Integrantes de la comunidad LGTB+ conmemoraron eI nacimiento de la activista poblana Agnes Torres a 10 años de su asesinato en marzo de 2012.
El 23 de marzo de 1983 en el municipio de Tehuacán nació Agnes, quien desde muy temprana edad se identificó como mujer.
Sin embargo, al ser una persona transexual, sufrió rechazo, exclusión y discriminación, lo que la impulsó a luchar por los derechos comunidad LGBT+.
Agnes fue asesinada el 9 de marzo de 2012 a la edad de 28 años, cuando acudió a una fiesta en Chipilo.
A 10 años de su asesinato, miembros de la comunidad LGBT+ acudieron al Espacio de la Diversidad, ubicado en la 31 Oriente y Boulevard 5 de Mayo para conmemorar el nacimiento de la activista, y recordar su lucha.
Aseguraron que los crímenes de odio contra la comunidad transexual es una realidad constante, por lo que argumentaron que es indispensable seguir trabajando por eliminar los prejuicios.
«Todavía tenemos mucho trabajo que hacer como sociedad, las pequeñas acciones pueden hacer grandes cambios, ignoran que nosotros también somos personas, como todos los demás»
Gabriela Chumacero
Integrante del Grupo Transgénero Puebla.
«Agnes no murió, la asesinaron»
Arturo Loria, uno de sus amigos, declaró que él recuerda a Agnes como una mujer fuerte, inteligente, y comprometida con sus ideales.
Por eso, afirma que para su amiga es importante que en la actualidad, la comunidad transesxual en Puebla tenga más espacios para visibilizarse.
Agregó que Agnes creyó que las personas jóvenes son las encargadas de hacer un cambio en la sociedad.
«Para mí es muy curioso ver qué hay mucha gente joven que no la conoció, pero que ahora son parte de su lucha, y yo creo que es algo que a ella le hubiera gustado muchísimo»
No obstante, argumentó que todavía «hace falta mucho trabajo» para que la comunidad LGBT+ sea incluida completamente en la sociedad, y erradicar la homofobia y transfobia.
A pesar de siempre estar pensando en ella, para Arturo, el 9 de marzo, fecha en la que asesinaron a Agnes es un día triste, en el que no le gusta acordarse de lo que pasó.
Sin embargo, afirmó que este año fue distinto, pues se conmemoró el décimo aniversario luctuoso de Agnes.
«No me gusta recordarla en el día que la asesinaron, pero esta vez fue inevitable, no hay día que no piense en ella, Agnes no partió, no murió, no se fue, la asesinaron, duele pero es necesario tenerlo presente»
Refirió que aún se acuerda de la última vez que habló con ella porque estaban planeando un viaje juntos a un festival de música.
Pero nunca imaginó que esa sería la última vez que oirá la voz de su amiga.
Nuestra última conversación fue muy bonita, yo no esperaba que la asesinaran, nosotros hablamos todos los días, pero cuando la asesinaron me arrancaron esa parte de mi vida cotidiana, «de repente ya no tenía a Agnes», mencionó.
Afirmó que de verla nuevamente, irían a tomar algo y hablar de la vida como siempre lo hacían.
«Yo la tengo todo el tiempo, todo el tiempo la pienso, pero sí la tuviera aquí físicamente yo creo que iríamos por algún trago y platicaríamos de la vida»
«Me inspiró a ser mejor, ahora ella es parte de mi»
Una amistad maternal
Por su parte, Sophia Dierdorf se considera «hija» de Agnes, pues ella la ayudó cuando comenzó su proceso de transición como una mujer transexual.
Indicó que conoció a Agnes cuando fue a dar una conferencia sobre diversidad sexual en la universidad donde estudiaba.
Aseguró que quería comenzar su proceso, pero no estaba segura de hacerlo, hasta que Agnes le brindó su apoyo emocional.
Fue así que las dos formaron una amistad, al grado que Agnes le obsequió un par de zapatos, los cuales ahora atesora con profundo cariño.
«Agnes me regaló dos zapatos suyos, hace 10 años cambiaron totalmente de significado, ahora los atesoró como una de las posesiones más importantes de mi vida»
Afirmó que los conserva porque son la «materialización de todo el amor» que le dio Agnes, por lo que ahora, a pesar de su muerte sigue siendo parte de su vida.
Detalló que la última vez que convivio con Agnes fue una semana antes de que la asesinaran, cuando coincidieron en un antro.
«Platicamos y bailamos, ese es el último recuerdo que tengo con ella, aunque fue un ratito, la pasamos muy bien, lo último que me dijo fue que me veía muy guapa»
Sin embargo, aquella noche, Agnes no iba sola, estaba acompañada por sus asesinos. Sophía no sabía lo que sucedería una semana después.
«Irónicamente, ella llegó con sus asesinos, sí yo hubiera sabido, la verdad no sé qué hubiera hecho, pero algo hubiera hecho para evitar lo que la matarán»
Señaló que desde entonces, lo que le da fuerza para seguir con su vida es el recuerdo de Agnes, pues afirmó que ella siempre luchaba por una sociedad más incluyente con la comunidad LGBT+.
«Sí la tuviera de frente la abrazaría con todas mis fuerzas, le daría las gracias, lloraría con ella porque aún me hace falta su amor, su amistad, y sus consejos»
Foto: Agencia Enfoque