El asesinato de la joven irlandesa incendió el debate sobre los crímenes cometidos por los menores de edad.
Irlanda está conmocionada con el caso de Ana Kriégel, una joven de catorce años que fue asesinada por otros dos adolescentes, quienes se convirtieron esta semana en los condenados por homicidio más jóvenes en la historia del país europeo.
El jurado emitió el pasado martes los veredictos de culpabilidad contra los dos acusados de catorce años, luego de casi 15 horas de deliberaciones.
Ambos se habían declarado inocentes, pero el llamado Chico A fue condenado por asesinato y agresión sexual, mientras que el Chico B fue hallado culpable por asesinato.
Aunque sus identidades no se dieron a conocer debido a su minoría de edad, en las redes sociales se difundieron imágenes de uno de ellos y las autoridades obligaron a Twitter y Facebook a borrarlas.
Al escuchar los veredictos, los familiares de los jóvenes los abrazaron entre lágrimas poco antes de que los agentes se los llevaran de la sala. El padre del Chico B salió de la sala dando un portazo y luego volvió dando palmadas y gritando: «¡Un niño inocente va a ir a la cárcel!».
Por su parte, los padres de la asesinada, mientras, se abrazaron a las personas que los apoyaban y dieron las gracias a Fiscalía y los miembros de la Policía, reseñó el diario The Irish Times.
Así ocurrió el asesinato
De acuerdo con el relato de la Fiscalía, a las cinco de la tarde del 14 de mayo de 2018, el Chico B convenció a Ana para que saliera de su casa en Lucan, un suburbio al oeste de Dublín, y fuera con él hasta una casa abandonada a unos tres kilómetros de distancia donde le esperaba su amigo, de la que la chica estaba enamorada. Pero se trataba de una trampa mortal.
El chico A la esperaba allí con una careta de zombie casera, guantes negros, espinilleras y rodilleras. También tenía un palo y un bloque de cemento.
Según la versión oficial, el joven la agredió sexualmente de forma violenta y la asesinó, mientras su compañero miraba. Ambos tenían trece años en ese entonces.
Tres días después de desaparecer, el cuerpo de Ana hallado en la casa desnudo y con una cinta alrededor del cuello y registraba unas 60 áreas lesionadas.
Los análisis forenses determinaron que la causa de la muerte fueron las contusiones en la cabeza y el cuello, y también revelaron que había luchado por salvar su vida.
Los análisis encontraron restos de sangre de Ana Kriégel en la careta, los guantes y las rodilleras, que el chico A guardaba en su mochila, así como en sus botas.
En la ropa de la muchacha había restos de su semen, así como una huella de similar al de su zapatos.
Por si fuera poco, una cámara de videovigilancia grabó al joven en un parque caminando hacia la casa donde se cometió el crimen.
Al llegar a su casa, le dijo a su padre que dos hombres le habían pegado en un parque, pero la Policía no encontró a nadie que respondiera a las descripciones que aportaba ni testigos que corrobararan esa versión.
Además, al día siguiente de la desaparición de Ana, el otro chico dijo que ellos dos habían estado con la chica en el parque. Luego cambió varias veces su testimonio y terminó revelando que su amigo la había violado.
La muerte de la adolescente irlandesa incendió el debate sobre los crímenes cometidos por los menores de edad y sobre el castigo que se debe aplicar, así como la responsabilidad de los padres y el uso de las redes sociales e internet.
“Lo que hace sacudir lo que damos por hecho sobre la infancia es que los condenados por perpetrar el crimen son ellos mismos niños”, indicó Chris McCusker, una experta en psicología clínica de la University College Cork citada por el diario The Guardian.
Te interesa leer: