El reciente conflicto diplomático entre Estados Unidos y Colombia ha puesto de manifiesto las tensiones históricas en las relaciones entre ambos países, marcadas por las decisiones unilaterales de Washington y el impacto desigual que estas generan en América Latina. Sin embargo, más allá de los intercambios entre líderes, destaca un patrón preocupante: la cobertura mediática internacional, que amplifica las narrativas de Donald Trump y minimiza las posturas soberanas de países como Colombia.
El origen del conflicto
El desencuentro comenzó cuando el presidente de Colombia, Gustavo Petro, prohibió la entrada de vuelos estadounidenses con migrantes repatriados, en respuesta a los abusos reportados durante estos procesos. El incidente que detonó esta medida ocurrió el 24 de enero, cuando 88 personas repatriadas a Brasil fueron esposadas por autoridades estadounidenses, una acción calificada por Petro como un trato indigno y violatorio de los derechos humanos.
En represalia, Trump anunció sanciones contundentes contra Colombia: aranceles de hasta el 50%, restricciones de viaje y la revocación de visas a funcionarios del Gobierno colombiano, así como inspecciones reforzadas a las mercancías provenientes del país sudamericano.
Ante esto, Petro respondió con firmeza, anunciando aranceles del 25% a productos estadounidenses y defendiendo la dignidad de su nación. “Colombia es el corazón del mundo, y no nos intimidarán con bloqueos ni amenazas”, declaró el mandatario.
El papel de los medios internacionales
En el desarrollo de esta crisis diplomática, los grandes medios de comunicación internacionales han jugado un rol que, lejos de ser neutral, se ha inclinado hacia la narrativa de Trump. Periódicos y cadenas de televisión globales, especialmente en Estados Unidos y Europa, han enmarcado la respuesta de Petro como un acto de “desafío innecesario” o de “radicalismo”, mientras retratan las acciones del expresidente estadounidense como legítimas medidas de protección nacional.
El caso de los migrantes esposados, que debería haber generado un debate ético sobre las prácticas del sistema migratorio estadounidense, ha quedado prácticamente invisibilizado en la mayoría de los titulares. En cambio, se ha dado un mayor espacio al discurso de Trump, presentado como un líder decidido a “defender a su país” de los problemas asociados a la migración.
Este sesgo mediático no es un fenómeno nuevo. Históricamente, los grandes medios han favorecido las narrativas provenientes de las potencias hegemónicas, perpetuando una visión que justifica el desequilibrio en las relaciones internacionales. Las voces de líderes progresistas en América Latina, que cuestionan estas dinámicas, son frecuentemente desestimadas o caricaturizadas.
Análisis desde una perspectiva progresista
Desde una óptica de izquierda, el conflicto entre Trump y Petro es emblemático de una lucha más amplia: la resistencia de América Latina frente a las imposiciones del norte global. La postura de Petro, al exigir protocolos dignos para los migrantes y al responder con aranceles recíprocos, representa un intento de romper con décadas de subordinación económica y diplomática.
El tratamiento mediático del conflicto refleja un claro desbalance de poder. Las sanciones de Trump son descritas como “necesarias” o “pragmáticas”, mientras que las medidas de Petro son calificadas como “provocaciones”. Esta narrativa contribuye a perpetuar la percepción de que los países latinoamericanos deben adaptarse a las exigencias de las potencias, incluso a costa de su soberanía y dignidad.
El papel de Colombia y el mensaje de Petro
El Gobierno de Gustavo Petro ha dejado claro que no cederá ante las presiones. Al anunciar el envío del canciller Luis Gilberto Murillo y el embajador Daniel García-Peña a Washington, Petro reafirma su compromiso con el diálogo, pero sin renunciar a los principios de justicia y respeto hacia sus ciudadanos.
En un contexto de relaciones históricamente asimétricas, la postura de Petro marca un punto de inflexión. Colombia no solo busca defender sus intereses nacionales, sino también plantear un nuevo enfoque en las relaciones bilaterales con Estados Unidos, donde prime el respeto mutuo.
Repensar las narrativas:
En Canal Red se analizaron estos sesgos mediáticos y se reflexionó sobre la necesidad de consolidar narrativas que hagan frente al autoritarismo Estadounidense.
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La oportunidad para América Latina
Este episodio es una llamada de atención para América Latina. Más allá del caso colombiano, el conflicto evidencia la necesidad de que los países de la región unan fuerzas para enfrentar las políticas unilaterales de las potencias. Una mayor integración regional y la construcción de narrativas propias en los medios son pasos clave para equilibrar las relaciones internacionales.
Mientras los medios globales sigan favoreciendo las narrativas de líderes como Trump, corresponderá a los periodistas y comunicadores de América Latina alzar la voz y contar la historia desde una perspectiva que refleje las realidades y aspiraciones de la región.
En palabras de Petro, “Colombia no será subestimada ni tratada como un peón en el tablero global. Somos un país digno, y exigimos respeto”. Estas palabras no solo resuenan en Colombia, sino en toda América Latina, que aspira a un futuro de justicia y soberanía.
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