La Llama Olímpica: cómo se mantiene encendida en el viaje

A lo largo de los años, este símbolo ha recorrido diversos medios de transporte, desde caballos y barcos hasta aviones

La Llama Olímpica: cómo se mantiene encendida en el viaje

Autor: Lizzette Vela

La llama olímpica representa uno de los símbolos más emblemáticos de los Juegos Olímpicos. Desde su primer encendido en Ámsterdam en 1928, este ritual se ha convertido en una tradición venerada. El proceso comienza en Olimpia, Grecia, donde se usa un espejo parabólico para concentrar los rayos solares y encender la llama.

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Este método asegura la pureza del fuego sagrado, que marca el inicio de su travesía hacia la ciudad sede de los Juegos Olímpicos.

Una vez encendida, la llama se transfiere a una antorcha olímpica diseñada para resistir diversas condiciones climáticas y de transporte. La antorcha utiliza propano como combustible, lo que proporciona una combustión estable y duradera. Además, cuenta con un sistema interno que regula el flujo de propano para mantener la llama constante, incluso frente a vientos de hasta 70 kilómetros por hora y lluvias de hasta 50 mililitros por hora.

Para garantizar su continuidad existen mecanismos de seguridad adicionales. Un equipo de hasta diez personas vigila la llama las 24 horas del día. Además, se mantienen llamas secundarias encendidas con los rayos solares de Olimpia en linternas especiales. Estas linternas aseguran la protección del fuego durante los viajes en avión, donde el fuego abierto no está permitido.

A lo largo de los años, este símbolo ha recorrido diversos medios de transporte, desde caballos y barcos hasta aviones. En dos ocasiones, la llama ha llegado al espacio, aunque no se encendió debido a la falta de oxígeno en la atmósfera terrestre. Sin embargo, han ocurrido dos incidentes en los que la llama se apagó accidentalmente: en 1976 durante los Juegos de Montreal y en 2004 en Atenas. En ambos casos, la llama fue reencendida rápidamente utilizando las llamas secundarias almacenadas en linternas de seguridad.

Este minucioso cuidado y preparación aseguran que la llama olímpica continúe su viaje, manteniéndose encendida y simbolizando la esperanza y el espíritu de los Juegos Olímpicos.

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Foto: Redes

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