La población de la República Democrática del Congo parece estar viviendo, desde finales de 2016, una película de terror, en la que las violaciones masivas y el canibalismo forman parte de las atrocidades a las que da licencia la guerra.
En un informe que publicó esta semana, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) registró este tipo de abusos y reiteró que la situación del país «sigue siendo motivo de gran preocupación».
De acuerdo con los datos recopilados por la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, entre enero y mayo hubo 2.858 violaciones, un número mayor a los 2.332 casos registrados en ese mismo período de 2017.
Incluso más grave, «los miembros de las fuerzas armadas congoleñas parecen haber sido responsables de un tercio de las violaciones y abusos, incluida la violencia sexual».
En total, se contabilizan 4,4 millones de desplazados internos por el conflicto entre las milicias Kamuina Nsapu, Bana Mura y las fuerzas armadas de aquella nación africana, junto a a otros grupos, reseñó RT.
A todo esto se le suman los enfrentamientos entre los habitantes de aldeas distintas que generan un éxodo masivo, más los acribillamientos y las decapitaciones.
En algunas provincias, la ONU registró el envío de niños a la batalla «solo con palos». En 2017 una víctima dijo que vio a un grupo de milicianos portar genitales femeninos como medalla, según reseñó Reuters en una nota de prensa, en la que también señalaron que «algunos testigos recordaron haber visto a personas cortando, cocinando y comiendo carne humana, especialmente de las fuerzas estatales, y bebiendo sangre».
En el informe, la ONU no da muchas esperanzas a que las cosas cambien con el proceso electoral que está pautado para diciembre de este año, porque considera que no hay garantías suficientes.