Alcalde alemán de 32 años equilibra economía y crea puestos de trabajo

En una localidad alemana, un joven político trabajó frente a todos los prejuicios de tener poca edad. Para sorpresa de sus electores, el alcalde liquidó grandes deudas, generó mayor porcentaje cultura, y para colmo de su oposición, fue reelecto con el 95% de los votos.

Alcalde alemán de 32 años equilibra economía y crea puestos de trabajo

Autor: Nicolas Curi

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En una época de crisis económica y desafección política en los países europeos, la localidad alemana de Monheim destaca por la estabilidad de sus finanzas. Daniel Zimmermann, de 32 años de edad, ocupa la alcaldía de este municipio desde el año 2009 y fue reelecto con un apoyo mayoritario del 95% entre los ciudadanos de Monheim.

La clave del éxito de este joven alcalde es haber sabido sanear las cuentas públicas y haber liquidado todas las deudas. Actualmente el ayuntamiento está ahorrando para el año que viene y ya dispone de 130 millones de euros en reserva. Todo ello sin haber tenido que aplicar recortes sociales en un país donde la austeridad marca la agenda política y económica.

Condiguió lograr su objetivo haciendo una considerable rebaja fiscal a las empresas, lo que favoreció que corporaciones y multinacionales como Ecolab decidan instalar allí su sede para desarrollar su actividad.

La llegada de nuevas empresas no solo incrementó los ingresos del municipio, sino que, además, es una fuente de generación de empleo. Inevitablemente, la gente está muy satisfecha y eso se refleja en el resultado electoral, explica Zimmermann. Además, la prosperidad económica de la localidad permite ofrecer guarderías gratuitas e incluso inaugurar una escuela de música, como ocurrirá próximamente.

Zimmermann, que pertenece a un partido independiente y no profesa ideología alguna, afirma que a la hora de votar lo que los ciudadanos quieren es un alcalde que resuelva los problemas que les afectan. “Tener una ideología ayuda a compartir principios y actitudes. Eso es normal. Pero cuando la ideología ciega el sentido común (y el bien común), entonces ya es una enfermedad”, agrega.

Fuente: Buen Diario

 


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