El antes y el después, ese recurso clásico de las publicidades para vender un producto, podría usarse para graficar el ánimo de la población durante esta mega cuarentena por el nuevo coronavirus.
Las primeras semanas trajeron consigo chefs amateurs, alumnos de gimnasia disciplinados, asistentes a cursos virtuales y hasta himnos a capela en los balcones.
Más de tres meses después, las ganas de “ponerle onda” al asunto se fueron al tacho, señala el portal argentino Jujuyaldia. Asevera que ya casi nadie aplaude a las 21, los vivos tienen cada vez menos asistentes y el sillón le ganó a la colchoneta.
Es un sentimiento común. Y global. Tanto, que hasta le han puesto nombre a este fenómeno: en Estados Unidos los especialistas ya hablan de “crisis fatigue” o “fatiga por crisis”.
“Acuñaron un nuevo término que es la fatiga por crisis sostenida en el tiempo. Esto, en el área de medicina del estrés, se integra dentro del estrés psicosocial, que es una condición en la cual el estresor, o sea el factor que causa estrés, es transversal a toda la sociedad”, indicó Daniel López Rosetti, jefe del Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Central de San Isidro.
La búsqueda de un nuevo término está lejos del capricho. “En principio es interesante”, señaló el especialista, ya que es la primera vez que se da una situación estresante que afecta al mundo entero y por un tiempo indeterminado.
Hasta el momento, se conocían dos tipos generales de estrés, uno agudo (que duraba un tiempo breve y sucedía en situaciones extremas, como una catástrofe) y otro que se daba por un cúmulo de estresores de baja intensidad durante varios meses (exigencia laboral, problemas económicos, contratiempos cotidianos, etc.).
Pero ahora, emergió un nuevo combo explosivo: incertidumbre y estresores agudos a escala global durante un tiempo prolongado.
En ese sentido, la revista médica The Lancet publicó un estudio de investigadores del King’s College de Londres titulado “El impacto psicológico de la cuarentena y cómo reducirlo”.
El mismo se basó en encuestas realizadas tras otros confinamientos, como los que tuvieron lugar en algunas ciudades de China y Canadá, a causa del SARS, en 2003, o en zonas de África, a manos del Ebola, en 2014.
Los expertos británicos señalaron que las “cuarentenas más largas se asocian a peores respuestas psicológicas”, por eso aconsejaron “reducir su duración a lo que es científicamente razonable, considerando los períodos de incubación sin adoptar un enfoque excesivamente precavido”.
Son pocos los que todavía apelan a frases arengadoras, toda la sociedad está bajo el manto del agotamiento. Es que, tal como explicó María Fernanda Giralt Font, subdirectora del Departamento de Psicoterapia de INECO, “la situación comenzó siendo aguda, entonces todos sacamos recursos para el cambio que significó encerrase, como no ver a la gente querida y aprender a usar nuevas tecnologías. Si hubieran sido 15 días quedaba la anécdota, pero lo agudo se volvió crónico y ahí aparecieron los síntomas”.
Según indicó la experta, los más comunes son “somáticos, como problemas en la piel, insomnio, falta de concentración y de memoria, y letargo en hacer las actividades cotidianas”.
Todo esto tiene una explicación biológica: ante el estrés, las glándulas suprarrenales aumentan la producción del cortisol y liberan adrenalina, así el organismo se pone en modo alerta y es capaz de enfrentarlo y salir adelante.
Pero cuando la presencia del cortisol es elevada y sostenida en el tiempo, surgen problemas que van desde la acumulación de grasa abdominal hasta la falta de atención.
Eso explica que al comienzo la demanda asistencial a nivel psicológico fuese baja y ahora se haya incrementado.
“En cuanto se inició la cuarentena habilitamos lo que se llamó atención remota en salud mental para atender a quienes ya estaban en tratamiento y también a los que solicitaban el servicio por primera vez”, contó Mariana Trocca, coordinadora de Salud Mental Nacional de Medifé.
No obstante, solo el 30% de los pacientes eligió continuar por esa vía, mientras que el pedido de entrevistas iniciales cayó abruptamente, la mayoría de los turnos tomados se cancelaron.
El panorama cambió hacia mediados de abril, cuando la demanda comenzó a crecer de manera considerable y sostenida. Ya a fines de junio, “el 90% de los pacientes que estaba en tratamiento antes de la cuarentena retomó. Y con respecto a los que inician, ya se superó la media esperable para esta época del año”, calculó. Hoy la psicoterapia se hace a través de las pantallas.
En Ineco utilizan la plataforma Google Meets, aunque también trabajan con videollamadas vía WhatsApp o llamadas telefónicas si el paciente así lo prefiere.
En el Hospital de San Isidro también atienden a personas que padecen estrés psicosocial vía online.
Según explicó López Rosetti, “el comité de crisis del hospital lo implementó porque las consultas eran muchas”.
Ahora pondrán en funcionamiento un sistema similar para los pacientes con Covid-19 positivo, harán una primera consulta y luego una videollamada diaria hasta el alta epidemiológica.
Incluso, algunas empresas de medicina ofrecen servicios de “asistencia psicológica on demand”, como Assist Card.
El interesado en solicitarla llama a un call center y programa una consulta para cualquier día entre las 5 am. y las 7 pm.
Las esperanzas están puestas en terminar la cuarentena, hallar la vacuna o la cura, pero la psiquis no va a cambiar de página de un día para el otro.
“El coronavirus va a resolverse dentro de uno a tres años, pero las secuelas van a seguir y serán muy importantes. A mi juicio una buena cantidad de la población sufrirá de estrés post traumático”, asegura López Rosetti.
Consejos para cuidar la salud mental durante la cuarentena:
¿Cómo evitar el impacto de la crisis fatigue? Magdalena Arias, licenciada en Psicología y docente de la Universidad Isalud, da algunas pautas para cuidar la salud mental durante la cuarentena:
- Las rutinas cumplen un rol organizador clave, pero es importante ser flexible para no generar estrés si no se las realiza.
- Las rutinas, además, deben contemplar los momentos de descanso, los llamados a familiares y otras actividades que generen bienestar.
- Focalizar en el presente: un día a la vez y nunca perder de vista que la situación es transitoria.
- Expresar las emociones y sentimientos.
- No aislarse: comunicarse con amigos y familiares y buscar actividades en vivo para realizar con desconocidos, como clases de baile, de cocina, etc.