Rodrigo Duterte, el controvertido político de 71 años que ha prometido acabar con la inseguridad y la corrupción en Filipinas, se ha alzado este lunes con laPresidencia del país al conseguir casi el 40% de los votos emitidos, con una ciudadanía que ha optado por un líder visto como fuerte pese al riesgo que su elección implica para los derechos humanos y las libertades civiles.
El que fuera durante 22 años alcalde de Davao, la tercera ciudad de país, se ha convertido en el 16º presidente de esta pujante nación asiática de 100 millones de habitantes, imponiéndose con holgura en una jornada precedida por una campaña pródiga en salidas de tono y acusaciones de todo tipo. El propio Duterte fueprotagonista de varios de estos episodios, como cuando se burló de la violación y muerte de una misionera en un motín carcelario, llamó «hijo de puta» al Papa en una de las naciones más católicas del planeta o alardeó de su animada vida sexualy su afición por tomar viagra.
A falta de contabilizar el 15% de votos, la Comisión Electoral de Filipinas ha informado de que Duterte había conseguido 14,2 millones de votos, un 38,6% del total. En segundo lugar se sitúa Manuel Roxas con el 23%, mientras que la tercera posición es para la senadora Grace Poe, que obtiene el 21%. Además, los 55 millones de electores han decidido este lunes la suerte de otros 18.000 cargos públicos.
Apodado ‘Duterte el sucio’, ‘el castigador’ o ‘el Donald Trump filipino’, sus detractores han avisado de que su estilo autoritario corre el riesgo de hacer que el país vuelva a convertirse en una dictadura como las sufridas en el pasado. De hecho, el propio Duterte amenazó durante la campaña con disolver el Congreso e imponer un «Gobierno revolucionario» si sus reformas encuentran resistencia. «¿Si soy un dictador? Sí, es cierto», aseguró en respuesta a las acusaciones de la oposición en uno de sus actos.
Pero, a pesar de las críticas y las acusaciones, este hombre ha sido capaz de encandilar, con su estilo marrullero y sus promesas de justicia y de reparto de riqueza, a una población harta de ver cómo el espectacular crecimiento que desde hace años vive la economía del archipiélago no se traduce en mejoras tangibles en su vida diaria.
En Filipinas, 40 familias controlan el 76% de la fortuna nacional, y unas docenas de dinastías politicoeconómicas manejan las riendas del Estado desde hace generaciones. Frente a esta oligarquía, Duterte se presentó como un hombre sencillo independiente de la élite gobernante lo que, sumado a sus promesas demano dura contra el crimen que azota el país, lo auparon hace semanas a lo más alto de las encuestas.
Duterte se ha comprometido a terminar con la criminalidad en seis meses, aunque para ello tenga que ejecutar a unos 100.000 delincuentes. No en vano, en sus años como alcalde, al ahora presidente se le relacionó con los escuadrones de la muerteque acabaron a tiro limpio con camellos y violadores de la sureña Davao y convirtieron la ciudad más peligrosa del país en la más segura de todas. «Olvidaos de las leyes de derechos humanos» declaró al cierre de su campaña.»Si llego al palacio presidencial, haré como hice de alcalde. Traficantes, ladrones y maleantes, haríais mejor en iros» aseguró farruco.
Su estilo encaja con una campaña en la que la violencia ha jugado un papel muy destacado, algo por otra parte típico en Filipinas. Durante los meses previos, hasta15 personas fueron asesinadas en relación con el proceso electoral, y este lunes otras 10 han perdido la vida en diferentes incidentes.
Además de las deficiencias en las infraestructuras o la arraigada corrupción, Duterte también deberá tomar las riendas del proceso de paz en el conflicto que padece el Sur, mayoritariamente musulmán, desde hace lustros, en el que han muerto unas 150.000 personas en la lucha entre guerrilleros y ejército; o lasdisputas territoriales que mantiene con la vecina China, cuyas reclamaciones de soberanía en el Mar de China Meridional chocan con las pretensiones filipinas.
En la apretada carrera por hacerse con la Vicepresidencia, Ferdinand ‘Bongbong’ Marcos Jr., hijo del antiguo dictador y su esposa Imelda, aventaja en tan sólo 0,2% puntos a Maria Leonor Robredo, por lo que hay que esperar hasta contar el 100% de los votos para saber quién será el segundo en la jerarquía del país asiático.