La cultura maya consideraba que tener estrabismo, ligera desviación de un ojo en relación al otro, era bello, y para conseguirlo las madres ponían jarras delante de los niños para que crecieran con este defecto; Tomás de Aquino define lo bello como aquello que agrada a la vista (quae visa placet). La percepción de la belleza a menudo implica la interpretación de alguna entidad que está en equilibrio y armonía con la naturaleza, y puede conducir a sentimientos de atracción y bienestar emocional; el concepto de belleza puede variar entre culturas y épocas.
En el siglo XIX un físico robusto era sinónimo de belleza. Fue en 1890 que bailarinas exóticas de cintura entallanda sobre un par de piernas carnosas y poderosas, despertaban los deseos más escondidos de los espectadores.
Cánones de belleza que no figuran en la publicidad moderna, pero que a poco más de un siglo era el cuerpo perfecto. Esta es una galería de las mujeres que despertaban los instintos de los hombres de 1890.