El aumento de la obesidad en Estados Unidos ha seguido una tendencia preocupante a lo largo de las décadas. Según un informe de los Centros para la Prevención y Control de Enfermedades (CDC) citado por Los Angeles Times, en 1960 aproximadamente el 31,5% de los adultos estadounidenses tenía sobrepeso, mientras que en 2017 esta cifra se redujo levemente al 30,3%.
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Sin embargo, el incremento significativo se observa en las tasas de obesidad y obesidad severa. En 1960, el 13,4% de los adultos eran obesos y solo el 0,9% presentaba obesidad severa. Para 2017, estas cifras aumentaron a 42,8% y 9,6%, respectivamente.
La situación es igualmente alarmante entre los niños, con una tasa de obesidad cercana al 20%. Estos niños enfrentan mayores riesgos de desarrollar presión arterial alta y diabetes, además de tener una alta probabilidad de continuar siendo obesos en su vida adulta.
El impacto de esta epidemia no se limita solo a la salud, sino que también impone un costo económico significativo. Los CDC estiman que la obesidad y sus consecuencias le cuestan al sistema de salud de Estados Unidos alrededor de 173 mil millones de dólares al año.
El peso corporal se evalúa utilizando el índice de masa corporal (IMC), que relaciona el peso con la altura.
Un IMC saludable se sitúa entre 18,4 y 24,9. Un IMC de 30 o más clasifica a una persona como obesa, y aquellos con un IMC de 40 o más, o que pesan más de 126 kilogramos con una estatura de 1,78 metros, se consideran con obesidad severa.
Foto: Archivo El Ciudadano México
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