Por Carlos Tromben
Muchos quedaron perplejos cuando el exdirector de presupuestos (y exgerente de finanzas de Enjoy S.A.) anunció que el incremento en la pensión básica se financiaría íntegramente con el aporte de los mayores ingresos del cobre al erario nacional.
La perplejidad nace del descaro. Un gobierno y un sector político que no ha hecho más que jibarizar la gran minería estatal sale diciendo: “pero tenemos el cobre”.
Para agregar insulto a la afrenta, posteriormente Piñera nombró director de Codelco a Felipe Larraín, el ministro de las rosas. El mismo que en su anterior gestión a cargo de la hacienda pública apretó las cuentas de Codelco obligándola a triplicar su deuda.
La política de los gobiernos chilenos del último cuarto de siglo ha sido esa. Dejar que Codelco se financie emitiendo deuda y/o con sus propios excedentes. ¿Capitalizarla? No, muchas gracias.
La situación de la minera estatal se torna aún más dramática al tomar en cuenta sus alternativas de financiamiento internas. A la fecha las AFP, es decir, los cotizantes del sistema previsional privado, poseen bonos de Codelco por un total 850 millones de dólares. Menos de la mitad de lo que han invertido las AFP en bonos y acciones Cencosud (2.624 millones) o Falabella (879 millones).
Son cifras de la Superintendencia de Pensiones y una radiografía del sustrato ideológico que subyace al sistema. Generosidad y optimismo para financiar al retail; desinterés por la empresa pública. Lo mismo ocurre con EFE, Metro, Enap o Correos de Chile: recogen las migajas.
A la hora de la verdad, la mineras privada extranjera (BHP, Anglo American, etc.) y las locales (Pelambres) pagan un royalty exiguo y/o derechamente eluden el impuesto de primera categoría, como han demostrado estudios recientes (Alcayaga, Sturla, López) con cifras y conceptos.
Las mineras manejan sus cifras de venta para reducir el pago de impuestos mediante al menos tres vías: endeudamiento con empresas financieras relacionadas, precios de transferencia a empresas comercializadoras relacionadas y mercados futuros.
En los ciclos positivos de precio, las mineras invocan los pagos de intereses por préstamos que contrajeron con una filial constituida en algún paraíso fiscal. Declaran también precios de transferencia a comercializadoras que también forman parte del mismo grupo minero internacional. Abultando los intereses y declarando precios de transferencia inferiores a los del mercado, las mineras reducen mañosamente sus utilidades y su base imponible: menos impuestos para el fisco.
Ante estos hechos, sostenidos con cifras y conceptos, la respuesta de los economistas transversales y derechamente derechistas ha sido feroz. A menudo recurren a descalificaciones ad hominem, dando cuenta así de una cierta desesperación.
El aporte de Codelco a las arcas fiscales viene a la baja desde hace muchos años y es de mala fe sostener que un ciclo de alza de precios lo hará aumentar de manera proporcional. Esto no ocurre así porque la mayor parte de los contratos de compra y venta del mineral son directos, entre vendedor y comprador, y no reflejan inmediatamente las oscilaciones del precio de coyuntura o spot en el mercado de metales de Londres. Es cobre, no cajas de tomate.
Si quieren financiar gasto social y pensiones, cóbrenle a las mineras privadas lo que realmente deben pagar por explotar un recurso natural de la nación.