Solamente en 2016, el gobierno de Barack Obama lanzó 26.171 bombas en países de Medio Oriente, dirigidas a matrimonios, funerales, partidos de fútbol, hospitales, escuelas y viviendas, según estadísticas oficiales del Combined Forces Air Component Commander citadas por el investigador Micah Zenko.
Los blancos fueron Irak, Siria, Afganistán, Libia, Yemen, Somalía y Pakistán.
El ex funcionario de la Casa Blanca bajo Reagan, Paul Craig Roberts, cuestionó los ocho años de «intervenciones militares ilegales en siete naciones, ninguna de las cuales representaba un peligro para EEUU, y a ninguna de las cuales se le declaró (formalmente) la guerra».
«Las invasiones de EEUU crearon terrorismo, ninguna guerra fue ganada, y Medio Oriente ha sido consumido por el caos y la destrucción. El odio mundial hacia Estados Unidos aumentó a niveles récord. EEUU es ahora el país más despreciado de la tierra», escribió Roberts.
En su blog, el analista agregó que el único propósito «de estos crímenes, es enriquecer a la industria armamentista y avanzar hacia la ideología neoconservadora demencial de la hegemonía mundial estadounidense. Un pequeño puñado de personas despreciables han logrado destruir la reputación de Estados Unidos y asesinar a millones de personas, enviando olas de refugiados a EEUU y Europea».
Finalmente, planteó: «Si Trump se convierte en presidente, ¿seguirán los masivos crímenes de Washington contra la humanidad? De ser así, ¿continuará el resto del mundo tolerando la extraordinaria maldad de Washington?»