La CIA, el Congreso de Estados Unidos y una comisión especial de la ONU han coincidido en que el príncipe Mohamed bin Salman estuvo al tanto de la decisión de asesinar al periodista en el consulado en Estambul
El 2 de octubre de 2018, el periodista saudí Jamal Khashoggi entró al consulado de su país en Estambul, Turquía, y nunca más se le volvió a ver. Días después se confirmó que fue asesinado en la sede diplomática por agentes de Arabia Saudí. Un año después aún no se ha producido condena alguna y el mundo pide justicia.
Este crimen desató un repudio global y puso a la familia real saudí en el centro de la polémica, debido a su presunta implicación.
El príncipe heredero, Mohamed bin Salman, sobre quien pesan las sospechas de estar a la cabeza del crimen, admitió por primera vez haber tenido «responsabilidad» sobre el hecho, porque ocurrió «bajo mi supervisión», aunque descartó tener conocimiento del plan para asesinar al periodista.
En sus artículos, Khashoggi, quien colaboraba con el diario norteamericano The Washington Post, era muy crítico con el régimen saudí.
El 2 de octubre de 2018 ingresó a consulado para solicitar unos documentos que requería para casarse con su prometida turca, Hatice Cengiz, y nunca volvió a salir, al menos con vida.
Un año después, su cuerpo, o lo que quede de él, ya que según las hipótesis manejadas en Turquía fue desmembrado tras su asesinato, sigue sin aparecer y los culpables sin recibir castigo.
Un periodista incómodo para Arabia Saudí
Khashoggi, de 59 años de edad, se había exiliado en 2017 en Estados Unidos, tras criticar las políticas del príncipe heredero, Mohammed bin Salman, especialmente, en su arremetida contra Yemen.
En la nación norteamericana se desempeñaba como columnista del diario The Washington Post, en el que denunciaba el miedo, la intimidación y las detenciones de intelectuales que expresan opiniones y posturas contrarias a la familia real en Arabia Saudita.
«Cuando era editor en el Reino cruzaba las líneas rojas», indicó su amigo David Ignatius, columnista de asuntos exteriores de The Washington Post y periodista de investigación. «Lo que vi con Jamal es que siguió metiéndose en problemas por decir lo que pensaba«.
Las críticas de Khashoggi incomodaban a Mohammed bin Salman, quien busca ser visto en Occidente como un reformista y un innovador con una nueva visión para su país.
«Creo que eso molestó especialmente al Príncipe heredero, quien pedía continuamente a su equipo que hiciera algo sobre el problema de Jamal«, señaló Ignatius, al tiempo que planteó que en Estambul, los saudíes tuvieron la oportunidad de «hacer algo» respecto a Khashoggi.
Asesinato en el consulado
Las últimas imágenes del periodista con vida registraron su entrada al consulado. Horas después, su prometida reportó su desaparición al darse cuenta que no salía del recinto.
En principio, el reino saudí negó estar implicadó en la desaparición del periodista y aseguró que este había salido del consulado con vida. Luego, un grupo de investigación proveniente de esa nación revisó la sede diplomática en los días siguientes, mientras que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, pedía explicaciones. Solo diez días después se permitió el ingreso de los investigadores.
Pasaron 16 días antes de que se confirmara el asesinato de Khashoggi. Los escabrosos detalles del crimen, muchos todavía sin confirmar, llegaron con el paso de los meses.
El consulado saudí estaba intervenido con micrófonos del servicio de inteligencia turco, por lo que todo fue grabado, desde la planificación para matarlo hasta su ejecución.
A finales de octubre pasado, el Presidente turco compartió las grabaciones del asesinato con autoridades de Arabia Saudí, Estados Unidos, Alemania, Francia y Reino Unido, e instó a que Riad identificara al asesino de Khashoggi entre un equipo de 15 agentes de inteligencia que supuestamente, según la parte turca, voló a Estambul con el objetivo de matar al periodista.
En junio de este año, Agnes Callamard, relatora especial sobre ejecuciones extrajudiciales de la Organización de las Naciones Unidas publicó un informe sobre el asesinato y la desaparición de Khashoggi.
Para su investigación, realizó entrevistas y trabajó con audios del consulado saudí en Estambul.
En una de las conversaciones que reporta el informe, minutos antes de que Khashoggi ingresara al Consulado, se menciona que uno de los oficiales le contesta a otro que «no sería posible meter ‘el tronco’ en una bolsa porque sería ‘muy pesado'».
El documento reveló que el doctor Salah Muhammed al-Tubaigy, jefe del Consejo Científico Saudí de Ciencias Forenses, dijo en esa conversación: «Será fácil. Las articulaciones estarán separadas. No será un problema. El cuerpo es pesado. Es la primera vez que corto en el terreno».
Por su parte, el portal turco de noticias Haberturk publicó transcripciones de las grabaciones de audio de los últimos momentos de vida del periodista.
Esas transcripciones revelaron que Khashoggi murió estrangulado con una cuerda “o algo así, como una bolsa de plástico”, aunque el procurador saudí afirmó que fue asesinado mediante una inyección letal después de que “las conversaciones con él fracasaran”.
El portal Habertürk informó que en una de las dos grabaciones se puede escuchar cómo el escuadrón saudí apresó a Khashoggi inmediatamente después de su ingreso a la delegación diplomática.
Entre la disputa de Khashoggi y sus cuatro captores se puede escuchar: «¡Suelten mi brazo! ¿Qué creen que están haciendo?».
«Me estoy asfixiando» fueron las últimas palabras que pronunció antes de ser asesinado.
Audios reveladores
Solo unas pocas personas han escuchado las cintas de las grabaciones y una de ella es, Helena Kennedy, abogada británica y experta en derechos humanos, quién relató a BBC cómo fue la agonía de Jamal Khashoggi.
«El horror de escuchar la voz de alguien, de oír el miedo en su voz, y [saber] que estás escuchando algo [que ocurrió] en vivo hace que sientas escalofríos por todo tu cuerpo«.
Se refirió las conversaciones que escuchó entre los miembros del escuadrón de la muerte saudita.
«Puedes oír cómo se ríen. Es un asunto escalofriante. Están ahí esperando, sabiendo que ese hombre va a llegar y será asesinado y descuartizado», dijo Kennedy quien también forma parte del equipo liderado por Agnès Callamard, la relatora especial de las Naciones Unidas.
También existen grabaciones de al menos cuatro llamadas telefónicas que se produjeron el 28 de septiembre entre el consulado y Riad. Las conversaciones entre el cónsul y el jefe de seguridad del Ministerio de Asuntos Exteriores saudí giraron en torno una misión «de deber nacional» de alto secreto.
«No tengo duda alguna de que fue una misión seria y altamente organizada que venía desde arriba (…) No fue una operación excéntrica y rebelde de tipo individual», indicó Kennedy.
También indicó que en otras grabaciones se puede escuchar al forense Salah al Tubaigy hablando y riéndose sobre “cómo y cuándo estaría haciendo autopsias. Se les escucha riéndose», contó Kennedy.
«Es la primera vez en mi vida que tendré que cortar los pedazos en el suelo, incluso si eres carnicero, cuelgas al animal para hacerlo», expresó el forense, según relató Kennedy.
«Hablan sobre cuándo llegará Khashoggi y dicen, ‘¿ha llegado ya el animal a sacrificar?’. Así es como se refieren a él», subrayó.
La abogada británica relató a BBC que las grabaciones revelan también que un comité de recepción lo recibió y le dijo que había una orden de arresto de la Interpol y que debía regresar a Arabia Saudí.
También que se escucha al periodista negándose a enviar mensajes de texto a su hijo para asegurarle a la familia que está bien, “y luego se puede sentir el silenciamiento de Jamal Khashoggi”.
«Hay un momento en el que puedes escuchar a Khashoggi pasar de ser un hombre seguro de sí mismo a una persona con miedo -ansiedad y terror creciente- y después sabes que algo fatídico va a suceder. Hay algo absolutamente espeluznante en el cambio de voz. La crueldad se manifiesta al escuchar las cintas», dijo.
Asimismo, indicó que escuchó al periodista preguntar dos veces si estaba siendo secuestrado y decía: “¿Cómo puede ocurrir esto en una embajada?«.
Kennedy cree que, posteriormente, y siguiendo órdenes del líder del grupo, el forense se hizo cargo.
«Se escucha una voz joven diciendo, ‘Déjale cortar a él’ y después, alguien grita: ‘Se acabó’, y alguien más grita: ‘Quítalo, quítalo. Pon esto en su cabeza. Envuélvelo’. Solo puedo suponer que le cortaron la cabeza», expresó .
Implicación real
La CIA, el Congreso de EE. UU. y una comisión especial de la ONU coinciden en que el príncipe Mohamed bin Salman estuvo al tanto de la decisión de asesinar al periodista saudita.
En un avance del documental ‘El príncipe heredero de Arabia Saudí’, el monarca fue consultado sobre el crimen y respondió: «Esto pasó durante mi mandato. Asumo toda la responsabilidad porque ocurrió bajo mi supervisión».
Sin embargo, la admisión de la responsabilidad fue parcial, porque insistió una vez más que desconocía el plan para asesinar a Khashoggi. Consultado sobre cómo pudo producirse el crimen sin que él lo supiera, remarcó que «somos 20 millones de personas y tenemos tres millones de empleados gubernamentales».
Cuando le preguntaron si los empleados públicos podían hacer uso de uno de sus aviones, Bin Salman señaló que «tenemos funcionarios, ministros para seguir asuntos y ellos son responsables» y «tienen la autoridad para hacer eso».
¿Alguien piensa hacer algo?
Al cumplirse un año del asesinato de su pareja, Hatice Cengiz, volvió a alzar la voz para exigir justicia.
A través de un artículo publicado en The Guardian, Cengiz se pregunta cómo pudo producirse un crimen de odio de tal magnitud y quedar impune ante el mundo.
“La Fiscalía General de Estambul emitió un comunicado oficial: Jamal fue estrangulado y desmembrado. Su cuerpo fue destruido. Un acto bestial, cruel y despiadado. ¿Qué crimen cometió para que le hicieran eso? ¿Por qué razón lo asesinaron de una forma tan atroz? Es un odio que no tiene explicación”, indicó.
“No hay cuerpo ni tumba. Sigo sin un lugar en el que llorarlo. La ilegalidad y la crueldad de la muerte de mi prometido es tan inconcebible como la manera en que sus asesinos lo ejecutaron. Fue una agresión contra un reformador y no contra un enemigo del Gobierno saudí, un hombre al que solo le movían los intereses de su pueblo”, denunció.
Relató que a lo largo de un año ha viajado a Bruselas, Londres y Washington, visitado el Parlamento Europeo, el Congreso de Estados Unidos, siempre con un solo objetivo: que se haga justicia con Jamal. “Pero esa justicia sigue sin llegar pese a la frialdad, crueldad y evidente ilegalidad de su asesinato”, condenó.
Asimismo, señaló que ha notado una oleada de apoyo, pero también el silencio de muchos otros, interrumpido solo con débiles críticas al Gobierno saudí. “Cuando lo que hace falta es denunciarlo abiertamente”.
Las palabras de Cengiz han sido especialmente duras contra el Gobierno de Donald Trump, que tiene más poder que ningún otra para lograr un cambio, pero no ha dicho nada, “nada que se parezca a una denuncia o a una promesa de investigar, que sería lo moralmente correcto”.
Lo cierto es que el inquilino de la Casa Blanca se ha resistido a culpar directamente al Gobierno saudí, temiendo que ello afecte las ventas de armas empleadas por Riad en su conflicto bélico con Yemen.
“En estos 12 meses de viaje he aprendido algo: las acciones del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, no tienen consecuencias políticas ni en su país ni en el extranjero. Y eso no cambiará hasta que aliados clave de su Gobierno, como Estados Unidos y el Reino Unido, se unan a mí para pedir justicia”, culminó Cengiz.