Bélgica extrema la precaución frente a la amenaza terrorista. Las fuerzas de seguridad belgas realizaron este miércoles una redada en Anderlecht, Bruselas, en la que se incautaron de un arsenal y detuvieron a cuatro personas. Entre el material confiscado hay tres Kaláshnikovs, una quincena de cargadores, cuatro detonadores e incluso uniformes de policía y agente de seguridad. Dos de los detenidos, Akim y Khalid Saouti, hermanos de 40 y 37 años respectivamente, han sido acusados de participación en grupo terrorista.
Ambos estaban bajo el radar policial como presuntos integrantes de los autodenominados Kamikaze Riders, un grupo de motoristas con antecedentes por yihadismo. El año pasado, otro hermano de los arrestados, Saïd Saouti, fue condenado por pertenencia a un grupo terrorista y por hacer apología del Estado Islámico en las redes sociales.
Pero la operación policial no ha desactivado la amenaza. Un portavoz de la fiscalía ha señalado en declaraciones a la televisión belga VRT que buscan a varios sospechosos que supuestamente han esquivado el cerco policial y representan un peligro potencial para la seguridad. «Tememos que se sientan acorralados tras los registros. Tememos por tanto la misma reacción que el 22 de marzo», ha dicho en alusión a los atentados en el metro y el aeropuerto de la capital belga el pasado año, en los que 32 personas fueron asesinadas y que fueron precedidos de varias detenciones, entre ellas la de Salah Abdeslam, uno de los cerebros de los ataques de París del 13-N.
Ante la alarma desatada por sus declaraciones, el portavoz de la fiscalía ha matizado que no hay elementos que apunten a un atentado inminente, dado que «nunca podemos descartar que uno de estos tipos se meta en un coche y haga algo estúpido, pero ¿tenemos algún indicio concreto de que eso vaya a ocurrir? No», ha declarado tajante.
El organismo responsable de calibrar la amenaza terrorista no ha tomado ninguna medida adicional, y mantiene el nivel de alerta 3, un escalón por debajo del máximo, lo que indica un riesgo «posible» de atentado. Bélgica lleva instalada en ese nivel de alerta desde hace más de un año, con el breve paréntesis de los ataques del 22-M, cuando se elevó al máximo. Fruto de ello, 1.250 soldados permanecen desplegados en las calles y patrullando las principales infraestructuras para brindar apoyo a la policía federal.
El refuerzo militar permitió hace poco más de dos semanas frustrar un atentadoen la Estación Central de Bruselas, uno de los principales nudos ferroviarios del país. Aquel día, el marroquí Oussama Zariouh trató de hacer explotar una maleta sin causar heridos, y fue finalmente abatido por soldados que vigilaban la instalación después de que se abalanzara sobre ellos al grito de «Alá es grande».