El primer laboratorio espacial que China puso en órbita en 2011 se desintegró este lunes luego de entrar en contacto con la atmósfera de la tierra.
La estación espacial que se encontraba fuera de control desde 2016, se precipitó finalmente en una zona remota del Pacífico Sur, a miles de kilómetros al noreste de Nueva Zelanda poniendo fin a la ruta errante del artefacto por el espacio exterior.
En todo el mundo, las agencias espaciales se encontraban a la expectativa del destino final de la nave, la cual se especulaba podía caer en una zona muy amplia del planeta que abarcaba toda África, América del Sur, el sur de Europa, Australia o buena parte del continente asiático. Sin embargo no era posible tener certeza sobre su destino final debido a que ésta se encontraba fuera de control.
En los últimos días autoridades chinas reiteraron que la caída no provocaría daños al reingresar al planeta. La probabilidad de ocasionar algún daño era escasa pues el mismo se desintegraría en la atmósfera.
El Tiangong-1 cuyo nombre significa literalmente “palacio celestial”, se envió al espacio con el propósito de llevar a cabo varios experimentos por parte del programa espacial chino, que aspiraban tener su propia estación espacial en el año 2022.
El laboratorio, de unos 10 metros de largo y 8,5 toneladas de peso, recibió dos misiones tripuladas, una de ellas en 2012 y otra en 2013, respectivamente. Una vez se perdió el control sobre la nave, en 2016, se realizó el lanzamiento del Tiangong-2, que sigue operativo en la actualidad.
Pese al hecho registrado, no es la primera vez que una nave se precipita a la tierra sin control, en 1979 ocurrió con el laboratorio estadounidense Skylab que pesaba unas 80 toneladas y en 2001 con la estación soviética-rusa Mir la cual tenía un peso de 140 toneladas.