La ausencia de herederos de los propietarios, ha ocasionado que en Japón haya actualmente 10 millones de casas desocupadas.
Se ubican en diferentes puntos de la geografía del país del “sol naciente”, viviendas que no pertenecen a nadie, porque sus propietarios de origen fallecen y no tienen a quién dejarlas.
Dada la disminución de la demografía japonesa, es posible que el número de casas abandonadas aumente en los próximos años.
Se espera que para el 2040 haya aproximadamente 900 ciudades y pueblos «fantasmas», señala un reporte publicado en el sitio web it.businessinsider.com.
Una de estas ciudades condenadas a la extinción es Okutama, que forma parte del área metropolitana de Tokio.
Sus autoridades han decidido reaccionar y jugar una última carta desesperada: dejarán las casas vacías para que cualquier persona, proveniente de cualquier parte del mundo la solicite.
Los únicos requisitos son ser menores de 40 años, tener un hijo menor de 18 años o un padre con menos de 50 años.
El plan es atraer a las familias con niños en la ciudad, facilitando su asentamiento, a través de subsidios para la renovación de edificios y el pago de gastos médicos para sus hijos, desde la infancia hasta la adolescencia.
Inicialmente el inmueble se alquilará y después de 15 años se transformará en propiedad del inquilino.
Japón se enfrenta a lo que los economistas llaman una «bomba de tiempo demográfica». En un círculo vicioso de baja fertilidad y bajo gasto de consumo, la economía del país se ha contraído gradualmente en los últimos 25 años.
Las personas viven más tiempo, y esto lleva a costos de seguridad social más altos para las generaciones más jóvenes, que no tienen hijos para reemplazarlos, lo que fomenta el ciclo.
Los expertos han analizado algunos de los signos en la vida cotidiana que muestran cómo el temporizador de la bomba está funcionando:
Desde 2011, las ventas de pañales para adultos en Japón han superado a las de los pañales para bebés.
La tendencia refleja cuán grande es el grupo de adultos mayores: las personas mayores de 65 años representan el grupo demográfico más grande de Japón. De los 127,11 millones de personas, alrededor del 26.7% son ancianos.
Esa proporción aumentó 3.7 puntos porcentuales en relación a seis años atrás. Desde 1899, el número anual de nacimientos en Japón ha superado el millón, hasta 2016.
Cuando los funcionarios del gobierno realizaron un recuento total de nacimientos en 2017, contaron alrededor de 20.000 por debajo del estándar . Al mismo tiempo, la cifra de muertos se redujo cerca de 1,3 millones.
La palabra ubasute es una antigua palabra japonesa que se traduce en «deshacerse de los abuelos» y, según los medios de comunicación japoneses, está volviendo a estar de moda.
Describe la triste práctica de los ciudadanos más jóvenes que llevan a sus mayores a hospitales o instituciones de beneficencia y, en esencia, los abandonan, en general porque ya no pueden pagar un tratamiento.
La tendencia aún no está muy extendida: un trabajador social estima que el número total de casos es de unos pocos cientos cada año.
Alrededor de una quinta parte de todos los delitos cometidos en Japón son cometidos por personas mayores. La mayoría son pequeños robos y hurtos.
A medida que aumentan las tasas de delincuencia entre las personas mayores, las cárceles se convierten en hogares de ancianos.
Los guardias están acostumbrados a bañar a los internos y ayudarlos a vestirse, y los expertos dicen que las condiciones de vida son demasiado buenas para mantener bajos los índices de reincidencia.
Normalmente, los parientes más jóvenes cuidarán a los internos una vez que sean liberados. Pero en algunos casos, los costos (y la soledad) son simplemente demasiado para soportar una situación económica problemática, y los ancianos consideran la prisión como la mejor alternativa.
Con el tiempo, las bajas tasas de fertilidad podrían significar una extinción efectiva para todo un país. En el corto plazo, esto podría significar perder el 34% de la población para el año 2100.
Uno de los rasgos principales de la bomba de tiempo demográfica es que los jóvenes concentran gran parte de su tiempo en el trabajo en lugar de socializar, lo hacen para sobrevivir económicamente.
El gobierno japonés está tomando medidas sobre este aspecto, para alentar a las personas a que salgan del trabajo a tiempo o se tomen un día libre.
Otras notas de interés:
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