“No le cuentes a mi madre que trabajo en un periódico. Cree que soy pianista en un burdel.” Un chiste de hace años. Entonces, los medios aún eran otra cosa, pero hoy esa amarga ironía tendría razón de ser. Lo que vemos, leemos u oímos en muchos medios informativos no es información.
La concentración empresarial global de finales de los ochenta alcanzó al sector informativo. El pez grande se comió al chico y la pluralidad de medios se redujo a imperios controlados por pocos. Según Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, un 75 % de medios de comunicación es propiedad de poderosos grupos, cuyo objetivo no es informar con veracidad.
La autonomía de los periodistas se sustituyó por el control de quienes poseen mayoría accionarial. Obtener dividendos no es razón prioritaria de tales grupos sino la única. Más la distorsión sistemática de la opinión publica en beneficio de su cuenta de resultados. Además, al primar las presuntas leyes del mercado, convierten la información en mercancía. Quiénes se han hecho con el poder de los medios informativos a golpe de talón buscan rentabilidad de su capital, no satisfacer el derecho a la información de los ciudadanos. Y también, poder.
Berlusconi, propietario de mayoría de medios informativos italianos, impune muñidor de la República de Italia y el grupo Fox de Estados Unidos son buena muestra de lo expuesto. Eric Alterman, profesor de periodismo en la City University de NuevaYork denuncia que “la cadena Fox de televisión no es un medio informativo; es una foco de propaganda ultra conservadora”. Y desvela que la Fox transmite ladinamente el falso mensaje de que Obama “promueve deliberada e implacablemente una agenda secreta para hundir el país y aumentar sin límite el control del gobierno sobre toda la vida de los estadounidenses”. David Axelrod ha abundado que los noticiarios de la Fox «no son realmente noticias sino propaganda. No se deberían presentar como noticias».
Muchos medios, altavoces de propaganda y persuasión, denuncian, por ejemplo, pretendidos ataques contra la libertad de expresión por quienes cuestionan el neoliberalismo. A este respecto, el profesor Aparicio Tovar (Universidad Castilla-La Mancha de España) denuncia que “la mayoría de medios creadores de opinión insisten en las penosas consecuencias para la democracia de las medidas de los gobiernos de Ecuador, Venezuela, Bolivia, Argentina o incluso Brasil. Esos presuntos peligros para la democracia son intervenciones que limitan al omnímodo poder económico de empresas, especialmente de comunicación. Pero tan altruista preocupación por valores democráticos raras veces les hace interesarse por la suerte de los trabajadores, de las personas corrientes para quienes tan dura es la vida en América Latina”.
Olvidan esos medios “poseedores” de la verdad que además de la libertad de expresión (derecho de todos no sólo de quienes controlan medios informativos) existe el derecho a la información, tan universal como el primero.
¿Cuántos medios dispensadores de patentes democráticas informan de que en Colombia han asesinado 28 sindicalistas este año? ¿Que ahí se asesina a líderes indígenas y se ejecuta extrajudicialmente? ¿Cuántos explican los llamados ‘falsos positivos’ por los que efectivos del ejército engañan a jóvenes con promesas de empleos, los asesinan, visten sus cadáveres con uniformes y los presentan como guerrilleros abatidos para cobrar las recompensas del gobierno? Los medios que critican con dureza a Bolivia, Ecuador o Venezuela, otorgan sin embargo patente de corso a la Colombia de Uribe.
Esos medios confunden libertad de expresión con impunidad empresarial, porque su lema es “pase lo que pase, pasará lo que queramos que pase”. Pascual Serrano ha documentado el ensayo “Información. Como los medios ocultan el mundo” sobre uso y abuso habituales de noticias-basura, engaños, ocultaciones y manipulación de hechos. Para que los ciudadanos no sepan en que mundo viven y para ocultar alternativas de otro mundo posible.
Mucho de lo publicado o emitido no es información; se viola el derecho a recibir información del artículo 17 de la Declaración de Derechos Humanos. “Quien controla la información controla la conducta cotidiana de la gente, controla la vida” denuncia Mayor Zaragoza, ex director general de UNESCO. El cuarto poder desapareció.
Hay que enfrentarse a la tiranía mediática de esos grupos de comunicación.
por Xavier Caño Tamayo
El Ciudadano