50 años de la Revolución de los Claveles: El hito que marcó el fin del autoritarismo y colonialismo portugués en África y Asia

El derrocamiento de la dictadura portuguesa no solo tuvo consecuencias a nivel interno, sino que también impactó profundamente la situación geopolítica internacional. Esto no fue sorpresivo, dado que en ese entonces Portugal era uno de los últimos países que mantenía un carácter colonialista.

50 años de la Revolución de los Claveles: El hito que marcó el fin del autoritarismo y colonialismo portugués en África y Asia

Autor: El Ciudadano

Fueron 41 años de régimen autoritario -liderado en primera instancia por Antonio de Oliveira Salazar y luego por Marcelo Caetano, tras el fallecimiento del primero- los que llegaron a su fin el 25 de abril de 1974 en Portugal, cuando fuerzas militares, con apoyo del pueblo portugués, realizaron un Golpe de Estado que comenzó durante la noche del día anterior y finalizó a las 18:45, con la rendición de Caetano ante las fuerzas militares.

Este Golpe estuvo marcado por la ausencia de un enfrentamiento armado directo entre las fuerzas militares y las de un gobierno que, desde un principio, carecía de los medios o el respaldo popular para responder a la insurrección.

Tal situación quedó demostrada cuando el pueblo portugués salió masivamente a las calles para dar su apoyo a las fuerzas golpistas. Fue en este momento cuando la camarera Celeste Caeiro se contagió del entusiasmo general y comenzó a regalar los claveles -que llevaba para un evento- a los soldados, quienes en su mayoría los pusieron en la boca de sus cañones, dando origen al símbolo y nombre de la revolución.

Pese a lo icónico de este símbolo, Felipe Agüero, profesor de Ciencia Política de la Facultad de Gobierno de la U. de Chile, plantea sus reparos con denominarla una revuelta popular, que es como suele ser calificada, dado el momento que le dio el nombre a la revolución.

Al respecto, explica que, si bien existió de un apoyo popular por parte de la ciudadanía, quienes gestaron y dirigieron el golpe fueron las fuerzas militares: «La llamaría una revuelta militar con apoyo popular por la forma que tomó el movimiento en sustitución de la dictadura. Luego hubo una movilización militar que tuvo gran inestabilidad porque había distintas facciones y que empezó más tarde a eliminar algunos rasgos iniciales que habían impuesto los militares en el nuevo gobierno post dictadura», señala Agüero.

A 50 años de este evento, su conmemoración despierta una serie de reflexiones sobre democracia e institucionalidad. Así lo plantea el embajador de Portugal en Chile, Carlos Sousa, quien destaca que un gran porcentaje de la población portuguesa actual nació en democracia, marcando un contraste con las generaciones que vivieron el Estado Novo y la Ditadura Nacional.

«Además de propiciar el retorno de la democracia, también abrió todo un camino que ha conducido al desarrollo económico y social, y sobre todo, a la adhesión de Portugal a la Unión Europea 12 años después», destaca Sousa.

El embajador enfatiza el enorme atraso del país en comparación con otras naciones de Europa Occidental durante la dictadura. En este sentido, el fin del Estado Novo marcó el inicio de un acelerado crecimiento nacional.

«A modo de ejemplo, el proceso de expansión y democratización de la enseñanza superior en Portugal, que tuvo lugar después de 1974, fue tal que la situación portuguesa se aproximó a la general de los países más desarrollados. Otro ejemplo de los logros que solo fueron posibles después de abril de 1974 fue la creación, en 1979, del Sistema Nacional de Salud, mediante el cual el Estado portugués garantiza el derecho a la salud de todos sus ciudadanos», comenta el diplomático.

La revolución que puso fin al colonialismo

El derrocamiento de la dictadura portuguesa no solo tuvo consecuencias a nivel interno, sino que también impactó profundamente la situación geopolítica internacional. Esto no fue sorpresivo, dado que en ese entonces Portugal era uno de los últimos países que mantenía un carácter colonialista, teniendo el control de distintos territorios en África y Asia.

Esta situación gatilló la Guerra Colonial Portuguesa en 1961, conflicto armado con las colonias africanas que se extendió por 13 años.

En esa línea, el profesor Agüero afirma que esta guerra se volvió en el punto de golpe que gatilló la Revolución de los Claveles, ya que Portugal era uno de los últimos bastiones del colonialismo en Europa.

«Portugal era un rezagado al mantener todavía colonias activas con presencia militar. Entonces, este acto de descolonizar fue uno de los principales fundamentos del Golpe contra el régimen de Salazar», sostiene el académico de la U. de Chile.

El embajador Sousa complementa que esta guerra no poseía mucho respaldo para 1974, siendo vista como un conflicto innecesario tanto por la ciudadanía como por las fuerzas armadas.

«Los militares que llevaron a cabo la Revolución de los Claveles habían participado en las guerras coloniales iniciadas en 1961 y, trece años después, ya no creían en una solución militar para la cuestión de las colonias», indica el diplomático portugués.

Fue así que, tras el Golpe de Estado, los gobiernos de Portugal crearon las condiciones para la descolonización e independencia de las colonias. De esta forma, en 1975, Angola, Cabo Verde, Guinea-Bissau, Mozambique y Santo Tomé y Príncipe obtuvieron su independencia.

«Portugal, desde entonces, ha conseguido establecer y mantener relaciones muy estrechas con sus antiguas colonias, con especial énfasis en la Comunidad de Países de Lengua portuguesa (CPLP), organización de la que también forman parte Brasil y Guinea Ecuatorial», concluyó Sousa.


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