Una gran cantidad de personas viviendo fuera de los Estados Unidos, no comprenden y están sumamente sorprendidas con las encuestas que documentan la enorme popularidad del candidato Donald Trump. Para entender este peculiar y extraño fenómeno, hay una gran cantidad de trabajos académicos que analizan en profundidad la cultura y el carácter nacional de los Estados Unidos. Todos ellos señalan que los ciudadanos blancos, cuyos antepasados vinieron del norte de Europa (de la Europa protestante) y que conforman la mayoría del electorado nacional son individuos excepcionales y únicos en la historia del planeta. De aquí viene el término titulado “excepcionalismo estadounidense”. Este peculiar país, a pesar de tener las 10 mejores universidades del mundo y también de contar con los mejores centros estatales de investigación, han creado una población que hoy día mayoritariamente cree que la tierra sólo se creó hace cinco mil años atrás, que todo el universo se creó en sólo 6 días, que el hombre fue creado a imagen y semejanza de la divinidad, y que esta sociedad excepcional tiene todo el derecho a dominar y explotar el medio ambiente y todos los seres vivientes que lo ocupan, que la mujer fue creada de una costilla del hombre, y que la teoría de la evolución es una patraña inventada por científicos locos y desquiciados.
En pocas palabras, el ciudadano WASP promedio (blanco, anglosajón y protestante) cree a pie juntillas todo lo que dice la biblia judía y sus importantes agregados cristianos incluidos en los cuatro testamentos finalmente aceptados en el gran concilio de Nicea convocado por el emperador romano Constantino. Todas estas creencias y la convicción con que ellas se mantienen, hacen del pueblo WASP un grupo humano excepcional y único en el mundo. Los líderes WASP que gobiernan los Estados Unidos desde su creación, han tenido un enorme éxito en socializar y culturizar a todos los inmigrantes que lograron entrar a la gran nación norteamericana en los siglos XVII, XVIII y XIX. Es así como los actuales descendientes de los esclavos negros, todavía creen fervientemente en las historias y enseñanzas de la biblia protestante. Este tremendo y fenomenal éxito del crisol cultural llamado “melting pot” siguió efectivamente trabajando durante gran parte del siglo XX. No obstante, después de la guerra de Corea y más aún, después de la derrota en Indochina, la cultura y su proceso de socialización empezaron a cambiar en los Estados Unidos. Se produjo la gran revolución cultural de los hippies y empezó a llegar una gran cantidad de inmigrantes no europeos, particularmente durante la última parte del siglo XX. Estos nuevos inmigrantes no venían a vivir en la nueva Jerusalén que se suponía que brillaba como un diamante en la cima de la montaña y que por sus laderas corrían ríos de leche y miel. Aquella gran ciudad mítica donde sus líderes con suma sabiduría y bondad protegían el nuevo paraíso en la tierra y el pueblo disfrutaba en el valle la paz, la justicia y la abundancia. Los nuevos inmigrantes en verdad sólo escapaban de diversas catástrofes de proporciones bíblicas.
Estas catástrofes habían sido creadas en el planeta por líderes en su mayoría occidentales que después de 1980 habían impuesto en el mundo la nueva globalización neoliberal. Esta corriente migratoria proveniente del tercer mundo, había sido creada por las políticas económicas que destruyeron el Estado de bienestar y le dieron toda la responsabilidad por el crecimiento económico y social al sector privado y al capital internacional. El desastre económico que este radical cambio provocó, creó un movimiento migratorio que arrancó del tercer mundo y trató desesperadamente de entrar en Europa, América del norte y Australia. Todo esto a fin de salvarse del hambre y de una vida no digna de ser vivida. El subdesarrollo creado por el neoliberalismo también creó el crimen organizado, la drogadicción y la miseria total. Estos nuevos inmigrantes son asiáticos, africanos, latinoamericanos y europeos del sur y del este. Todos ellos trataron de llegar a los países ricos, no para entrar a la tierra prometida, sino que para escapar del infierno que intentaban dejar atrás. Estos nuevos inmigrantes son seres humanos formados dentro de una cultura y religión muy distinta a la protestante. Muchos de ellos creen fervientemente en sus propios dogmas y principios religiosos. Y por lo tanto se resisten con fuerza al proceso de integración cultural o melting pot al cual fueron sometidos con éxito las generaciones de inmigrantes de siglos pasados.
Los ciudadanos de sociedades ricas y desarrolladas observan con estupor y espanto, que el melting pot o crisol cultural ya no funciona. Los nuevos inmigrantes y sus hijos siguen fieles a su cultura y religión de origen. De esta forma se produce el choque de culturas y civilización que es analizado en extenso por Samuel P. Huntington en sus libros titulados The Clash of Civilization and the Remaking of the World Order (Simon & Schuster, New York 1996) y Who are We? The Challenges to America’s National Identity (Simon & Schuster, New York 2004). Huntington plantea con gran documentación y brillante poder analítico, que si el tipo de inmigración de finales del siglo XX, continúa sin cambios, para mediados del siglo XXI, los Estados Unidos dejarán de ser un país occidental. Huntington señala que los nórdicos protestantes tanto en Europa como en América del norte y Australia decidieron desde mediados del siglo XX controlar dramáticamente su natalidad y al mismo tiempo se creó un poderoso Estado de bienestar que ha extendido la esperanza de vida de la población en varias décadas. Se señala que estas dos variables poblacionales seguramente determinarán que parte de la civilización occidental se llene de ancianos y deba recurrir a jóvenes de otras culturas y civilizaciones para hacer funcionar sus sistemas económicos y productivos.
Es así como el ciudadano blanco, anglosajón y protestante (wasp), si las actuales tendencias continúan, en cincuenta años más serán una minoría en los países que hoy dominan. Esta proyección futura ha sido la causa principal que ha provocado que en los países actualmente dominados por la civilización occidental, hayan surgido movimientos y partidos políticos de corte fascista y furiosamente enemigos de los nuevos inmigrantes. Naturalmente que todos estos movimientos fascistas tienen en sus programas políticos una eventual y radical limpieza étnica de sus países. Todo esto se ha dramáticamente intensificado en los últimos cinco años. A medida que la guerra contra el actual califato islámico se intensifica, también aumentan los atentados terroristas en las capitales occidentales. Todos estos brutales crímenes han sido perpetrados por islamistas radicalizados y especializados en actividades terroristas. El último de estos eventos ocurrió hace un par de días atrás en San Bernardino, California. El Choque de civilizaciones, el surgimiento de movimientos fascistas en occidente y el terrorismo islámico, fue anticipado por Huntington a principios de los años 90 del siglo pasado. Todo esto se escribió en un largo trabajo académico publicado en Foreign Affairs en 1993. Toda esta gigantesca barbarie se ha convertido en una penosa realidad. En Europa los movimientos anti inmigrantes y fascistas están ganado terreno en todos los países de la zona euro y también en el Reino Unido. En las últimas semanas, Polonia ya ha caído bajo las garras fascistas.
En los Estados Unidos la meteórica carrera política de Donald Trump es un caso clásico del choque ideológico, cultural y civilizacional que Huntington anticipó en 1993 y luego documentó en los dos últimos libros que publicó antes de morir. Trump es una persona que representa magistralmente el modelo del sueño norteamericano. Es un hombre exitoso, sumamente rico y totalmente convencido de sus ideas y prejuicios. Este brillante político representa el perfil del ciudadano ideal y que tiene en mente la inmensa mayoría de los estadounidenses (tanto demócratas como republicanos) y que pertenecen a la etnia blanca, anglosajona y protestante. Esto es sumamente importante pues los ciudadanos wasp aún son la inmensa mayoría de los ciudadanos que votan en las elecciones. Trump tiene una inteligencia superior, es inmensamente rico y poderoso y sumamente seguro de sí mismo. Es tan rico que con facilidad puede financiar su campaña electoral y con toda potencia puede atacar con mucha inteligencia a los grupos de presión empresariales que han creado las catastróficas crisis de los últimos años. Particularmente la gran recesión de los años 2007 – 2009, la gran crisis de la zona euro 2010 – 2012 y ahora la gran crisis y recesión de los países emergentes. Trump no tiene pelos en la lengua para atacar con energía y precisión a los muchos lobbies que financian y corrompen a políticos venales que habitan en Washington. Tiene particularmente en su mira al gran lobby del complejo industrial – militar y también al lobby que maneja la comunidad judía en los Estados Unidos. Trump también tiene profundos conocimientos de historia y así está en condiciones para recrear si ello es necesario el Estado fuerte y eficiente que creó el presidente Roosevelt para salir de la crisis de 1929. En 1933 Roosevelt logró sacar al país del marasmo económico y social causado por los financistas corruptos de los años 20 en los Estados Unidos. Los descendientes de estos financistas corruptos, son los que han creado todas las crisis económicas de las últimas décadas del siglo 20 y particularmente de la gran recesión del año 2007 que aún continúa y hoy día está destruyendo a los países emergentes. El pueblo pensante y movilizado de los Estados Unidos sabe que Trump tiene las agallas suficientes para enfrentarse contra todos los lobbies que han gravemente dañado la política y sociedad estadounidense en las últimas tres décadas.
Si Trump no es asesinado y sobrevive con éxito la campaña electoral es probable entonces que sea el nuevo presidente de los Estados Unidos. Si esto llega a ocurrir, el resto del mundo debe prepararse para un extremadamente peligroso nuevo periodo de la historia contemporánea. Con el presidente Vladímir Putin en Rusia, con el presidente Xi Jinping en China, con Narendra Modi en India y con Donald Trump en los Estados Unidos; las posibilidades de que el actual choque de civilizaciones se transforme en una brutal y gigantesca guerra mundial, son enormes. No sería nada raro que líderes igualmente potentes y voluntariosos surjan en Alemania, Reino Unido y Francia. Con las grandes potencias dirigidas por esta clase de líderes, una vez más el planeta estaría reviviendo años parecidos a los que antecedieron a la primera guerra mundial. Un pequeño error de cálculo diplomático podría transformar el actual conflicto todavía manejable en un asunto no negociable y esto podría producir el conflicto global que pondría punto final a la actual globalización iniciada en 1980.
El mundo así volvería a revivir los conflictos que dieron término a la globalización iniciada por el imperio británico en la segunda mitad del siglo XIX y que se hundió en 1914. Niall Ferguson ha escrito varios libros anticipando la destrucción de la actual globalización y el fin del imperio estadounidense (Civilización. Occidente y el Resto, Random House, Santiago de Chile 2014). Con la salida del presidente Obama de la casa blanca, y con la entrada del presidente Trump al poder, las posibilidades de que los actuales focos bélicos que sólo se mantienen como brasas ardientes, se transformen en un imparable fuego de pradera que gradualmente invada a todo el planeta.
Si todo esto llega a ocurrir, los efectos para América latina serían brutales y dramáticos. Todos los países latinoamericanos, salvo Cuba y Nicaragua, son países culturalmente desgarrados. Pequeñas elites desnacionalizadas y occidentalizadas han tratado por varias décadas que Latinoamérica sea un apéndice de la civilización occidental. Estas elites fueron educadas en Europa y en los Estados Unidos, les encanta hablar en inglés y verdaderamente piensan que los valores, costumbres, actitudes, motivaciones y leyes occidentales, se necesitan para sacar a la región de su permanente subdesarrollo. Las grandes masas populares, enormemente mayoritarias poseen, valoran y defienden una cultura totalmente distinta. Ellas es identifican con los valores, prácticas, actitudes, motivaciones, costumbres y leyes que son producto de un crisol donde hace siglos atrás se fundió la cultura Ibérica medieval con la cultura indígena y nativa de la región que va del Rio Grande a la Patagonia. Esta cultura popular es definitivamente pro estatista, y esta herencia viene directamente de los imperios maya, azteca e inca. Esto quiere decir que las masas desean y luchan porque exista un Estado fuerte y protector a cargo de las actividades productivas más importantes. La cultura popular tiene como valores principales la igualdad y la fraternidad y es por esto que el espíritu de asociación cooperativa y colectiva es sumamente potente. Se toma a la ligera el individualismo, el emprendimiento y empresa privada propia de los occidentales. En caso de elegir entre libertad e igualdad siempre elige la igualdad.
En conclusión, la inmensa mayoría de la población latina jamás podrá llegar a ser calvinista o luterana y es por ello que rechaza los principios básicos de la civilización occidental. Para resumir, el latino promedio opta por la igualdad y la fraternidad y acepta una drástica reducción de la libertad individual cuando ello se hace necesario para salvar a la sociedad y el bien común. El latino promedio desea y demanda la potente y efectiva intervención del Estado en la economía y la sociedad; desconfía del individualismo y de la empresa privada y también de las organizaciones no gubernamentales que pretenden reemplazar servicios públicos.
En este conflicto entre una pequeña, desprestigiada y corrupta elite (causante del subdesarrollo y pobreza del continente durante los últimos cinco siglos) y las masas populares que sueñan con una vida colectiva mejor y con bienestar para todos; el choque cultural es inevitable. Si Donald Trump es elegido presidente, inmediatamente construirá una muralla militarizada para salvar a su civilización de la invasión latina. Además, Trump se enfrascará en una lucha sorda y sin cuartel contra sus principales rivales tales como China, Rusia e Irán. Este gran problema existencial probablemente hará que los Estados Unidos se desentiendan totalmente de sus molestos vecinos del sur. Bajo estas condiciones es sólo natural que la elite y las masas latinoamericanas exploten violentamente. Es así como es probable que a partir del año 2016, comiencen tiempos sumamente difíciles y turbulentos para América Latina. Las pequeñas elites occidentalizadas tratarán de defender su riqueza y privilegios a toda costa y por todos los medios posibles. Las elites tratarán de producir desesperados golpes de Estado blandos y también golpes de Estado duros en aquellos países gobernados por fuerzas de izquierda y populistas. No obstante, la correlación de fuerzas por primera vez en 500 años será favorable a las masas populares. Occidente tendrá sus ejércitos luchando en el medio oriente y en el sur de Asia y de esta manera no habrá tropas para salvar a las elites latinas y pro occidentales del sur. Los pobres, la inmensa mayoría, se darán cuenta que los Estados reaccionarios y neoliberales ya no cuentan con el apoyo militar y efectivo de sus aliados occidentales y también que sus propias tropas no son confiables.
Los siete años de vacas flacas que se iniciarán en el año 2016, crearán hambre, miseria y desesperación en todos lados en los países neoliberales que sobrevivan en América Latina. La región repetirá los terribles 7 años posteriores a la gran deflación del año 1929. En aquella época las elites social demócratas de América Latina y con la ayuda de los Estados Unidos pararon la revolución y fueron capaces de organizar un incipiente Estado de bienestar. En el futuro próximo, con Donald Trump en la presidencia y con la guerra en el medio oriente y Asia; el enorme programa humanitario llamado “el buen vecino” y que el presidente Roosevelt implementó con éxito, ya no será posible. Las masas populares después de 7 años de sufrimiento extremo, se radicalizarán profundamente. La “falsa conciencia” será reemplazada por una conciencia revolucionaria. Para finales del año 2022, las elites neoliberales que sobrevivan, se defenderán de las marchas, tomas, concentraciones, huelgas, etc., en forma criminal y despiadada. Cientos de miles de muertos podría ser el nefasto resultado de la confrontación del Estado neoliberal y los trabajadores marchando y protestando. La elite intelectual con horror, seguramente decidirá que el modelo neoliberal es insalvable, y así abandonará a la elite política y económica. Esta elite en desesperación reprimirá al pueblo y a la intelectualidad con salvajismo medieval. Sin el apoyo de artistas, intelectuales, profesores, estudiantes, clérigos, monjas, periodistas, poetas, pintores, etc., etc., la elite se enfrentará sola a las masas enardecidas. Cuando los soldados desobedezcan a sus oficiales y se nieguen a masacrar a mujeres, niños y trabajadores desarmados, todo habrá llegado a su fin. De esta forma las condiciones objetivas y subjetivas de la revolución se habrán fatalmente cumplido. Con el pueblo armado se repetirán las luchas entre ricos y pobres y esto terminará con el mismo resultado que se tuvo en Inglaterra en el siglo XVII en los Estados Unidos y Francia en el siglo XVIII, en América Latina a principios del siglo XIX, en Rusia y China después de la primera guerra mundial, y finalmente en Asia, África y Oceanía después de la segunda guerra mundial.[i]
[i] Para artículos sobre la personalidad de Donald Trump, sírvase ver las siguientes publicaciones “Lexington anger management” The Economist August 15th. 2015 pg. 24; Michael Scherer “Dealt with it” Revista Time August 31st. 2015 pgs. 26 – 33; “American Politics. Trump’s America” The Economist September 5th. 2015 pg. 15; “The Trump Campaign. The art of the Demagogue” The Economist September 15th. Pg 27 – 30; “The Republican Party. Clean-cut Radicals” The Economist November 7th. – 13Th. 2015 Pg 10 – 11; “The Republicans. The Trouble with being right” The Economist November 7th. 2015 pgs. 23 – 25. “Lexington. The Narcissism Trap” The Economist November 14th. 2015 pg. 34; “Trump in History. This Land is Our Land” The Economist November 28th. 2015 pgs. 24 – 25.
- Duque Ph.D.
Cientista Político
Puerto Montt, diciembre 2015