Al menos 250 personas han sido asesinadas durante la represión de las protestas contra el golpe militar en Birmania, según la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP), señaló una nota de Sputnik.
«Se ha confirmado la muerte de 250 personas a raíz del golpe militar. Este es el número documentado y verificado por la AAPP, mientras que el número real de muertos podría ser mucho mayor», publicó la ONG citada.
Un manifestante murió el 21 de marzo en Monywa, al noroeste de Mandalay, y otro en Rangún; también se agregó a la lista una víctima del día anterior.
Hasta el 21 de marzo, al menos 2.665 personas han sido detenidas, imputadas o condenadas en relación con el golpe militar del 1 de febrero; de ellas, 375 han sido liberadas y las restantes 2.290 continúan bajo custodia, tienen cargos pendientes o evaden el arresto.
El 1 de febrero pasado, pocas horas antes de constituirse el nuevo Parlamento de Birmania, los militares dieron un golpe de Estado, detuvieron a numerosos líderes políticos, entre ellos el presidente Win Myint y la consejera de Estado Aung San Suu Kyi, y decretaron estado de emergencia por un año.
Los altos mandos del ejército, que habían gobernado Birmania durante décadas, justifican el golpe por las denuncias de fraude masivo en las elecciones generales de noviembre pasado, que dieron una clara victoria a la Liga Nacional para la Democracia.
La asonada generó un amplio repudio internacional y una oleada de protestas en Birmania, con miles de personas desafiando la represión y protagonizando protestas callejeras y acciones de desobediencia civil para reivindicar la restauración del gobierno civil y la liberación de los presos políticos. Más del 70% de los funcionarios públicos, entre ellos trabajadores de salud, se unieron a la campaña de desobediencia.
Los manifestantes levantan barricadas en varias ciudades de Birmania y usan hondas y arcos improvisados para lanzar proyectiles contra militares y agentes de seguridad que intentan dispersarles con cañones de agua, gas lacrimógeno, balas de goma y municiones reales.
Además, las fuerzas de seguridad realizan periódicamente registros y redadas nocturnas para detener a las personas identificadas con la ayuda de tecnologías de reconocimiento facial. Los familiares de muchos detenidos desconocen su paradero actual, según los diarios The Irrawaddy y Mizzima.