El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, vuelve a ser el centro de controversia tras ser increpado por varios periodistas durante su última conferencia de prensa, celebrada el 16 de enero. En medio de su discurso sobre el alto al fuego en Gaza, Sam Husseini, un periodista independiente de ascendencia jordano-palestina, acusó a Blinken de complicidad en crímenes de guerra, exigiendo su juicio en la Corte Penal Internacional en La Haya.
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A pesar de los llamados al respeto por la libertad de prensa que Blinken hizo en varias ocasiones durante su mandato, las escenas en la sala de prensa fueron un claro ejemplo de cómo Estados Unidos actúa cuando sus intereses diplomáticos están bajo escrutinio. Husseini fue violentamente retirado de la sala por agentes de seguridad, mientras seguía denunciando la falta de aplicación de los Acuerdos de Ginebra para el pueblo palestino.
El incidente con Husseini no fue aislado. Max Blumenthal, editor de The Greyzone, también fue expulsado tras acusar a Blinken de permitir que Israel continuara los bombardeos en Gaza, incluso después de llegar a acuerdos de alto al fuego. Estos intercambios señalan un creciente malestar en ciertos sectores de la prensa y la sociedad civil, que cuestionan el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel, incluso cuando la comunidad internacional denuncia violaciones a los derechos humanos en Palestina.
Estos eventos subrayan un patrón que se ha repetido durante la gestión de Blinken. En una reciente conferencia en Washington, activistas pro Palestina lo llamaron «genocida» y «criminal de guerra», acusaciones que fueron ignoradas mientras Blinken pedía a los periodistas centrarse en las preguntas del día. La falta de una respuesta contundente a estos cuestionamientos pone en evidencia la desconexión entre las declaraciones públicas de respeto a los derechos humanos y la realidad de las acciones sobre el terreno.
El alto al fuego en Gaza, acordado para el 19 de enero, sigue en peligro de colapsar, con Israel intensificando sus ataques antes de la supuesta fecha de inicio del armisticio. Mientras tanto, la respuesta de Blinken ha sido percibida como fría y desconectada de las crecientes tensiones y el sufrimiento en la región.
La incapacidad del Departamento de Estado para enfrentar las preguntas críticas sobre su papel en el conflicto palestino-israelí refleja una política exterior que continúa priorizando las alianzas estratégicas a expensas de los derechos humanos.
Foto: Redes
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