Una amplia investigación para aclarar la presunta intervención de Rusia en las elecciones presidenciales de EEUU a través de Wikileaks, que ha revelado numerosos correos electrónicos negativos para la candidata demócrata Hillary Clinton, llevó adelante el FBI en los últimos meses.
Agentes del buró indagaron a los más íntimos asesores del competidor republicano Donald Trump, buscaron conexiones financieras entre ellos y personalidades rusas, e intentaron seguir una pista – que más tarde fue puesta en duda – sobre un posible canal secreto de comunicación que unía a la Trump Organization con un banco ruso.
Pese a todo lo anterior, la hipótesis que ha repetido hasta el cansancio la campaña de Clinton no fue comprobada. Así lo indicó un reportaje publicado este lunes por The New York Times, con los resultados preliminares de la indagatoria.
«Autoridades policiales dicen que ninguna de las investigaciones ha encontrado nexos concluyentes o directos entre el señor Trump y el gobierno ruso. Incluso, oficiales de inteligencia y el FBI piensan ahora que el hackeo de los correos electrónicos demócratas pretendía socavar la elección presidencial en vez de conseguir a Trump electo», afirmó el periódico.
El equipo de Clinton, molesto por la supuesta falta de fiscalización de las autoridades policiales a Trump, había exigido realizar diligencias en este sentido, argumentando la «evidente» afinidad del contrincante con Putin. De hecho, hace algunos días exigieron al director del FBI, James Comey, discutir el avance de los procesos abiertamente, de la forma en que lo hizo la semana pasada, cuando anunció que un nuevo conjunto de e-mails, posiblemente conectados con Clinton, habían sido descubiertos.
Al menos una parte de las pesquisas de la supuesta conexión Trump-Rusia involucraba a Paul Manafort, jefe de campaña del candidato de derecha. Veterano estratega político, Manafort efectivamente tuvo importante negocios en Rusia y ex estados soviéticos como Ucrania, donde trabajó como asesor del desplazado presidente de ese país, Viktor Yanukovich.
«Pero el enfoque en ese caso fueron los vínculos del señor Manafort con un gobierno cleptocrático en Ucrania – y si había declarado sus ingresos en Estados Unidos – y no necesariamente respecto de alguna influencia rusa en la campaña de Trump, aseveró un funcionario», según indica The NY Times.
En sesiones secretas de agosto y septiembre, las autoridades de inteligencia informaron a líderes del Congreso norteamericano acerca de la posibilidad de lazos financieros entre rusos y personas conectadas con Trump. Pusieron especial atención, agrega el diario, a las indicaciones de ciberexpertos que alertaron sobre un canal que habría existido entre la Trump Organization y el Banco Alfa, uno de los más grandes de Rusia, cuyos dueños han compartido con Putin.
Agentes del FBI pasaron semanas examinando los datos del servidor de Trump Organization, pero concluyeron que podía haber una explicación menos siniestra: el envío de avisos comerciales del banco y spam a sus contactos.
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