A Estados Unidos no le importa desatar otro conflicto en el mundo. Junto a su aliado Arabia Saudí ahora ejecuta la estrategia contra Irán con el objetivo de restarle influencia en la región y boicotear su economía.
El pasado jueves 9 de mayo, la Casa Blanca desplegó un portaviones en el golfo Pérsico en un claro mensaje a Teherán después de agudizar las sanciones económicas en su contra.
Desde entonces, la tensión siguió aumentando en la región y mantiene los mercados expectantes ante el impacto que los acontecimientos puedan tener en el estrecho de Ormuz, por donde transita parte importante del petróleo.
Como si todo fuese parte de un guión, este lunes los saudíes denunciaron un presunto ataque contra dos de sus buques petroleros cerca de las costas de Emiratos Árabes Unidos, país que horas antes también informó que cuatro de sus barcos sufrieron sabotaje, reseñó El País.
Sin embargo, no todas las naciones apoyan la política de la Casa Blanca y se oponen a ponerle más leña a un conflicto que Washington puja por acelerar.
Este lunes, España decidió lavarse las manos y ordenó el retiro temporal de la fragata española Méndez Núñez (F-104), con 215 marineros a bordo, del «grupo de combate» encabezado por el portaaviones USS Abraham Lincoln.
“El compromiso de España es con la Unión Europea y los organismos internacionales, y ahí es donde vamos a adoptar siempre las posiciones comunes”, dijo la ministra de Defensa, Margarita Robles.
Asimismo, aclaró que su país es un “socio serio y fiable”, pero sus Fuerzas Armadas solo están vinculadas por los acuerdos de la UE y la OTAN, refirió El País.
Por su parte, el Gobierno iraní denunció «los complots para perturbar la seguridad regional» y pidió «la vigilancia de los estados regionales frente a cualquier aventura de elementos extranjeros».
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, Abas Musaví, exigió que se aclaren «las dimensiones exactas» del incidente en el mar de Omán, que calificó de «alarmante y lamentable».
Respaldado por su aliados en la región, Arabia Saudí e Israel, Trump persigue el objetivo de disminuir a cero la influencia iraní. En mayo de 2018, anunció el retiro de su país del programa nuclear, la excusa perfecta para retomar las restricciones económicas contra Teherán, dirigidas especialmente a boicotear sus exportaciones de petróleo.
El jueves 2 de mayo culminaron las exenciones a la compra de crudo iraní que Washington concedió a sus principales receptores cuando, en noviembre del año pasado, reimpuso las sanciones.