«Hemos hecho muy poco por las mujeres». El papa Francisco ya lo apuntaba a comienzos de este mes de mayo cuando dedicó su vídeo del mes a la necesidad de «eliminar los obstáculos que impiden su plena inserción en la vida social, política y económica». Ahora, también en lo religioso. En un gesto de una dimensión histórica desconocida, Francisco ha anunciado hoy la apertura de una «comisión oficial» en el Vaticano para analizar la posibilidad de que las mujeres puedan ser ordenadas diaconisas, paso previo al sacerdocio y que hasta la fecha estaba absolutamente vetado. Era, incluso, una «puerta cerrada», tal y como la dejó Juan Pablo II.
El Papa hizo este anuncio durante un encuentro con 900 religiosas de todo el mundo, con las que mantuvo un coloquio «sin papeles» en el Aula Pablo VI del Vaticano. En el mismo, una de ellas le preguntó sobre la posibilidad de que la Iglesia admitiera el diaconado de la mujer. «¿Por qué no constituir una comisión oficial para estudiar la cuestión?». Francisco se sonrió y recordó que hace algunos años ya había abordado el asunto con «un buen y sabio profesor», experto en la tradición de mujeres diaconisas, presente en las comunidades cristianas de los primeros siglos. «¿Existieron? ¿Tenían ordenación o no? Está poco claro eso. ¿Cuál fue el papel de esa diaconisas entonces?», se preguntó el Papa, para después subrayar que «sería bueno constituir una comisión oficial que pueda estudiar la cuestión, para hacer que la Iglesia aclare este punto». «Estoy de acuerdo, voy a hablar para hacer algo como esto. Acepto, me parece útil tener una comisión para aclarar», concluyó.
Actualmente la Iglesia católica reserva el diaconado exclusivamente a los hombres. Los seminaristas son ordenados «diáconos temporales» un tiempo antes de recibir la ordenación sacerdotal. También existe la figura de «diáconos permanentes», para la que pueden acceder incluso hombres casados. Pero jamás una mujer.
No pueden confesar o dar la unción de los enfermos
Entre las funciones permitidas a los diáconos destacan la proclamación del evangelio, la predicación y la asistencia en el altar, la administración del sacramento del bautismo y el presidir matrimonios, dar bendiciones. Ellos no pueden celebrar misa, ni confesar o dar la unción de los enfermos.
«Es innegable el aporte de la mujer en todas las áreas del quehacer humano, empezando por la familia. Pero con sólo reconocerlo. ¿Es suficiente?», se preguntaba Francisco a comienzos hace dos semanas, antes del anuncio de este jueves. «Hemos hecho muy poco por las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, despreciadas, marginadas, e incluso reducidas a esclavitud», reconocía el Papa, para condenar después la violencia sexual que sufren las mujeres, e instar a que «en todos los países del mundo las mujeres sean honradas y respetadas y sea valorizado su imprescindible aporte social».
Esta misma semana, el cardenal alemán Karl Lehmann, considerado uno de los obispos más cercanos a Bergoglio, apuntaba la necesidad de abrir el «diaconado a las mujeres». «Desgraciadamente está pasando demasiado tiempo para que Roma tome una decisión sobre el diaconado femenino permanente», lamentó Lehmann, quien ha solicitado al papa Francisco poder retirarse del arzobispado de Maguncia cuando cumpla en breve los 80 años.
Fuente: eldiario.es