El golpe de Estado fallido en Turquía está complicando las relaciones del gobierno de Ankara con sus principales socios, Estados Unidos y la Unión Europea, indican los expertos. Sin embargo, las tensiones de las últimas semanas no deberían modificar completamente las relaciones exteriores de Turquía ni llevar al país a aliarse con Rusia, estiman los observadores.
Desde la intentona golpista del 15 de julio, el presidente Recep Tayyip Erdogan acusa a sus aliados occidentales «de apoyar el terrorismo y los golpistas», de no haber venido a Turquía a apoyarle y de criticarlo cuando quiso lanzar un mensaje en directo por vídeo durante una manifestación en su apoyo de la diáspora turca en Colonia (Alemania).
El martes, el primer ministro Binali Yildirim pidió de nuevo a Estados Unidos la extradición del predicador Fethullah Gülen, exiliado en Pensilvania y considerado por Ankara como el cerebro del «complot del extranjero». Un ministro turco llegó incluso a acusar a Estados Unidos de estar implicado en el golpe fallido y, según un ex jefe de Estado Mayor turco, la CIA estaría detrás de la intentona.
«Si Estados Unidos aprovecha esta oportunidad de oro [para extraditar a Gülen] el problema entre los dos socios estratégicos se habrá arreglado», dijo Yildirim. Pero el caso Gülen continuará complicando a largo plazo las relaciones entre Ankara y Washington porque la extradición parece poco probable. A pesar de la escalada verbal, Estados Unidos continúa diciendo que Turquía es una nación amiga y aliada dentro de la OTAN pero al mismo tiempo no tiene prisa en estudiar la posible extradición del predicador.
La posición geográfica de Turquía la convierte en una pieza clave para la OTAN, sobre todo en la lucha contra el yihadismo, En particular, es indispensable la base aérea de Incirlik, en el sur del país, para desarrollar los ataques estadounidenses contra el grupo Estado Islámico (EI) en Siria e Irak Al mismo tiempo, para Turquía pertenecer a la OTAN le aporta seguridad.
«Cualquier intento de ir hacia el centro de Asia no tendría ninguna probabilidad de éxito», asegura un experto turco, en referencia a una posible adhesión del país a la Organización de Cooperación de Shanghai, que incluye a Rusia y China. «Acercamiento» con Rusia El intento de golpe también ha complicado las relaciones ya de por si complejas de Turquía con la Unión Europea. Frente a la purga que está llevando a cabo el gobierno en el ejército, la justicia y las administraciones públicas tras el golpe, Bruselas amenaza con suspender las largas negociaciones de adhesión al bloque.
Austria ya ha pedido poner fin a la «ficción» de que un día Turquía pueda entrar en la UE, una idea que comparten muchos responsables en Bruselas aunque no lo dicen en público. Pero Turquía amenaza con romper el acuerdo de marzo pasado con la UE sobre los migrantes, un acuerdo que ha permitido frenar considerablemente la llegada a Europa Occidental de miles de migrantes, un gran alivio para muchos gobiernos europeos.
En este contexto, Turquía parece acercarse a Rusia. El ministro turco de Relaciones Exteriores, Mevlüt Cavusoglu, agradeció al presidente ruso Vladimir Putin «por el apoyo incondicional de Rusia, al contrario de los demás países» tras el intento de golpe. El presidente Erdogan visitará Rusia el próximo 9 de agosto para cerrar varios meses de conflicto diplomático. «Sin embargo no estamos ante una alianza aunque sí existe un acercamiento», matiza Jean Marcou, un especialista de Turquía en Sciences Po Grenoble.
También destaca que en este acercamiento hay sobre todo «motivos económicos evidentes» y que ambos países tienen todavía demasiados desacuerdos sobre conflictos como los de Siria o Ucrania.