Tras el bombardeo de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña contra Siria, ha llamado la atención del mundo la similitud del libreto utilizado por Trump y sus aliados para justificar esta nueva acción bélica, con el esgrimido en el 2003 en la invasión a Irak. En ambos casos, se argumentó que los regímenes de estos países tendrían -y en el caso de Siria, utilizado- armas químicas y biológicas.
Hagamos memoria. Recordemos que antes de que comenzara la invasión a Irak, el entonces primer ministro británico, Tony Blair, aseguró en el Parlamento de su país que, de acuerdo con datos de la inteligencia, el programa de armas nucleares, químicas y biológicas iraquí se encontraba operativo y en expansión.
Sin embargo, un reportaje documental emitido por la cadena británica BBC reveló que las agencias de inteligencia británica y estadounidense sabían que Irak no contaba con un programa activo de armas de destrucción masiva.
El reportaje describe cómo Naji Sabri, ministro de Asuntos Exteriores de Saddam Hussein, informó al jefe de la Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) en París, Bill Murray, que en lo referente a armas de destrucción masiva «Irak no tenía prácticamente nada».
Asimismo, el documental indica que tres meses antes de la invasión, un agente del Servicio de Inteligencia Secreto británico (MI6) se reunió con el jefe de inteligencia de Saddam Hussein, Tahir Jalil Habbush Al-Tikriti, y afirmó que ese país no albergaba ese tipo de armamento. Ese encuentro se llevó a cabo en la capital jordana, Amman, días antes que el Gobierno británico publicara su polémico expediente sobre las armas de Irak en 2002, un dossier que se empleó para justificar una guerra que acabó con la vida de cientos de miles de personas.
Lord Butler, un funcionario público que trabajó con varios primeros ministros británicos y que encabezó el comité parlamentario que investigó los informes secretos sobre Irak, señala que nunca se le notificaron los comentarios de Sabri y recalca que los ciudadanos británicos fueron realmente engañados.
Por otro lado, el servicio de inteligencia británico aseguró en aquella época que Irak estaba comprando uranio de Níger, pese a que dichas afirmaciones fueron descartadas por otras agencias de inteligencia.
Así, una vez «preparado el terreno», las fuerzas armadas de EE.UU., al igual que esta vez en Siria, atacaron Irak saltándose todas las resoluciones de las Naciones Unidas y del Consejo de Seguridad, y derrocaron sangrientamente al régimen de Saddam Hussein, con el pretexto de que poseía «terribles» armas de destrucción masiva que jamás fueron halladas.
Se estima que en total, más de un millón de iraquíes murieron a causa de esta invasión y de la posterior ocupación estadounidense del país, proceso que cuenta con terribles registros de asesinatos masivos, masacres, violaciones a niñas y mujeres, torturas y saqueos por parte de las tropas invasoras.
Agencias