La llamada de auxilio de Italia a la UE por la crisis migratoria no ha surtido el efecto que el Gobierno de Paolo Gentiloni deseaba. La Comisión Europea ha respondido este martes de forma borrosa, con un compromiso para elaborar un código de conducta de las ONG que trabajan en el Mediterráneo y un plan para acelerar la reubicación de los refugiados. Lejos de apaciguar las aguas, el Gobierno austriaco busca blindarse frente a posibles tránsitos migratorios y ha anunciado que está listo para sellar su frontera con Italia con 750 soldados y cuatro tanques.
El norte de Italia vuelve a ser el cuello de botella del flujo migratorio que desembarca en Sicilia —este año lo harán unas 220.000 personas—y que atraviesa el país para llegar a otros lugares de Europa. Los dos pasos principales, la frontera con Francia en Ventimiglia (Liguria) y los confines alpinos con Austria, en Brennero, han quedado sellados por sus respectivos países y los migrantes rebotan contra los insólitos controles sin otro remedio que regresar a Italia. Austria, sin embargo, fue un paso más allá este martes al declararse preparada a desplegar sus tropas. El país dispone ya de 750 soldados listos para sellar el paso con Italia en el plazo de 72 horas pese a que no han aumentado los flujos migratorios en esa frontera.
Austria mantiene desde hace más de un año controles —en la zona de libre circulación de Schengen— con Eslovenia, Eslovaquia y Hungría, para poder cerrar el paso de inmigrantes. Pero este despliegue militar —generalmente son agentes de frontera, no miembros del Ejército, los que lidian con los pasos fronterizos— no tenía precedentes. El Gobierno italiano ha llamado en la mañana de este martes al embajador austriaco para pedirle explicaciones tras leer en la prensa el anuncio del propio ministro de Defensa, Hans Peter Doskozil. Lejos de rectificar, la confirmación ha llegado por boca del gobernador de la región afectada. “Hay que dar señales inequívocas de que no se puede transitar por Brennero. Si la situación lo requiriese, están avisados de que no tendrán en cuentan las normas de la UE”.
La medida ha causado resquemor en Bruselas, incluso entre los compañeros de filas del partido socialdemócrata que lidera la coalición gubernamental de Austria. Su presidente en la Eurocámara, el italiano Gianni Pittella, ha sido muy crítico: “Las autoridades austriacas dan el peor ejemplo de responsabilidad, solidaridad y espíritu antieeuropeo. Es vergonzoso que los ministros de Defensa y Exteriores puedan evocar al Ejército como si estuviera afrontando una guerra”. El 15 de octubre hay elecciones en Austria y, como sucede en Italia, el Gobierno —mejor en las encuestas gracias al endurecimiento de sus políticas migratorias— no rebajará su postura.
Las noticias desde la Comisión Europea tampoco producen euforia en Italia. El Ejecutivo comunitario ha aprobado un plan de medidas de apoyo basado en la idea de la solidaridad, pero apenas intensificando las acciones ya existentes. “Todo el mundo tiene que poner de su parte aquí, en toda Europa”, ha advertido el vicepresidente primero de la Comisión, Frans Timmermans, sin más concreción.
Guías para las ONG
El documento insta a acelerar la reubicación de refugiados llegados a Italia hacia otros países europeos, una medida de alcance limitado porque apenas el 10% de quienes ahora desembarcan en las costas italianas tienen perfil de demandantes de asilo. También pide a los socios europeos que aporten más dinero al fondo fiduciario UE-África, creado en 2015 para el desarrollo africano y contener los flujos migratorios. Bruselas insta a los países a que ayuden en el retorno de migrantes sin derecho a quedarse en la UE y a que se impliquen en la cooperación con Túnez, Egipto y Argelia para coordinar la vigilancia.
Junto a esas demandas concretas, el Ejecutivo comunitario se compromete a elaborar con Italia un código de conducta para guiar la actuación de las ONG que rescatan migrantes en el Mediterráneo. El objetivo es mejorar la coordinación. La Comisión evita citar la principal reclamación italiana respecto a las ONG: que las personas a las que rescaten sean desembarcadas en el país cuya bandera porten los barcos (en muchos casos española y francesa). El brazo ejecutivo de la UE espera que el Consejo —los países miembros— pueda aprobar pronto ese código de conducta.
La Organización Mundial de las Migraciones, con la que colabora la UE para propiciar los retornos a sus lugares de origen de personas atrapadas en Libia, anima a ampliar la perspectiva. “Algunos Estados miembros están preocupados en exceso por las fronteras: la respuesta es parcial. Y lo que se hace no reduce completamente los flujos”, reflexiona en Bruselas Eugenio Ambrosi, responsable para Europa de esa organización, perteneciente a Naciones Unidas.