Durante una sesión del Consejo de Seguridad de la ONU, se discutió sobre los ataques atentados recientes, lo cuales han sido motivados, en su mayoría, por la ideología de «ultraderecha» o «extrema derecha».
De acuerdo al reporte de António Guterres, secretario general de la ONU, la atención hacia los ataques se concentraban en grupos como Al Qaeda, pero la violencia ha crecido en el mundo, la cual es facilitada por las plataformas de internet.
El Comité contra el Terrorismo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas detectó un aumento de 320% en ataques cometidos bajo banderas de ultraderecha entre 2014 y 2018. Indicó también la creciente frecuencia y la alta letalidad de estas agresiones.
Además, preocupa que para realizar muchos de estos ataques no fue necesario contar con líderes, estructuras de apoyo ni gran financiamiento, y fueron perpetrados por individuos (llamados lobos solitarios) o grupos minúsculos, lo que hace mucho más difícil detectar planes sangrientos y prevenirlos. En varias ocasiones, los agresores actuaron al sentirse inspirados por atentados cometidos a miles de kilómetros de sus lugares de residencia, por personas a las que nunca conocieron, así como por las narrativas que dejaron sembradas.
La inquietud es tal que el informe: «Atentados terroristas motivados por la xenofobia, el racismo y otras formas de intolerancia o cometidos en nombre de la religión o las creencias» no fue una iniciativa del secretario general sino realizado por su oficina a solicitud de diversos estados miembro de la ONU, que consideran que la violencia ultraderechista ha dejado de ser un problema doméstico, atendible por fuerzas locales, pues la ven como la forma de terrorismo internacional de más rápido crecimiento.
En general, dice el documento, distintas agencias de la ONU han confirmado el “incremento de la xenofobia, el racismo, la intolerancia, la misoginia violenta, el antisemitismo y el odio antimusulmán en todo el mundo”.
Una de las dificultades para la colaboración internacional, advierte el reporte, es que cada país tiene definiciones legales y terminologías distintas para este problema, como “extremismo violento”, “terrorismo de derecha” o “terrorismo motivado racial y étnicamente”.
La solución mínima, por el momento, en lenguaje de la ONU, parece una palabra en algún lenguaje extraterrestre: atentados terroristas XRIRB, por “xenofobia, racismo y otras formas de intolerancia o cometidos en nombre de la religión o las creencias”.
El informe señala, en todo caso, que las diferencias en la categorización pueden inhibir la asistencia legal mutua, las solicitudes de un país a otro para congelar los activos de un grupo violento y el intercambio de información.
Otro riesgo indicado es que introducir una definición sub-inclusiva puede legalizar actividades peligrosas, en tanto que una sobre-inclusiva puede criminalizar comportamientos que están protegidos por la ley internacional humanitaria.
Este punto fue recogido en la sesión del Consejo de Seguridad de la ONU del 15 de diciembre, por el embajador mexicano Juan Ramón de la Fuente, quien insistió en la necesidad prioritaria de una convención sobre terrorismo internacional que genere certidumbre y les ponga fin a las definiciones unilaterales.
Pandemia del Covid-19
El informe señala que la pandemia ha hecho que “las personas sean más susceptibles a la radicalización” porque “ha agudizado las fragilidades y desigualdades profundas”, por “el aislamiento social” y por “una mayor presencia en línea”.
Gracias a las plataformas de internet, los extremistas han podido crear “nuevas redes, ampliar su alcance e influencia mediante el intercambio de grandes volúmenes de materiales y recursos, reclutar a nuevos partidarios y movilizar a los existentes, recaudar fondos a nivel transnacional, difundir teorías conspirativas e incitar a la violencia”.
Además, el uso de manifiestos para describir ideología, motivación y tácticas de los atentados, así como la transmisión en directo de los ataques (el de Christchurch por Facebook y el de Buffalo por Twitch), “son otros indicios del afán por atraer publicidad internacional e inspirar acciones similares a escala mundial”.
El informe de la ONU alerta que los ataques motivados por la ideología ‘de ultraderecha‘ o ‘de extrema derecha‘ también tienden a demostrar intolerancia en relación con la orientación sexual y la identidad de género.
“La misoginia suele estar presente en los argumentos aducidos para justificar los ataques lanzados por esas personas o grupos, lo que pone de relieve la intersección del extremismo y la violencia de género. Esos argumentos se caracterizan por una masculinidad violenta y se solapan con las teorías conspirativas, vinculando el feminismo al supuesto declive de la familia y el descenso de la tasa de natalidad en determinadas partes del mundo”, subraya.
Con información de Milenio
Foto: Archivo El Ciudadano
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