Impactos mineros de Codelco a laguna salar y la intervención de los milenarios geoglifos de Talabre

La memoria del Gigante de Talabre: Codelco y los impactos mineros con descargas de relaves a laguna salar y los impactos a históricos geoglifos a pocos kilómetros de Calama

Impactos mineros de Codelco a laguna salar y la intervención de los milenarios geoglifos de Talabre

Autor: Seguel Alfredo

¡No es Desarrollo, es Saqueo! Se titula una reciente publicación de la Fundación Desierto de Atacama que da cuenta de los impactos mineros a laguna salar con descargas de relaves e intervención de los históricos geoglifos del Gigante de Talabre.

A continuación, la publicación:

¡El Pasado está delante, el Futuro a nuestra espalda!

La memoria del Gigante de Talabre

El tiempo Pasado para los Andinos, a diferencia de Occidente, se imagina hacia delante, al frente, ya que es lo que hemos podido conocer y recorrer. Allí están, por ejemplo, todos los antepasados. El Futuro, en tanto, se encuentra a nuestra espalda, pues es aquello que no alcanzamos a ver, lo desconocido e incierto.

Los geoglifos del Gigante de Talabre tienen una milenaria historia que contarnos, que está justo delante de ellos mismos, ahora también de ti. Incluso a sus espaldas, hacia donde Occidente representa el Pasado, el que muchas veces no quiere ver.

Hace 10.000 años atrás, el salar de Talabre, ubicado a pocos kilómetros de Calama, era una extensa laguna que acogía un paraíso de fauna y flora en el desierto, además de tener canteras líticas o de piedras para sus instrumentos, que hacían del lugar un verdadero paraíso para los grupos cazadores-recolectores de la época.

Hace 5000 años se fue transformando en un salar, sobreviviendo pequeñas lagunas en su interior. Para los caravaneros que recorrían sus bordes, desde hace unos 3500 años (ca. 1500 AC), fue igualmente un importante lugar de abastecimiento y descanso.

Es en ese período que se hacen los primeros geoglifos en el desierto, realizándose en Talabre la figura humana más grande, de casi 17 metros de largo, con el cuerpo de frente, trazos curvilíneos, cabeza subcircular, las piernas de perfil en acto de caminar, vestimenta cóncava y con un gancho inferior en ella. Se le representó la boca, nariz y ojos, los brazos hacia abajo y porta una vara u otro elemento en ambos brazos. Con su monumentalidad y centralidad, podría haber representado una antigua deidad atacameña.

Alrededor de 2500 años después, en una época de revolución agrohidraúlica, de sequías y guerras (ca. 1000 DC), se debieron inscribir las otras dos figuras humanas que acompañan a ambos lados al antropomorfo central. Se remarcaron sus túnicas con formas distintivas, como si se tratase de la representación de diferentes grupos andinos de aquel entonces.

Si viajabas hace 1000 o 500 años atrás entre Calama y Chiu-Chiu, podrías ver con nítidez estas imágenes desde los senderos caravaneros de llamas, como verdaderos guías dejados por los antepasados en pleno desierto. Como si el tiempo no pasara por ellos, como si lo hubieran querido dejar para todos los tiempos humanos.

Mientras el futuro siguió volviéndose pasado, allí seguían. Allí estaban mientras Pedro de Valdivia y sus huestes se dirigían al sur, a Chile, para iniciar la invasión europea de esos territorios hace casi 500 años atrás. Allí seguían mientras aparecieron los estados-naciones en el siglo XIX. Primero como Bolivia, siendo ocupada después, en 1879, por el ejército de Chile.

Allí continuaron cuando desde principios del siglo XX se inició la Gran Minería de Cobre en Chuquicamata. Aunque ahora hay que detenerse porque la historia extractivista ha dejado huellas profundas en sus propios cuerpos, en el cerro y sobre todo en el salar y la vida, tristemente en un acelerado corto tiempo.

Los cientos de millones de toneladas de desechos tóxicos producidos por la extracción de Cobre pasaron a vertirse sobre la cuenca natural del salar de Talabre. Así pasó de ser Laguna y Salar a ser Tranque de Relaves de Talabre, administrado actualmente por la minera CODELCO.

Entonces la laguna y el salar fueron inundados totalmente por aguas contaminadas con metales pesados. Y sin más, se mató toda la milenaria vida que venía entregando como regalo a todos los seres en el desierto. Todo ello sólo para depositar el descarte de la producción de cátodos de cobre, y el cual pretenden aumentar en su siguiente fase a una capacidad de 320 millones de metros cúbicos, lo que podría cubrir toda la superficie de la ciudad de Calama varias veces.

Entonces llegamos al mundo de hoy, el que nos toca vivir, aquel en el que el extractivismo impone que el cobre y sus desechos son más importantes que la Vida misma.

Los geoglifos de Talabre, por su parte, mágicamente han logrado sobrevivir, aunque dejaron sus huellas sobre ellos varias motos, camionetas y maquinaria pesada, se abrieron caminos y pretiles mineros en sus cercanías, le instalaron torres eléctricas. Y así y todo, no los pudieron desaparecer. Perviven con una persistencia impresionante, allí se mantuvieron, casi borrosos, con su milenaria presencia, fragilidad y sencillez, con las nuevas marcas modernas como cicatrices sobre sus cuerpos, como memoria cierta de un pasado que se imagina delante. Ahí están sobre sus cuerpos.

En abril del 2019, CODELCO celebraba comunicacionalmente la restauración de los geoglifos del Gigante de Talabre. Les borraron todas las huellas vehiculares, los “restauraron” y cercaron las figuras, como un maquillaje moderno del pasado reciente que se parece, al mismo tiempo, más a un símil del presente.

Mientras sólo se retoca su fachada, a sus espaldas, en la metáfora del futuro de los andinos, se vislumbra entonces un ambiente pesado, metálicamente contaminado, sin vida, muerte sobre muerte, lleno de amnesia del pasado. Por cierto, ante nuestra propia frente.

Del futuro, ya sea que lo proyectemos a nuestras espaldas o siempre adelante nuestro, su pasado nos ilustra que debemos comenzar a imaginarlo y construirlo bajo otra ética, valores y racionalidad, como aquella tan simple de que la Vida está por sobre la Muerte, de que el Agua es un bien público sagrado que debemos proteger o, que la Tierra y todos los Seres que la habitamos, humanos y no humanos, tengamos garantizados los derechos de existencia digna. En el futuro que soñamos, con atrás y hacia adelante, entonces tendrían que tener cabida todos los tiempos.

Sitio: Geoglifo del salar de Talabre, ubicado actualmente en zona de relaves mineros de CODELCO, Calama, Región de Antofagasta, Chile.

Período Geoglifos: Período Formativo y Período Intermedio Tardío (ca. 1500 AC a 1450 DC).

Técnica Geoglifos: Despeje, aditiva y mixta.

Dimensiones: 26 m de longitud aprox.


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