El gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular impulsó un amplio esfuerzo en la construcción de infraestructura pública, obras urbanísticas, y viviendas.
Entre las obras urbanas, una destaca por el lugar central que tuvo tanto para el gobierno de Allende y la UP, como por sus usos posteriores hasta la actualidad. Hablamos del complejo que sirvió de sede para la conferencia internacional UNCTAD III, desarrollada en abril y mayo de 1972.
En 275 días, con turnos con unos 1.300 trabajadores participando en la obra, se logró construir una sede con los más altos requerimientos para un evento internacional de esta importancia, con la participación de unos 2.500 delegados de más de cien países. La inversión pública implicada y el despliegue de esfuerzos humanos puestos en esta tarea la convirtieron en un símbolo del gobierno popular, y de las posibilidades de desarrollo del país y su avance en la superación del subdesarrollo y la desigualdad.
La obra implicó una vasta inversión pública, por el alto estándar que requería esta instancia inmersa en el sistema de la Organización de las Naciones Unidas, ONU. Incluso el Aeropuerto de Santiago debió ser ampliado, pues no daba abasto a una cantidad tan alta de pasajeros en tan poco tiempo.
El evento fue un paso más en la activa política internacional del gobierno, con especial énfasis en la consolidación de alianzas y políticas de integración y unidad de los países en vías de desarrollo, y el intento de generar un polo de gobiernos comprometidos con un orden mundial más equitativo y justo, y políticas dirigidas al bienestar de las mayorías.
Tras la conferencia, la ex sede UNCTAD III fue convertida en el Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral, el que destacó como espacio de cultura y socialización en medio del agitado escenario político y social en el último período del gobierno popular.
Con el Golpe de Estado, el complejo fue enrejado, las obras de arte integradas al edificio fueron retiradas y muchas desaparecieron. Dada la destrucción del Palacio de La Moneda, fue allí mismo que se instaló la Junta Militar, funcionando como sede de los usurpados poderes ejecutivo y legislativo, y lugar de conferencias y actos del régimen civil-militar.
Fue utilizado también como centro de recuento de votos en el Plebiscito del 5 de octubre de 1988, y entre otras tantas múltiples actividades desde entonces.
El 5 de marzo de 2006, el edificio sufre un grave incendio, quedando inoperativo. Tras una no menor controversia sobre su destino, termina siendo reconstruido como “Centro Gabriela Mistral” o “GAM”, alterando su arquitectura original pero manteniendo su espíritu. Mientras tanto, la torre que había seguido funcionando el Ministerio de Defensa y que no fue afectada por el incendio, hoy está abandonada y sigue habiendo una controversia en torno a la posibilidad de rehabilitarlo como espacio destinado a la cultura y la organización social, es decir, en la línea de lo que fue su sentido original.
En esta nota profundizaremos en esta icónica historia de la sede de la UNCTAD III y sus significados pasados y presentes.
La hazaña de la construcción de la sede de la UNCTAD III
La necesidad de terminar en un plazo tan corto convirtió a la construcción del edificio en un hazaña de la arquitectura y la ingeniería del país, y sobretodo, un enorme triunfo para los trabajadores y el gobierno de la Unidad Popular, que incluso medios de derechas y gremios empresariales como la Cámara Chilena de la Construcción, tuvieron que reconocer.
La planificación y construcción estuvo a cargo de la Corporación de Mejoramiento Urbano, CORMU, y los arquitectos encargados fueron Hugo Gaggero, José Medina, Juan Echenique, José Covacevic y Sergio González. Para cumplir los plazos y dividir el trabajo, Gaggero y Medina se hicieron cargo de la placa, y Echenique y Covacevic, de la torre.
Entre otras innovaciones, para cumplir con las metas, el diseño se fue resolviendo a través de modificaciones directas en la maqueta, ya que no había tiempo para terminar los planos antes de la ejecución. Además, se dio un trabajo en equipo con altos grados de horizontalidad, habiendo obreros que asumían responsabilidades de decisión durante la construcción, tal como queda reflejada en la declaración final de Sergio González y el representante de los trabajadores de la construcción Rufino Mejías.
La realzación del evento significó un duro trabajo en variadas dimensiones, como muestra esta nota de julio de 1971, en la que se informa sobre la necesidad de ampliar el Aeropuerto de Pudahuel, por no dar abasto para las y los visitantes a la UNCTAD:
Por la premura del tiempo, y por iniciativa de los trabajadores, que trabajaron en turnos de 8 horas y las 24 horas del día, se instaló un letrero que señalaba los días trabajados y los días restantes para cumplir en el plazo requerido:
Los avances en la construcción fueron acompañados por el propio Presidente Allende, quien visitó las obras varias veces:
Reflejando el sentido colectivo que se le imprimió a la construcción, se instaló esta placa en la que se hacía reconocimiento a todas las personas partícipes de la obra:
Los masivos «tijerales» expresaron también el sentido de inclusión, igualdad, y trabajo colectivo de la obra. Se invitó a las familias de los trabajadores, siendo una relativa novedad para la época:
El sentido igualitarista de la obra también quedó reflejada en la integración entre arte y arquitectura, y obras como las de las tejedoras de Isla Negra, que aquí destaca la connotada educadora chilena Olga Poblete:
La hazaña en la construcción de esta obra, como otras de las políticas de cooperación público-privada emprendidas por el gobierno de la Unidad Popular, desmienten la acusación que de manera recurrente se le han hecho, esto es, el empujar a una estatización absoluta de todas las áreas de la economía. Al contrario, esta obra, como otras obras urbanísticas y de construcción de infraestructura y viviendas sociales, implicó una acción conjunta con la empresa privada. En este inserto de la Cámara Chilena de la Construcción publicado en el diario opositor «El Mercurio», el gremio empresarial hace suya la hazaña de la construcción de la sede UNCTAD III, a la vez que aprovecha la ocasión para insistir en la necesidad de promover condiciones adecuadas para las empresas privadas:
La UNCTAD como símbolo de la política internacional del gobierno popular
La Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas era una instancia impulsada por los países del entonces llamado “Tercer Mundo”, es decir países no desarrollados, subordinados en el mapa geopolítico mundial. De aquí surge lo que se conoció como el “Grupo de los 77”, agrupación de gobiernos desde también surgieron las cumbres y organización de los países “no alineados”, es decir no pertenecientes al mundo capitalista encabezado por Estados Unidos, ni al polo de países alineados con la Unión Soviética.
La UNCTAD se entroncaba entonces con los puntos centrales de la política internacional del gobierno de la Allende y la UP.
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La UNCTAD III y el El Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral como íconos de la política cultural de la Unidad Popular
Tras la conferencia internacional, el edificio pasa a llamarse «Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral», quedando a cargo de Irma Cáceres. Muy pronto se convirtió en un ícono del proyecto cultural del gobierno popular.
Miguel Lawner, a cargo de la central Corporación de Remodelación Urbana, CORMU, define así el período que se inicia tras la realización de la cumbre internacional: «A partir de Junio de 1972 y hasta el golpe militar, el edificio tomó el nombre de Centro Cultural Metropolitano Gabriela Mistral, generando un atractivo popular impresionante. Recordemos que el proyecto de arquitectura concibió la placa como un Centro abierto, un puente de comunicación utilizado por el público para cruzar sin restricciones desde la Alameda hasta el Parque Forestal, o desde la calle Lastarria hacia los patios interiores.
El casino se convirtió en el principal recinto de autoservicio de la capital, llegando a servir hasta 5.000 raciones diarias de almuerzo. El patio posterior, adyacente a calle Villavicencio y expansión natural del casino, congregaba a toda hora la actuación de grupos musicales informales o simples solistas, a aficionados de la pantomima, a recitadores, payadores, o a grupos de jóvenes platicando libremente en sus jardines.
Las salas interiores eran solicitadas por agrupaciones artísticas consagradas o aficionadas, y se multiplicaron las exposiciones de todo orden, asambleas culturales, sociales o políticas, conferencias y seminarios, exhibiciones de cine y representaciones teatrales, dando vida a una explosión cultural inédita en Chile. Finalmente, recordemos que se habilitaron espacios para servicios como oficinas bancarias, de correos, de turismo, kioscos de venta de periódicos y librerías.
Podemos afirmar con certeza, que el pueblo hizo suyo este edificio, haciendo realidad el propósito expresado por el presidente Allende, en el sentido de poner la cultura al alcance popular» (Arquitecto Miguel Lawner responde a diario El Mercurio, 2007).
Además de las tantas actividades artísticas y culturales, es recordada la vida social que se daba en el edificio. Muchas personas recuerdan el espíritu colectivo que se plasmaba en el lugar, entre otros aspectos, con el amplio casino donde los precios populares promovían una concurrencia permanente durante todo el día, y que contenía una vida propia.
Además del uso que se dio al «edificio placa» que da a la Alameda, en la torre se instaló, entre otras, la Consejería Nacional de Desarrollo Social, bajo dirección de Carmen Gloria Aguayo, organismo que tomó las funciones del bloqueado en el Congreso «Ministerio de la Familia» (Ver «Las mujeres y el gobierno de la Unidad Popular: pasos y luchas en la vía chilena a la emancipación e igualdad de género»).
También, por su ubicación central en la ciudad y amplia fachada hacia la Alameda, el edificio fue parte de los ataques de las movilizaciones y organizaciones opositoras. A una cuadra hacia el oriente, además, se localizaba la sede del movimiento de extrema derecha «Frente Nacionalista Patria y Libertad», desde donde no pocas veces se lanzaron ataques y piedrazos hacia el edificio, en especial hacia los ventanales del casino que daban hacia la Alameda.
La usurpación dictatorial y el edificio Diego Portales
Muchas personas desconocen este hecho, pero fue recién el 11 de marzo de 1981, es decir más de 7 años después del Golpe de septiembre de 1973, que el Palacio de La Moneda volvió a ser sede de gobierno. Entretanto, la sede del poder ejecutivo y legislativo fue el ahora renombrado “Edificio Diego Portales”, es decir, el emblemático edificio del gobierno popular, en especial en la “Torre Villavicencio”, donde también operó el aparato de inteligencia y contrainsurgencia de la DINA y demases. El edificio «placa» paralelo a la Alameda fue utilizado como centro de convenciones de la propia dictadura: La Junta Militar ocupó las instalaciones para reuniones, y el salón de plenarios principal sirvió para una conocida puesta en escena del régimen, con las cabezas a cargo de éste delante de un gran “1810 – Chile – 1973”, lo que dejaba clara la pretensión refundacional de la dictadura.
Se instalaron rejas, se cerraron los ventanales que daban hacia la Alameda, y se le puso un amplio dispositivo de seguridad en su entorno, todo lo cual lo convirtió por años en el símbolo del régimen dictatorial.
Así lo resume Lawner: «El gobierno militar acabó de una plumada con la intensa actividad cultural que tenía lugar en el edificio, e intervino radicalmente su arquitectura. Se blindaron los pisos superiores de la torre, se enrejó todo su contorno haciendo imposible la libre circulación de las personas. Se eliminaron los cristales que comunicaban visualmente la Alameda con la planta baja del edificio, siendo sustituidos por herméticos muros de ladrillo. Desaparecieron la mayoría de las obras de arte, y otras fueron destruidas, tal como la escultura metálica que adornaba la fuente de agua hacia Villavicencio ejecutada por Carlos Ortúzar, o la placa de piedra grabada por el escultor Samuel Roman, que dejaba testimonio de la construcción del edificio como un esfuerzo colectivo de obreros, artesanos, profesionales y artistas.
La cultura fue usurpada por las armas. El edificio fue masacrado y separado de su pueblo, y así permaneció durante todo el período de la dictadura, situación que desgraciadamente se mantiene hasta ahora».
También fue allí donde se instaló el centro de cómputos del Plebiscito del 5 de octubre de 1988. Con los gobiernos de la Concertación, el edificio placa aledaño a la Alameda siguió funcionando como centro de conferencias que era arrendado para los más diversos encuentros (la mayor parte de ellos privados, empresariales, juntas de accionistas, etcétera), mientras que la Torre Villavicencio permaneció para el uso del Ministerio de Defensa.
El carácter de espacio público de los dos edificios siguió así suspendido, y las modificaciones que la Junta Militar había hecho (rejas, cierre de espacios, ausencia de obras de arte, etcétera) siguieron prácticamente sin modificación durante los años posdictadura.
El Centro Cultural Gabriela Mistral o «GAM»
El domingo 5 de marzo del 2006 el Edificio Diego Portales se incendia, iniciándose un arduo debate en torno al destino del edificio. Medios como «El Mercurio» y arquitectos y urbanistas de derechas publicaron duras críticas al edificio, incluso promoviendo o insinuando su intención de demoler definitivamente el edificio, ante lo cual hubo una férrea defensa de la remodelación y reutilización del complejo, manteniendo su sentido original.
En septiembre de 2010, es reinaugurado bajo el nombre Centro Cultural Gabriela Mistral o «GAM», que nuevamente se ha reapropiado por parte de la ciudadanía y las artes y la cultura en variadas expresiones. Durante la Revuelta Popular iniciada el 18 de octubre de 2019, el espacio fue intensamente utilizado como museo al aire libre y uno de los lugares emblemáticos de las movilizaciones populares.
Sin embargo, el concurso y ejecución del proyecto es también objeto de críticas. Uno de los arquitectos del proyecto original, Hugo Gaggero, ha manifestado algunas de ellas, entre otras la falta de diálogo y participación de parte de la convocatoria del Ministerio de Obras Públicas y encargados gubernamentales, que no abrieron siquiera la participación de los creadores del proyecto original. La permanencia de rejas, la privatización de varios de los espacios internos, y la falta de incorporación de la torre, entre otras, parecen como las críticas más mencionadas.
De hecho, la disputa acerca del uso de la torre continúa hasta hoy. En el 2017, el Ministerio de Defensa dejó de utilizarla, y a partir de entonces está sin utiización y abandonada.
Entre otras personalidades y organizaciones, Hugo Gaggero y Miguel Lawner mantienen el esfuerzo de convencer a las autoridades de la reconversión de la torre en un sentido que retome su vocación original, en circunstancias que autoridades gubernamentales han llegado a señalar que el proyecto debe ser evaluado en su «rentabilidad social».
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Bibliografía y notas recomendadas:
“Una casa digna”. Pobladorxs, proyectos y utopías urbanas durante la Unidad Popular (1970-1973), web «La Internacional de Allende».
Trabajo en Utopía. Monumentalidad arquitectónica en el Chile de la Unidad Popular, Adrede Editora, compilado por Matías Allende y Carol Illanes, 2014.
“Juicio al edificio Diego Portales ¿Salvarlo o reemplazarlo?” Incendio y reconversión del Centro Cultural Gabriela Mistral (2006-2010) como huellas del pasado reciente en Santiago de Chile, Elías Gabriel Sánchez González, Tesis para optar por el grado de Magister en Historia y Memoria, 2017.
«Lawner», editado por Ricardo Greene, editorial Bifurcaciones, 2022.
Notas y páginas web:
Historia del Edificio GAM, web del Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM.
UNCTAD III Virtual, web del Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM.
Arquitecto Miguel Lawner responde a diario El Mercurio, Crónica Digital, Agosto de 2007.