Repleto de belleza por donde se le mire, preciado, tesoro vivo tangible y brillante, cargado de connotaciones. El cuerpo es mucho más que un mero objeto al cual se le rinde culto por medio de consumo, consumo y más consumo.
No resulta complejo darse cuenta de cómo en las sociedades contemporáneas, el cuerpo está vinculado en las finalidades de producción como soporte económico, como principio de integración psicológico a partir de la visión de las propias personas y como una estrategia más a nivel político, es decir, de control social.
En la cultura de masas hay un culto a la higiene, a las dietas, a lo terapéutico. Todo esto observado a través de la publicidad, la moda, la alimentación, etc. Una obsesión por la juventud, por la elegancia y la perfección. Por ejemplo, cientos y miles de personas realizan diariamente tratamientos y regímenes de belleza demostrando que el cuerpo, es el objeto más bello para el consumo.
Según el sociólogo, filósofo y crítico francés Jean Baudrillard, en una sociedad capitalista, el estatuto general de la propiedad privada también se aplica al cuerpo y la representación mental que se tenga de eso. Sin embargo, en un sector tradicional con personas dedicadas al campo, no se observan investiduras narcisistas ni percepción especular del propio cuerpo, es más bien una visión mágica, inducida por el proceso de trabajo y la relación con la naturaleza.
De acuerdo a una visión de cuerpo como capital y cuerpo como fetiche, en ambos casos, lo importante es que, lejos de negar u omitir el cuerpo, al sujeto, lo afecta psicológicamente e invierte sobre él, destaca el teórico Baudrillard en torno al cuerpo.
Ahora bien, de acuerdo a la publicidad, el cuerpo sería un signo que representa lo que la campaña publicitaria quiera transmitir, transformando esto en un objeto más cuya función es difundir un mensaje que influya en los deseos y necesidades de las personas, fomentando el consumo. ¡Crema para afirmar tu piel, para tener un cuerpo tonificado, joven, deseado, esbelto, perfecto y centro de atracción! Es un ejemplo de cómo opera la publicidad en relación al objeto de consumo más bello: tu cuerpo.
Por Francisca Arriagada.
El Ciudadano