La población de Estados Unidos (EE.UU.) es la que más consume drogas en el mundo. Las cifras constatan tal aseveración, de hecho es el país con mayor cantidad de personas fallecidas por sobredosis de distintas drogas, tanto ilegales como farmacológicas, lo cual pone a esa nación como la que menos expectativa de vida tiene en promedio con relación a los demás países ricos.
Estos son algunos de los Presidentes estadounidenses que han estado relacionados con el consumo y uso de drogas, así como con el narcotráfico y el estallido del uso de estos alucinógenos en la sociedad norteamericana.
Entre los casos más recientes están involucrados jefes de Estado como los Bush, padre e hijo.
En el caso de George Herbert Walker Bush (Padre), quien fue el presidente 41 de EE.UU. entre 1989 y 1993, sus vínculos a las drogas comienzan en el momento en que fue director de la Agencia Central de Inteligencia, (CIA, por sus siglas en inglés) entre enero de 1976 y enero de 1977.
Bush padre, la CIA, drogas y los carteles latinoamericanos
Los vínculos de Bush padre con el narcotráfico figuran con la relación que tuvo CIA desde la década de los 70 con la entrada de drogas ilegales a territorio estadounidense con aviones militares que contenían cocaína, marihuana y heroína, en su gran mayoría, y que venían provenientes de Asia y Medio Oriente, Colombia, Panamá y México.
En ese entonces, sobre todo en la década de los 80, la CIA mantuvo negocios con el Cartel de Medellín y el capo Pablo Escobar. Utilizó a Barry Seal, uno de sus agentes encubiertos, para que trasportara varias toneladas de drogas desde Colombia -principalmente- y llenar el mercado estadounidense de estupefacientes, que originó posteriormente picos de abuso en consumo de drogas y sobredosis en todo el país, sobre todo con cocaína y heroína.
Paralelamente en la década de los 80, la CIA también negoció con el dictador panameño, Manuel Noriega, quien logró enriquecerse con el narcotráfico, a cambio de la «ayuda militar» que prestó el régimen panameño a EE.UU. para atacar a la Revolución Sandinista en Nicaragua y financiar a «los contra».
De hecho, tal era el vínculo entre Noriega y la CIA que cuando el Departamento Antidrogas (DEA) intentó condenar a Noriega en 1971, la CIA le impidió hacerlo, hasta que en 1989, el gobierno de EE.UU. decidió invadir Panamá luego que el piloto de la CIA Eugene Hasenfus fuera derribado en Nicaragua por los sandinistas y salieran a relucir una serie de documentos que estaban a bordo del avión y que revelaron las actividades de la CIA en América Latina.
Entonces, las conexiones de la CIA con Noriega se convirtieron en «relaciones comprometidas» para los estadounidenses y finalmente la CIA permitió a la DEA procesarlo por tráfico de drogas, después de décadas permisivas de sus operaciones de narcotráfico «sin supervisión».
Las drogas y George W. Bush (hijo)
En el caso de George W. Bush la relación con las drogas es directa. Un libro de la biógrafa estadounidense Kitty Kelly indica que el expresidente consumió cocaína en Camp David, residencia de descanso de los mandatarios estadounidenses, cuando su padre era presidente.
Fragmentos del libro ‘La Familia: la verdadera historia de la dinastía Bush’, explican que Bush hijo inició su relación con las drogas en la universidad, a mediados de la década de 1960.
Además, el libro recoge declaraciones de la ex cuñada del presidente, Sharon Bush -ahora enfrentada con la familia-, en las que afirma que el ahora responsable de la Casa Blanca inhaló «coca» y no lo hizo sólo una vez.
Otros conocidos de Bush hijo, citados en el libro, añaden que cuando tenía 26 años y estaba en la Guardia Nacional, le gustaba esconderse para fumar marihuana e inhalar cocaína en el baño.
Aunque G. W. Bush no admitió públicamente su hábito con la marihuana y su adicción a la cocaína, sí lo hizo con el alcohol. En 1999, cuando le preguntaron si había consumido estupefacientes, dijo que sobre ese tema ya le había «dicho a los ciudadanos estadounidenses que hace años cometí algunos errores».
Luego, uno de sus asesores «aclaró» esas declaraciones que Bush no había consumido ninguna droga ilegal en los últimos 25 años.
Obama, Clinton y hasta los fundadores de EE.UU. aman la marihuana
De los 45 presidentes de EE.UU. al menos 12 han manifestado abiertamente el uso y consumo de marihuana.
Un artículo escrito por Pijama Surf resume parte de la lista de presidentes y personalidades como Ben Franklin y Henry Ford que han consumido este estupefaciente.
George Washington, John Adams, Thomas Jefferson, James Madison, James Monroe, Andrew Jackson, Zachary Taylor, Franklin Pierce, Abraham Lincoln, John F. Kennedy, Bill Clinton y Barack Obama, son parte del listado.
En el caso de Barack Obama dijo que más de una vez consumió marihuana durante su juventud, incluso llegó a burlarse de Bill Clinton, quien dijo que había fumado un porro pero no inhaló el humo.
“Yo si retuve el humo. De hecho, de eso se trataba toda la experiencia (…) Inhalaba humo frecuentemente».
En el caso de Clinton, quien tuvo conflictos durante su mandato por las infidelidades y por haber admitido su participación en el Club de los Bilderberg, también confirmó, desde que era candidato a la presidencia, su consumo de ganja en más de una ocasión, sobre todo en su época de estudiante en los 60’s en Londres, Inglaterra.
«Cuando tenía 22 años y estaba en Inglaterra, hice lo que todos los demás hacían y fume marihuana en al menos un par de ocasiones”.
Para George Washington «el padre de la nación», hay algunas frases alusivas a la planta «mágica» en una carta escrita al Dr. James Anderson, el 26 de mayo de 1794, donde confiesa que la «preparación artificial de cannabis originaria de Silesia es verdaderamente una maravilla». «Obtén el mayor provecho al cáñamo índico y siémbralo por todos lados”.
Por su parte, John Adams, el segundo presidente de EE.UU., otro de los padres fundadores abogaba por un mundo lleno de marihuana para el consumo.
«Desearemos un mundo de cannabis para nuestro propio consumo”.
Mientras que Thomas Jefferson, quien publicamente se conoció que era un asiduo plantador de cannabis y apoyaba explícitamente su uso, defendía su preservación como fuente de riquezas para la economía.
«El más grande servicio que se le puede hacer a un país es agregar una planta útil a su cultura (…) El cáñamo es primordial para el bienestar y la protección de nuestro país».
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