El próximo 6 de noviembre de 2018 se realizarán en Estados Unidos (EEUU) elecciones para renovar parte del Senado y el total de la Cámara de Representantes, comicios que serán claves para el futuro político del Partido Republicano dentro de la Casa Blanca y del propio Donald Trump.
Actualmente los republicanos, partido del presidente Trump, controlan la mayoría parlamentaria en ambas instancias legislativas, hecho que les permite mantener cierta tranquilidad sobre la estadía del magnate empresarial estadounidense en la silla presidencial.
Sin embargo, esa calma relativa se ve amenazada por la campaña del partido demócrata que busca destituir a Trump de la Presidencia a través de un proceso político ejecutado por el Congreso, donde acusarán al actual Jefe de Estado a través de una acción judicial conocida como impeachment.
Son varios los escenarios que podrían condenar la permanencia de Trump en la Casa Blanca. Estas hipótesis crecen aún más con las elecciones parlamentarias en puerta, comicios que se dan en un contexto donde la popularidad de Trump es sumamente baja y que -según varias encuestadoras- ha roto los niveles históricos de impopularidad para un Jefe de Estado de ese país.
Al magnate lo podrían procesar por deslealtad o traición a la patria, cuestión que tiene argumento en las supuestas relaciones secretas que ha mantenido con Rusia. De igual forma se le podría procesar por supuestamente haber suministrado información secreta de Estado, sobre grupos terroristas que actúan en Siria y Oriente Medio, al Ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov.
Además, el impeachment podría desplegarse por otras causas como abuso de poder, evasión fiscal, donaciones fraudulentas, negocios turbios, mentir por negar sus supuestas relaciones sexuales con la estrella del cine para adultos, Stormy Daniels, e incluso se podría retomar una acusación que hizo su propia ex esposa, Ivana Marie Zelníčková, madre de tres hijos del empresario y quien dijo que Trump la habría violado antes de separarse.
El 2 de octubre de 2018 el diario New York Times publicó una investigación fundamentada en varios informes publicados por el fisco estadounidense que ponen en evidencia como Donald Trump amasó su fortuna al evadir al menos 413 millones de dólares que debió pagar en impuestos, pero Trump niega el hecho.
¿Qué es el impeachment en EEUU?
El proceso de impeachmente en EEUU está dentro de su Constitución, específicamente en el artículo 2, sección 4, donde indica: “El Presidente, el Vicepresidente y todos los funcionarios civiles de los Estados Unidos serán separados de sus puestos al ser acusados y declarados culpables de traición, cohecho u otros delitos y faltas graves”.
Para ejecutarlo, se debe iniciar una “investigación independiente” (llevada por una comisión del parlamento o el Departamento de Justicia, por ejemplo), para juzgar si el presidente cometió o no algún tipo de traición, delito o falta grave. De ser positivo, esta comisión puede presentar una moción de impeachment a la Cámara de Representantes.
Una vez realizado este paso, si la cámara vota a favor del impeachment, el senado debe dictar la condena. Si el senado vota, con dos tercios de mayoría, que el impeachment procede, el presidente es condenado y queda removido de su cargo.
Cuando esto sucede el vicepresidente se convierte, inmediatamente, en presidente. En este caso, el presidente en cargo sería Mike Pence, el vicepresidente de Trump, un conservador cristiano que cuenta con gran aceptación en la población y que además es del agrado de los republicanos por tener una personalidad menos escandalosa que la del magnate neoyorquino.
En lo concreto el impeachment se ejecuta como un proyecto de ley que debe ser refrendado por el Congreso, organismos que está formado por dos Cámaras. En primer lugar debe ser debatido y votado en la Cámara de Representantes, y para salir adelante y que Trump sea procesado se necesitaría que una mayoría de 218 miembros de los 435 que lo componen aprueben los artículos de destitución previamente aprobados en comité.
La composición actual de la Cámara de Representantes favorece a Trump, pues los republicanos ocupan 241 escaños, mientras que los demócratas cuentan con 194 asientos. Eso significa que los demócratas tendrían que persuadir a 23 republicanos para que la medida saliese adelante.
De darse el caso, el impeachment se llevaría al Senado, donde se celebraría un juicio supervisado por el presidente del Tribunal Supremo. El equipo de legisladores de la Cámara harían el papel de fiscales, mientras que Trump contaría con abogados defensores y el Senado actuaría como el jurado.
En este caso se necesitaría una mayoría de dos tercios de los votos para condenar al Presidente y destituirlo de su cargo. Esta Cámara cuenta con un total de 100 miembros, que se reparten de la siguiente manera: 52 republicanos, 46 demócratas y 2 independientes, estos dos últimos suelen alinearse con el Partido Demócrata.
Entonces, el proceso es complejo y consta de tres etapas: una investigación independiente, el impeachment en la cámara de representantes y, finalmente, la condena en el senado.
Entonces, con el proceso de renovación de una parte del Congreso a realizarse en noviembre próximo, la tranquilidad de los republicanos podría estar en riesgo y hacer posible la factibilidad del impeachment.
Elecciones parlamentarias y el futuro de Trump
Las elecciones en puerta se conocen como las “midterm”, un proceso electoral que se celebra en la mitad del mandato presidencial actual y se trata de un procedimiento en el que se elige el partido político que controlará las dos cámaras del Congreso estadounidense por los últimos dos años, hasta que se celebren los comicios presidenciales.
En estos comicios se elegirán 538 escaños: 435 corresponden a la Cámara de Representantes, 100 al Senado y tres son las representaciones del Distrito de Columbia.
Los electores votan directamente para elegir a un tercio de los senadores y a todos los integrantes (435) de la Cámara de Representantes, que se renuevan cada dos años, o en las ‘midterm’ o en las presidenciales.
Así es posible modificar el partido político que controla cada una de las cámaras del Congreso, que se traduce en mayor facilidad para aprobar proyectos de ley.
La Cámara de representantes está compuesta por 435 escaños, correspondientes a las 435 circunscripciones electorales en las que se divide el país. En 1929 se aprobó la Ley de Asignación Permanente, que fija en este número la cifra de escaños de la cámara, para evitar que los estados rurales con menos población perdieran representación en la Cámara de Representantes frente a aquellos más urbanizados.
Los 435 escaños se dividen en función de la población de cada estado, con California siendo el que más tiene (53) y Alaska, Delaware, Montana, las Dakotas, Vermont y Wyoming los que menos, con solo uno cada uno. El Partido Republicano, mayoritario en la cámara, tiene 236 escaños, frente a los 193 del Partido Demócrata.
El Senado está conformado, por su parte, por 100 senadores (actualmente, 51 republicanos y 49 demócratas), dos por cada uno de los 50 estados. Sus mandatos duran un total de seis años, que se renuevan por tercios cada dos años.
En esta ocasión se renuevan 33 senadores, de los cuales 23 están gobernados por el Partido Demócrata: si los demócratas mantienen los estados actuales y ganan en otros dos, se revertiría el control del Senado, actualmente en manos del partido de Trump.
¿Alguna vez se ha condenado a un Presidente de EEUU por impeachmet?
Hasta la fecha nunca se ha condenado a un Jefe de Estado, sin embargo sí se han abierto dos procesos ante la Cámara de Representantes.
La primera vez fue en el siglo XIX con Andrew Johnson. Se le acusó entonces de despedir al Secretario de Guerra cuando no tenía las facultades para hacerlo. La segunda vez, fue contra Bill Clinton por mentir bajo juramento, sobre las relaciones sexuales que había tenido con Mónica Lewinsky.
En los dos casos el Senado no votó a favor de la acusación y ambos presidentes pudieron seguir gobernando hasta el final de sus mandatos.
La única vez que pudo haberse dado un impeachment en EEUU fue en el caso del republicano Richard Nixon en 1974, cuando se le acusó de haber grabado las conversaciones privadas de demócratas en el escándalo de Watergate.
Además, Nixon se enfrentaba a una mayoría demócrata en la Cámara de Representantes y en el Senado, lo que hacía que fuese casi seguro que, de ser acusado, lo habrían destituido. Nixon se adelantó a los acontecimientos y decidió renunciar y dejó en el cargo a su vicepresidente, Gerald Ford, a cambio de un perdón de todos los cargos e inmunidad.
Pero el impeachment también puede convertirse en una estrategia política para los republicanos, que podrían salir de un Trump bastante conflictivo para su imagen dentro y fuera de EEUU y colocar a un hombre menos mediático como Mike Pence, quien al parecer no guarda vinculación con las supuestas irregularidades cometidas por el actual jefe de la Casa Blanca.
Una imagen pública marcada por el racismo, la misoginia y los escándalos sexuales
Trump, quien antes de ser Presidente se hizo famoso por protagonizar el “reality show” The Apprentice (El Aprendiz), donde ridiculizaba en repetidas ocasiones a trabajadores y concursantes, también mostraba su accionar racial y sexista que le son propios de su personalidad. En ese programa que se transmitía en horario estelar por la cadena televisiva NBC y que duró 15 temporadas, el magnate estadounidense popularizó la frase “you´re fired” (estás despedido), con la que eliminaba a los concursantes del programa.
La agencia estadounidense Associated Press (AP) entrevistó a más de 20 personas que participaron en ese programa y que describieron el comportamiento de Trump detrás de las cámaras.
Según ese reporte de AP, los entrevistados dijeron por separado, que en varias ocasiones Trump hizo comentarios lascivos sobre las mujeres que le llamaban la atención.
Además, el racismo o supremacía blanca de Trump se ha puesto en evidencia en sus propias alocuciones donde ha calificado a los latinos de ser personas perezosas, criminales, narcotraficantes, entre otros descalificativos para denigrar a las inmigrantes.
Trump también protagonizó un momento escandaloso cuando le dijo “Miss Piggy” (Señorita cerdita) a la entonces Miss Universo, la venezolana Alicia Machado.
The Apprendice fue uno de los más exitosos programas de televisión en ?prime-time? de todos los tiempos y dio empleo a cientos de personas durante muchos años, muchos de los cuales apoyan la candidatura de Trump».
Historia empresarial y racial de la familia Trump
La periodista Gwenda Blair es la autora del libro The Trumps: Three Generations That Built An Empire (Los Trump: Tres generaciones que construyeron un imperio), actualizado en una reciente edición como The Trumps: Three Generations of Builders and a Presidential Candidate (Tres generaciones de constructores y un candidato a la presidencia), donde investiga el origen de este linaje y sus negocios durante tres generaciones.
En una entrevista con El Español.com, Blair explica que Friedrich Trump, el abuelo del presidente Donald Trump, llegó a EEUU com inmigrante, desde Kallstadt, un pueblo de Alemania.
Friedrich llegó a Nueva York, donde comenzó la historia empresarial de la familia y donde además le cambiaron el apellido al acudir al registro norteamericano, al anotarlo incorrectamente y quedar entonces como Frederick Trumpf, que derivó posteriormente en Trump.
Frederick vivió un par de años en la casa de su hermana Katharina, que había emigrado antes que él. Encontró trabajo en una barbería donde hablaban alemán y se quedó allí seis años. Pero el primero de los Trump anhelaba más.
“En 1891, se marchó a la costa Oeste, a Seattle, donde compró con sus ahorros un restaurante en el centro de la ciudad, en una zona donde en la época abundaban casinos, salones y burdeles, el red-light district conocido como Lava Beds. El local fue bautizado como Poodle Dog, y en él servía alcohol, comida y ofrecía ‘habitaciones para señoritas’, que era como eufemísticamente se anunciaba que había prostitutas”, explica el texto del El Español.
Así comenzaron los negocios de la familia. En 1892 el abuelo Trump adquiere la ciudadanía estadounidense y vota en sus primeras elecciones. Un par de años después, vende el restaurante y se instala en la ciudad minera de Monte Cristo, atraído por los rumores sobre la aparición de nuevos depósitos de oro y plata.
Allí adquirió un terreno, el primero de la familia, y levantó su primer hotel -o pensión- Trump. Con los años nace el padre de Donald, Frederick Trump Jr, quien sería un constructor que se especializaba en el desarrollo e implementación de proyectos de vivienda para la clase media en los distritos neoyorquinos de Queens, Staten Island y Brooklyn.
El racismo es una tradición familiar, desde la era del Ku Klux Klan
Pero además de los negocios, la sombra del racismo persigue a los Trump. A finales de 1990, Donald Trump ya era un reconocido promotor inmobiliario de Manhattan, pero antes del salto al corazón de Nueva York, había empezado a trabajar con su padre, un tipo que aumentó la riqueza familiar al construir y alquilar viviendas económicas para trabajadores de los barrios de Queens, Brooklyn y Staten Island.
En el 1973 ambos recibieron una denuncia por discriminación racial por parte del Departamento de Justicia, que le acusaba de vetar a negros como inquilinos en sus propiedades. El informe del FBI, recogía testimonios de familias afroamericanas rechazadas, así como de empleados de la época que, entre otras cosas, contaban que les obligaban a marcar con una C (persona de color) las solicitudes de negros.
El caso se resolvió con un acuerdo extrajudicial: Trump no tuvo que admitir responsabilidades, ni recibió ninguna sanción, aunque se comprometió públicamente a mejorar sus prácticas para evitar riesgo de discriminación.
Luego, en 1989, Donald Trump desempeñó un papel funesto en el caso de ‘Los cinco de Central Park’, en el que cuatro adolescentes negros y uno latinoamericano fueron detenidos por error en un crimen atroz que no habían cometido, la violación y paliza a una joven blanca que corría por el parque y estuvo a punto de morir desangrada.
El suceso conmocionó a Nueva York y el magnate se puso a la cabeza de la manifestación. Antes de celebrarse el juicio siquiera, publicó anuncios a toda página en los periódicos pidiendo la pena de muerte para los chicos.
Los sospechosos, de entre 14 y 16 años, fueron obligados a confesarse culpables del hecho y pasaron más de una década en prisión sin haberse realizado siquiera pruebas forenses.
En 2002 apareció el verdadero culpable y fueron exonerados, pero no eso hizo a Trump rectificar. En octubre de 2016, en plena campaña electoral para la presidencia, la televisora CNN le preguntó sobre el caso y dijo: “Ellos dijeron que eran culpables”.
El antecedente racista viene también de su padre, quien había sido arrestado y liberado sin cargos en 1927 durante unos disturbios provocados por miembros del Ku Klux Klan en Queens.
The Washington Post publicó la historia en febrero de 2016 y el hijo, ya precandidato presidencial, lo negó. Pero los documentos históricos recogidos por el periódico son contundentes: dan cuenta de esos altercados y del arresto de un hombre Fred Trump, con domicilio en el 175-24 Devonshire Road, en el barrio de Jamaica, la dirección donde vivían los Trump, según el censo de 1930.
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