El campo de refugiados de Yenin, en Cisjordania, es nuevamente escenario de una operación militar israelí que obliga a cientos de palestinos a huir de sus hogares. Con la operación «Muro de hierro», el ejército de Israel despliega una fuerza abrumadora contra grupos armados, en un movimiento que refleja un cambio drástico en su enfoque de seguridad en Cisjordania. Sin embargo, detrás de las declaraciones oficiales, la operación parece ser una continuación de las políticas de castigo colectivo que castigan no solo a combatientes, sino también a civiles palestinos atrapados en un ciclo interminable de violencia y desplazamiento.
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Desde los primeros días de la operación, imágenes de palestinos huyendo a pie de Yenin han inundado los medios, mientras las autoridades israelíes niegan haber dado órdenes directas de evacuación. Sin embargo, los testimonios de los residentes, como el del gobernador de Yenin, Kamal Abu al Rub, señalan una realidad de miedo y coacción, donde la población civil es forzada a abandonar sus hogares. Esto plantea serios cuestionamientos sobre el respeto al derecho internacional humanitario y los derechos humanos en la ocupación militar israelí.
El lenguaje de la guerra y la deshumanización
El ministro de Defensa de Israel, Israel Katz, justificó la operación con una retórica que equipara a los combatientes palestinos con «tentáculos de pulpo», sugiriendo que la respuesta israelí debe ser decisiva y letal. Este tipo de lenguaje deshumanizante, repetido a lo largo del conflicto, refuerza la narrativa de una guerra sin fin contra «el terrorismo», pero ignora las raíces políticas y sociales del conflicto y sus consecuencias humanitarias. La muerte de al menos 850 palestinos en Cisjordania desde el 7 de octubre de 2023 pone de relieve la desproporcionalidad en las acciones militares israelíes y la precaria situación de los civiles palestinos.
Mientras tanto, el apoyo internacional a Israel no parece disminuir. En su primer mandato, el presidente estadounidense Donald Trump consolidó su cercanía con el gobierno israelí, promoviendo la anexión de territorios palestinos y eliminando sanciones impuestas a colonos extremistas. Su nuevo mandato parece continuar en la misma dirección, con su jefe de la diplomacia, Marco Rubio, prometiendo un «apoyo firme» a las acciones de Israel, minimizando las críticas a las políticas que perpetúan la ocupación y el conflicto.
Una tregua frágil, una paz imposible
La reciente tregua entre Israel y Hamas en Gaza, en teoría un paso hacia la paz, parece un frágil parche en una herida que sigue abierta. Los intercambios de rehenes y presos, si bien representan un alivio temporal, no abordan las causas estructurales del conflicto. Las operaciones militares en Cisjordania y la expansión de los asentamientos israelíes continúan alimentando el resentimiento y la violencia, con consecuencias devastadoras para ambas partes.
El desplazamiento forzado de los palestinos en Yenin es solo el último capítulo en una larga historia de despojos y resistencia. Mientras Israel continúe priorizando las soluciones militares sobre las diplomáticas, y mientras la comunidad internacional siga ofreciendo un apoyo incondicional sin exigir responsabilidad, la paz seguirá siendo una promesa vacía.
Foto: Redes
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