Por Alejandro Gutiérrez
A las 00:30 horas del lunes 19 de abril los clubes de futbol más poderosos de Europa anunciaron la creación de la “Superliga”. La apuesta de estos multimillonarios equipos contra la Unión de Federaciones Europeas de Futbol (UEFA) –una de las seis confederaciones filiales de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA)– que pretendía remover las estructuras del establishment del balompié mundial, dicen, por el impacto económico que el negocio del deporte más seguido en el planeta está sufriendo a causa de la pandemia.
Sin embargo, la conjura de estos 12 rupturistas tuvo poco recorrido y, por el momento, parece haberse descarrilado: sólo tres días después del anuncio, nueve de las organizaciones que habían firmado la creación de dicha liga ya habían declinado.
La iniciativa se desinfló a raíz de las duras represiones de la UEFA, de la FIFA, de algunos gobiernos europeos y de organizaciones de aficionados que no congenian con las decisiones empresariales de los propietarios de esos equipos, especialmente los fanáticos ingleses que se apostaron afuera de sus estadios.
El sábado 17, Aleksandr Ceferin, presidente de la UEFA, tenía indicios de que se preparaba una revuelta de los clubes más ricos del continente. Ese día mantuvo una conversación telefónica con el presidente de la Juventus de Turín y de la Asociación Europea de Clubes, Andrea Agnelli, quien trató de tranquilizarlo sobre los rumores del anuncio de la inminente creación de una Superliga. No obstante, después de esa comunicación, Agnelli no volvió a atenderle el teléfono.
Con nocturnidad se hizo la presentación de la mencionada liga de los ricos, al frente de la cual está el cuestionado Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. Agnelli aparecía como uno de los vicepresidentes de la nueva organización, así como Joel Glazer, del Manchester United.
Una semana antes del anuncio, Pérez se la pasó “haciendo llamadas, buscando apoyo y calmando los nervios de algunos de los ejecutivos más poderosos del futbol europeo por un plan que lleva años en construcción”, relató Rory Smith, corresponsal principal de futbol europeo del diario estadunidense The New York Times.
Las potencias futbolísticas que lanzaron esta apuesta son el Manchester United, Liverpool, Chelsea, Manchester City, Arsenal y Tottenham, de la poderosísima Premier League; Juventus, Inter de Milán y Milán, de la liga italiana, y Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid, de España, completaban el cuadro.
Hubo otros clubes europeos que decidieron no sumarse a la iniciativa, como Bayern Múnich, actual campeón, ni el Ajax de Ámsterdam; tampoco lo hicieron el Benfica de Lisboa, Borussia Dortmund de Alemania y el francés Paris Saint-Germain (PSG).
La guerra estaba servida y las reacciones contra el nuevo torneo fueron contundentes. Hubo condenas con una nada disimulada furia, como la de la UEFA, en cuyo comunicado emitido el mismo lunes 19 amenazó con expulsar de su organización a los equipos rebeldes y a los jugadores que participen en la Superliga.
Particularmente, el presidente de UEFA fue duro con Agnelli, quien era miembro del Comité Ejecutivo de ésta –y con quien mantuvo la conversación telefónica antes citada–, al declarar: “No sabía que había serpientes entre nosotros. Nunca había visto a una persona que haya mentido tantas veces (…) La avaricia es tremenda. Todos sabemos quién es quién”.
A la reprobación contra el club de los ricos se sumó la Bundesliga (de Alemania), pese a que sus equipos desde un principio se negaron a adherirse a la propuesta. La liga francesa hizo mancuerna con la UEFA, lo mismo que La Liga (de España), que reprobó la iniciativa.
El presidente de La Liga, Javier Tebas, hizo público un comunicado al mediodía de ese mismo lunes, en el que refería que la Superliga era “inviable”, “secesionista y elitista, en la que los que más ricos quieren ser aún más ricos”.
Tebas aseguró que, en el supuesto de prosperar la iniciativa, tendría un impacto financiero para La Liga de mil 720 millones de euros y afectaría unos 60 mil empleos directos, sobre todo porque “desestabilizará muchísimo al sector audiovisual y de patrocinadores. Generará una enorme incertidumbre”.
Lluvia de críticas
A la condena se sumaron jugadores como Ander Herrera (del PSG) y Mesut Özil (Fenerbahce), así como exfubolistas de la categoría del portugués Luis Figo.
Gary Neville, exdefensa del Manchester United, fustigó que “los propietarios de los clubes ingleses no tienen nada que ver con el futbol de este país”, calificó la iniciativa de esos dueños de “una vergüenza absoluta, pura codicia, impostores”, y consideró que es momento de que haya “reguladores independientes que impidan que estos equipos acaparen tanto poder. Ya basta”.
En España, Jokin Aperribay, presidente de la Real Sociedad, consideró que “no es conveniente para la afición y para el futuro del balompié que haya una Superliga europea. Consideramos que el principio fundamental por el que en Europa te ganas el derecho a jugar es en función de lo que hayas hecho en La Liga. El mejor respeto a las aficiones es que se mantenga la importancia de las competiciones ligueras tal y como están diseñadas”.
El presidente del Osasuna, Luis Sabalza, consideró que “la Superliga no es un proyecto ambicioso, sino un proyecto egoísta de clubes que no se conforman con multiplicar sus presupuestos. El futbol es el deporte del pueblo, no el deporte de un club de ricos”.
En el Reino Unido, el mítico sir Alex Ferguson, entrenador del Manchester United durante 26 años, declaró a la agencia Reuters que “hablar de una Superliga es apartarse de 70 años de futbol europeo”. Y equiparó que jugar los torneos domésticos para luego ir a competencias europeas es “como escalar el Everest”.
Amenaza política
Dirigentes políticos, como el primer ministro inglés Boris Johnson y el presidente francés Emmanuel Macron, y gobiernos como el español –vía el ministro de Cultura y Deportes, José Manuel Rodríguez Uribes– expresaron su oposición a la nueva liga.
Johnson, incluso, amenazó con echar mano de una “bomba legislativa” para impedir que los equipos de su país se sumaran al proyecto.
“Les hemos dejado claro que no se descarta ninguna medida de respuesta y que el gobierno está explorando todas las posibilidades, incluidas nuevas leyes, para asegurar que este proyecto se frene”, dijo un portavoz del gobierno inglés citado por el diario español El País.
Algo con lo que no contaban los clubes rebeldes fue la reacción de cientos de aficionados, sobre todo los ingleses. Los fanáticos del Manchester City, Chelsea y Liverpool se manifestaron a las afueras de sus respectivos estadios para rechazar la iniciativa.
Sin embargo, desde la oposición destacó la voz del argentino Marcelo Bielsa, entrenador del Leeds United, quien definió la propuesta encabezada por Florentino Pérez: “El problema fundamental es que los ricos siempre aspiran a ser más poderosos y sin considerar las consecuencias que eso produce sobre el resto. Luego, cuando aumentan el poderío, van reclamando privilegios proporcionales a la debilidad de los que quedan por debajo”.
En España, Josep María Gay de Liébana, economista especializado en futbol, aseguró que la pandemia ha sido un parteaguas y que el balompié se ha consolidado “como una industria social de primer orden, y que el dinero que genera no únicamente ha de contemplarse desde la perspectiva exclusiva de los propios clubes, sino en la del conjunto de operadores, agentes y negocios vinculados directa e indirectamente con el fenómeno futbolístico.
“Veremos cómo acaba este partido en el que está claro que el color del dinero envuelve el balón, o tal vez prevalezca la genuina pasión futbolística.”
RIP
Las expectativas sobre la nueva Superliga europea duraron muy poco. Tras el anuncio del domingo 18, el lunes 19 en la madrugada, en España, llegó la renuncia de los equipos que forman el Big Six de la Premier League.
En cascada, los clubes ingleses Arsenal, Chelsea, Tottenham, Liverpool, Manchester United y Manchester City abandonaron la nueva competencia, dos días después de anunciar su nacimiento.
El martes, como fichas de dominó, siguieron los abandonos del Atlético de Madrid, Inter de Milán y el Milán… Más tarde, el miércoles 21, el conjunto de Turín hizo lo propio. “Si bien Juventus sigue convencida de la solidez de las premisas deportivas, comerciales y legales del proyecto, cree que en la actualidad hay pocas posibilidades de que el proyecto se complete”, expuso en un comunicado en sus redes sociales.
Los únicos equipos que se mantienen en el nuevo proyecto son Real Madrid y Barcelona.
El Ciudadano / Agencia APRO