El programa de las “40 primeras medidas” del Gobierno de la Unidad Popular contenía de las más variadas temáticas, desde las cuestiones más estructurales del modelo de desarrollo y la economía del país, hasta cuestiones específicas dirigidas a satisfacer las múltiples necesidades de las grandes mayorías populares del Chile de entonces.
La organización y promoción del turismo social fue una de estas “40 primeras medidas”, como expresión del compromiso con el derecho al descanso, al ocio y al tiempo libre de las mayorías trabajadoras. Esta medida, la número 29 en la que se presentaba en conjunto con la promoción de la actividad física, señalaba el fomento del turismo de las grandes mayorías trabajadoras, lo cual, se concretó muy tempranamente con la construcción e implementación de un plan de “balnearios populares”.
Esta iniciativa fue encargada personalmente por el Presidente Salvador Allende al Ministro de Vivienda, el obrero, dirigente sindical de la construcción y la minería, Carlos Cortés Díaz (Partido Socialista), y su planificación y ejecución recayó en la División de Planificación del Equipamiento Comunitario (DEPEC) a cargo del arquitecto Renato Hernández Orrego. Se plasmó en la construcción de 16 balnearios populares y su gestión vinculada a la promoción de la cultura, el bienestar y el tiempo libre en comunidad, recibiendo a miles de trabajadores durante los meses de verano, y utilizándose como residencias estudiantiles, espacio vecinales, y habitaciones de emergencia el resto del tiempo.
Es lo que retrata esta nota del desaparecido diario “Las Noticias de Última Hora” de marzo de 1973: “Veraneo por primera vez, al igual que mis 5 hijos”, titulaba la nota citando las palabras de Eliana Arias, una veraneante en el balneario popular de Papudo.
Transcribimos a continuación el contenido de la nota:
“Es la primera vez que veraneo. Igual sucede con mis cinco hijos. Nosotros somos pobres y no podíamos darnos el lugo. Sólo un par de veces al año salíamos por el día a la playa. Mi marido es cerrajero. Ahora la plata nos alcanza. No tenemos los problemas de antes. Además, este veraneo es re barato”.
El veraneo, desde que asumió la Unidad Popular, ha dejado de ser patrimonio de los ricos o de los grupos de ingresos medios. Ahora es un derecho de los trabajadores, los que en número superior a 35 mil han copado los balnearios que la CUT tiene funcionando en Arica, Iquique, Peñuelas, Tongoy, Los Vilos, PIchidangui, Papudo, Loncura, Ritoque, Las Rocas de Santo Domingo, Las Cruces, Llalauquén (Lago Rapel), Llico, Curanipe, y Playa Blanca, esta última en Coronel.
Los trabajadores en su mayoría obreros o familiares de estos, veranearán por 60 escudos diarios por persona, con lo cual tienen derecho a transporte al balneario, tanto de ida como de vuelta, a las cuatro comidas, a alojamiento en las cabañas para lo cual se le facilitan camas y ropa, y a todas las comodidad del campamento.
En general los veraneantes están felices. Una de ellas es Alejandrina Venegas, quien descansa en Papudo con sus cuatro hijos y no tiene empacho en señalar a los cuatro vientos: “Encuentro muy bien lo que está haciendo el Gobierno con estos campamentos, ya que por fin los pobres podemos veranear en forma decente. Antes para poder salir, teníamos que ir a la casa de algunos parientes en el campo. Y el que no tenía a quien recurrir se ´jodía`, pues las pensiones siempre estaban fuera del alcance de su bolsillo”.
Una de las 40 ocupantes de las 40 cabañas del balneario de Papudo es Felicinda […]. Recién ha terminado de almorzar y hace un paro en su conversación para opinar sobre el campamento. “Ojalá -dice- cada día se levanten más balnearios populares, ya que los pobres deberían tener más derecho que nadie a veranear, ya que siempre han sido explotados. Es muy bueno lo que está haciendo el Gobierno”. “A mí me parece – añade su compañera de charla Dora Sarmiento – que el Gobierno se anotó un poroto, pues esto beneficia a todo el pueblo y hay que ser muy malo o muy ciego para negarlo”.
Eliana Arias tiene 33 años y vive con toda su prole y su marido en la población 22 de julio, en Santiago. Disfruta junto a sus hijos del primer veraneo en su vida, en Papudo, donde funciona uno de los 16 balnearios populares de la CUT.
En una segunda parte de la nota que reproducimos, se señala un ejemplo tìpico de las arduas controversias y tensiones a las que condujo la ejecución e implementación del programa de gobierno de la Unidad Popular, bajo el título “Un Alcalde inhumano”, refiriéndose a las acciones de la Municipalidad de Papudo encabezada por Enrique Elgueta, del Partido Demócrata Cristiano:
“El veraneo de obreros y niños pobres en Papudo tiene indignado al pijerío del balneario, tal como sucede en Las Rocas de Santo Domingo y en Peñuelas. El Alcalde de Papudo, Enrique Elgueta, militante demócratacristiano, ingeniero de la firma constructora Delfi que sólo los fines de semana se deja ver en su jurisdicción es uno de los que mejor encarna el odio y la maldad que contra la clase trabajadora tiene el pijerío criollo.
En el campamento, el orden y la limpieza son preocupación preponderante, para lo cual hay personal de planta y se recurre, además, al trabajo voluntario colectivo de los veraneantes. A la entrada del camping un gigantesco letrero del S.N.S [Nota de El Ciudadano: Servicio Nacional de Salud] para educar al pequeño y al adulto.
El Alcalde DC que no es analfabeto, razón por la cual tendrá que haber visto y leído el letrero, envió a los camiones de basura a botar todos los desperdicios a tres metros del cartel educativo. Nada le importó que pudieran enfermar cientos de niños, hijos de obreros, que jugaban en el patio del campamento a menos de diez metros del inapropiado basural.
La criminal actitud del Alcalde DC contra la salud de la población infantil fue repudiada por los padres de los niños, quienes obligaron a cambiar el sitio del botadero”.
En una última parte, se reseñan las características de este programa, que contemplaba, además de la construcción de estos recintos y la organización de las vacaciones, esta última encargada en buena parte a la Central Única de Trabajadores, CUT.
“Los niños son los que más gozan en los campamentos. Muchos de ellos por primera vez veían el mar o jamás habían salido a veranear, ya que sus padres no disponían de medios económicos. En el balneario los niños guiados por montones, no sólo levantan castillos de arena en la playa, se asolean o juegan junto a las olas, si no que representan obras de teatro, en los cuales son actores principales”.
La experiencia comunitaria de los balnearios populares
Este programa fue retratado en el destacado documental “Un Verano Feliz”, cortometraje documental de 1972 producido por el Departamento de Cine y Televisión de la Central Única de Trabajadores CUT. En el documental se retrata el sentido comunitario y de promoción de nuevas dinámicas culturales que se quiso impulsar con este programa.
Como ejemplo de esto, se puede señalar un testimonio repetido por varias actorías de la época vinculadas al programa, entre ellos, del arquitecto Miguel Lawner, quien fuera el Director Ejecutivo de la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU), referida al diseño de las cabañas de los balnearios. Ana Becerra, presidenta de la Fundación para la Memoria de San Antonio, detalla que al presentarse una propuesta inicial de diseño arquitectónico de las cabañas, cada una con una cocina aledaña a los dormitorios, el Presidente Allende reaccionó con una crítica: “habían dibujado todas las cabañas, y le habían puesto las piezas y una cocina al lado. Y ahí Salvador Allende puso el grito en el cielo, que las compañeras venían a descansar, no a cocinar”.
Acorde a esa crítica, el diseño fue reelaborado, y las cabañas fueron construidas con una cocina para una hilera de varios dormitorios, con lo cual se propiciaba el que varias familias o grupos tuvieran que coordinarse y organizarse para cocinar en conjunto.
Como detalla el propio arquitecto Miguel Lawner, “el proyecto buscó que el ciudadano común lo identificara claramente como un lugar de esparcimiento. Las cabañas se diseñaron en forma de A y se agruparon de modo de facilitar la vida en comunidad. Los Balnearios fueron diseñados con una capacidad de hasta 500 personas, alojadas en bloques continuos de 8 a 10 unidades” (“Breve historia de los balnearios populares en Chile”; en documento “La demolición de un sueño”).
Además de aquello, se recuerdan las actividades culturales que se organizaron en conjunto con la Central Única de Trabajadores, CUT, y organizaciones vinculadas al programa. Por su parte, fuera de las épocas de vacaciones, los balnearios fueron utilizados por organizaciones sociales, vecinales, y por estudiantes.
Como se detalla en la historia del balneario popular Melinka Puchuncaví: «Cada balneario tenía capacidad para unas 500 personas, en cabañas diseñadas para alojar familias de hasta ocho personas. Fueron entregadas en su administración al Servicio Nacional de Turismo, que operó en coordinación con la Central Única de Trabajadores, a fin de seleccionar a los trabajadores beneficiados. Los balnearios alcanzaron a operar durante los meses de verano, en turnos que rotaban cada quince días, permitiendo que miles de familias de trabajadores chilenos pudieran disfrutar por primera vez en su vida de vacaciones de verano».
El fomento del derecho al descanso, la recreación y el tiempo libre no se acotó solamente a la construcción e implementación de estos centros de balneario en las playas señaladas. También se construyeron y habilitaron centros y piscinas gratuitas de alcance popular en los centros urbanos, donde también se fomentó la vida comunitaria y la vida cultural. Uno de estos centros de recreación fue la piscina municipal de la comuna de La Granja, donde el pintor Roberto Matta junto a la Brigada Ramona Parra crearon el referencial mural «El primer gol del pueblo chileno».
Las cabañas populares tras el Golpe de Estado
Tras el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, los balnearios populares pasaron a control de la Junta Militar, siendo tomados y utilizados por los militares para sus propios usos, e incluso también como centros de detención, tortura y exterminio.
El referencial ex balneario popular “Cabañas Rocas de Santo Domingo” sirvió de escuela de la Dirección de Inteligencia Nacional, DINA, siendo uno de los casos más cruentos de centros de exterminio de la policía secreta de la Dictadura civil-militar encabezada por Augusto Pinochet. Como documenta la investigación del periodista Javier Rebolledo en su libro “El despertar de los Cuervos. Tejas verdes el inicio del exterminio en Chile”, el propio director de la DINA, Manuel Contreras, estableció su centro de operaciones en el Regimiento Tejas Verdes, San Antonio, al otro lado de la desembocadura del Río Maipo y a pocos cientos de metros del ex balneario popular, siendo utilizado bajo su conducción.
En la larga lucha por reconstrucción de la memoria histórica y por verdad y justicia de las últimas décadas, este caso ha resultado ser de los más difíciles de acreditar, entre otros motivos por la inexistencia de sobrevivientes del paso por este centro de detención. El documental “Cabañas de Rocas de Santo Domingo” también registra estos testimonios y pruebas.
Con el correr de los años, la mayor parte de los balnearios populares fueron destruidos por los propios militares, y/o refaccionados para otros usos. Con todo, en los tiempos más recientes, se viene intentando la recuperación de estos terrenos y construcciones como sitios de memoria, intentando reestablecer su sentido original. Ese camino, que ha contado con la oposición de las propias ramas de las Fuerzas Armadas y de autoridades civiles (en el 2013 se destruyeron las Cabañas de Santo Domingo a pesar del intento de las organizaciones de Derechos Humanos por oponerse a su demolición), continúa hasta el día de hoy, intentándose su recuperación para la memoria y los usos comunitarios con los que se pensó hace más de medio siglo por el gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular (ver nota de El Ciudadano: “Forman primera mesa de coordinación para proteger Cabañas de la Memoria en Santo Domingo”).
Otro de los balnearios populares convertidos en centros de detención y tortura, fue el ubicado en Puchuncaví. Tal como ocurre con el de Rocas de Santo Domingo, cuenta con una organización dedicada a la memoria y recuperación de este sitio, la Corporación de Memoria y Cultura de Puchuncaví.
Ver también: «Lugares de Memorias/ Memorias de Lugares | Episodio 1: Papudo». Proyecto “La huella de otros balnearios populares en la región de Valparaíso», a partir del filme recuperado Un Verano Feliz (1972)”