El reciente control que los colaboradores de Elon Musk han asumido sobre el sistema de pagos del Tesoro de Estados Unidos ha generado una ola de preocupación y críticas, especialmente entre los políticos demócratas, quienes califican esta medida como “extremadamente peligrosa”. La iniciativa, avalada por el secretario del Tesoro, Scott Bessent, es un paso que ha encendido alarmas sobre los riesgos que plantea concentrar tanto poder en manos de un multimillonario no electo.
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Musk, quien ya controla Tesla y SpaceX, no solo mantiene vínculos estrechos con el gobierno a través de millonarios contratos de defensa, sino que ahora tiene acceso directo al corazón de las finanzas federales. Bajo la designación de “empleado especial” del presidente Donald Trump, su misión oficial es reducir costos y combatir la corrupción en el aparato gubernamental. Sin embargo, esta designación también lo exime, potencialmente, de las estrictas normas de divulgación de conflictos de interés, lo que amplía las sombras sobre su verdadero rol en la administración.
El control del sistema de pagos del Tesoro, encargado de distribuir billones de dólares anuales en fondos críticos como Medicare, pensiones públicas y salarios federales, plantea serios interrogantes sobre los límites del poder corporativo en la administración pública. Elizabeth Warren, senadora demócrata, ha expresado su alarma sobre la situación, subrayando los peligros de permitir que un individuo con intereses personales y comerciales tan vastos, controle datos sensibles de millones de estadounidenses. La falta de transparencia y el despido de funcionarios capacitados solo aumentan las preocupaciones de que el país pueda caer en un colapso financiero, fruto de decisiones impulsadas por la agenda privada de Musk.
En respuesta a las críticas, Trump ha intentado calmar los temores asegurando que Musk no actuará sin la aprobación del gobierno. Sin embargo, esta promesa choca con la realidad de la libertad operativa que el empresario parece tener, alimentada por un entorno político que prioriza la reducción de costos y la eficiencia por encima de las garantías de seguridad y estabilidad en las finanzas públicas.
Además, la combinación de Musk como figura clave en las principales empresas tecnológicas, sus contratos con el Pentágono y ahora su control sobre aspectos fundamentales de la administración financiera del gobierno, refuerza la percepción de un gobierno que cede demasiado poder a las grandes corporaciones. El riesgo latente de una crisis financiera global, como lo advirtió Warren, es una señal de advertencia que no puede ser ignorada.
En medio de promesas de “entretenimiento garantizado” que Musk hace en redes sociales, lo que está en juego va mucho más allá de la eficiencia o los recortes de gastos: está en riesgo la integridad del sistema democrático, el equilibrio de poder entre lo público y lo privado, y la estabilidad financiera de millones de ciudadanos.
Foto: Redes
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