificados! Con lo que se nos regala, ¡no todo es un bien de consumo por el amor a Troma!, o sea esto ya realmente parece estar transformándose en la “técnica de Ludovico”, aplicada a Alex hace años atrás (A clockwork orange de 1971), en donde las imágenes en movimiento buscan un amaestramiento, en donde no sintamos, si no solo obedezcamos. Es que estoy sumamente seguro que todos los que leen esta bitácora, todos, sin excepción, han sentido algún vez esa sensación que hace que el cine sea considerado el “7º arte”, y no se mientan, no hay que buscar mucho, no importa así si es una obra comercial o no, ya que la perfección se encuentra en la correcta mezcla de los ingrediente: “Rescatando al soldado Ryan” (1998), “Volver al Futuro” (1985), Avatar (2009), Matrix (1999), America X (1998), Titanic (1997), etc., y etc. Cintas hay muchas, el problemas es que en la actualidad, cada vez estamos menos seguros si estirar el billetito en la boletería, no sabiendo si lo que vamos a ver, “salvará” aunque sea la tarde.

Dicho todo esto ¿el cine está muerto?, ¿quedan cosas de culto todavía por crear?, ¡pues claro!, si tan solo es cosa de sumergir el cursor un poquito en Internet y hacerse con “Incepcion” (2010), del a estas alturas gran Nolan, para darnos cuenta que nos queda mucho todavía por ver. ¿Acaso no les gustó su versión de Batman?, ¡joder tío, pero si mola un mogollón! (bueno es que yo la vi en versión “coño”, aun así fue buena), pero por mientras, solo como consejo de un servidor, dejemos de ver bodrios como “Pryest” del 2011, ¡porfa! Es que no tenemos para qué torturarnos con eso. Después de todo recuerden que a más recaudación los GENIOS de EEUU ¡juran que están haciendo súper buenas pelis!, mientras que nosotros seguimos fomentando la tontera. ¡Serie B amigos míos, serie B ahí esta la panacea!, así que recuerden: La próxima vez que quieran pasar el rato por cualquier motivo, vayan al cine. Pero cuando quieran ver el mundo con otros ojos, y salir del sistema como los personajes del “Club de la pelea” (1999), entren a Internet y… busquen por ahí, les prometo que ingresando la frase “cine B” o “cine Z” en su navegador, encontrarán oro puro, se llevarán algunas sorpresas, o por lo menos se reirán como nunca en su vida. Aunque les recomiendo que es mejor que su polola/o, y su padres estén bien lejos ya que en una de esas no quedarán muy bien parados. ¡Nos vemos! (o eso espero…)

Por Luis Ramírez

Licenciado en Historia Unab

Texto externo, incorporado a este medio por (no es el autor):


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