La guerra tecnológica moderna ha terminado de raíz con la sensibilidad de los pilotos de aviones no tripulados que asesinan cada día a sospechosos de terrorismo en Medio Oriente, y también con la humanidad de las víctimas.
“Es algo difícil de creer que los primeros drones fueran usados en Afganistán en 2001. En menos de diez años se han vuelto parte esencial del combate bélico”, sentencia el periodista Lesley Docksey en un artículo del año 2013.
Las máquinas son controladas a medio planeta de distancia por personas que nunca han estado en el país que atacan, que no conocen la forma de vida que allí existe y la cultura que vigilan a través de sus pantallas, que ignoran el trasfondo político del conflicto y, lo más importante, dice Docksey, que no corren peligro de derramar una sola gota de sangre.
“Las muertes causadas no tienen significación para la mano que presiona el botón. Sí la tienen para las personas en terreno que juntan los cadáveres destrozados para darles un entierro y – no genera sorpresa – su uso crea más ‘terroristas’”, afirma.
La práctica es más como un juego de computadora. Disparar a un “objetivo” que no genera mayor remordimiento ni consciencia del daño infligido sobre los otros en la mayoría de los casos.
Con posterioridad a la publicación del análisis de Docksey, estudios del Departamento de Defensa han detectado que, en algunos casos, pilotos de aviones no tripulados sufren graves problemas de salud mental como depresión, ansiedad y estrés post-traumático frente a sus monitores, algo que también ocurre con personal militar que ha sido desplegado en el campo de batalla, ha informado The New York Times.
“El uso de drones deshumaniza a las personas que éstos matan. No son humanos sino terroristas, no son civiles sino daños colaterales, no son muchachos de 8 años o ancianos de 80 sino potenciales combatientes. El enemigo se convierte en una mosca a ser aplastada, en un gusano a ser pisoteado. El presidente Obama debe autorizar personalmente ataques de drones estadounidenses, (autorizó) 300 en sus primeros cuatro años de gobierno. No es debatible que muchos muertos sean niños, sin importar que EEUU insista en que sólo han asesinado a ‘combatientes’”, recalca Lesley Docksey.
En diciembre del año pasado, un alto oficial del Ejército de EEUU confesó a Marine Corp Times que las tropas en Afganistán vigilan además a “niños con posible intención hostil”, según reportó The Guardian.