El número desplazados forzados aumentó en dos millones en los primeros nueve meses de este año, frente a los 65,6 millones que totalizaban al final de 2016, dijo hoy la ONU.
Esos desplazados forzados «suelen estar enfermos, traumatizados y hambrientos, en lugares remotos, en comunidades afectadas por la pobreza y el subdesarrollo», señaló el alto comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi.
Con esos datos -incluidos en una extensa presentación de las crisis de desplazados y refugiados en el mundo, así como de los requerimientos financieros para atenderlos-, Grandi inauguró la 68 reunión anual del Comité Ejecutivo de la Agencia de Naciones Unidas par los Refugiados (ACNUR), de la que es el máximo responsable.
La tragedia humanitaria que se ha gestado por la huida en tan sólo cinco semanas de medio millón de rohinyás de Birmania a Bangladesh, así como el flujo masivo de refugiados que han escapado en el mismo periodo de Sudán del Sur (50.000) y de la República Centroafricana (18.000) fueron las situaciones más urgentes que citó Grandi en su discurso.
El alto comisionado hizo mención aparte de la situación en la zona norte de Centroamérica, donde «decenas de miles de hombres mujeres y niños están en continuo movimiento buscando un lugar donde refugiarse de las pandillas criminales».
Otra grave situación ocurre desde 2015 en Yemen, donde casi tres millones de personas han sido desplazadas internamente, mientras el país enfrenta al mismo tiempo una grave epidemia de cólera, el riesgo de hambruna y las consecuencias de un conflicto armado.
Grandi también mencionó la crisis de refugiados que cruzan el Mediterráneo hacia Europa, así como las crisis de larga data de refugiados de Somalia, Afganistán y Burundi.
Fuera de Asia y África, las únicas situaciones preocupantes citadas fueron las de Ucrania, donde persiste un conflicto separatista; y de Venezuela, donde la crisis política acoplada a graves penurias económicas han provocado que muchos opten por el exilio.
Sin embargo, Grandi no ofreció detalles sobre estas dos últimas situaciones, ni evaluó su alcance.
«El cierre de fronteras, medidas para limitar las admisiones, procedimientos que limitan el asilo, la detención indefinida (de inmigrantes) y las presiones para retornos prematuros desgraciadamente han proliferado», lamentó.
Según el organismo, 1,2 millones de personas necesitan ser reubicadas en el mundo, pero la suma de todas las ofertas de los países hace pensar que en el mejor de los casos sólo habrá 100.000 plazas en 2017, lo que representa un 43 % por debajo del año pasado