El superportaviones -buque de guerra- más caro de la Armada estadounidense y del resto de los ejércitos del mundo, el portaviones Gerald R. Ford, tiene serios problemas en su operatividad luego que las aeronaves de guerra presentaran fuertes complicaciones para despegar y aterrizar.
Un despacho de Bloomberg describe que el portaviones estadounidense ha registrado nada menos que una veintena de fallos durante las pruebas de despegue y aterrizaje de aeronaves en el mar.
Los problemas no revelados previamente en los sistemas electromagnéticos —producidos por General Atomics— se manifestaron durante más de 740 pruebas en el mar desde la entrega del portaviones en mayo de 2017, a pesar de los elogios de los oficiales de la Marina por su alta capacidad de combate.
El Ford «probablemente no logrará» la capacidad de combate requerida debido a «suposiciones poco realistas» que «ignoran los efectos del clima, emergencias de aeronaves, maniobras de los barcos y la composición actual de las aeronaves en operaciones de vuelo», admite Robert Behler, director de las evaluaciones operacionales del Pentágono, en declaraciones a Bloomberg.
«Ninguna de las interrupciones -fallos- experimentadas durante las operaciones de vuelo CVN-78 -una de las naves que fallaron- causó lesiones al personal ni daños a la aeronave o al barco», explica Michael Land, portavoz de la Marina.
A los problemas de lanzamiento y aterrizaje se suma la falta de 11 ascensores -todos están inoperativos- de la nave para elevar municiones a la cubierta, un problema que ha sido examinado por el presidente del Comité de Fuerzas Armadas del Senado, James Inhofe.
Mientras la Armada estadounidense trata de resolver ese problema, el buque construido por Huntington Ingalls Industries por 13.000 millones de dólares también es incapaz de lanzar cazabombarderos F/A-18 con tanques de combustible externos bajo sus alas, una desventaja que reduce significativamente el alcance y las opciones de sus aeronaves.
Plantean aplazar las pruebas del superportaviones
Un despacho de RT indica que especialistas del Pentágono han solicitado aplazar las pruebas de resistencia de los nuevos ‘superportaviones’ de la clase Ford hasta 2024 —cuando está prevista la entrega del segundo buque de esta serie, el USS John F. Kennedy, a la Marina de Estados Unidos—.
Los estudiosos indican que como el primer ejemplar de esa serie, el USS Gerald R. Ford, no logra cumplir sus funciones básicas durante las operaciones de rutina, es fundamental aplazar las pruebas, informa el portal especializado Task and Puprose.
En su última evaluación técnica, el Pentágono estimó que ese buque de la próxima generación posee deficiencias tan graves como «una fiabilidad baja o desconocida de varios sistemas, incluidas las avanzadas catapultas electromagnéticas, el equipo de frenado -de aviones que aterrizan-, los elevadores de armas y el radar», según datos que publicó la Oficina del Director de Pruebas y Evaluación Operacional en enero.
Los problemas de funcionamiento hacen que el buque sea más vulnerable a los ataques «enemigos» y «crean limitaciones durante las operaciones de rutina», indica el informe.
Huntington Ingalls Industries construyó el USS Gerald R. Ford por 13.000 millones de dólares y entregó la nave a la Armada de EE.UU. en 2017.
En total, Washington planea construir entre 10 y 12 portaviones de esa clase y los primeros deberían entrar en servicio operacional antes de 2027.
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