El presidente de Francia, Emmanuel Macron, lleva semanas dando de qué hablar. Principalmente por todas las divisiones que está generando con su «estrategia» para nombrar al nuevo primer ministro del país europeo después de la segunda vuelta de las legislativas de julio.
Pablo Castaño, periodista y doctor en Ciencia Política, Políticas Públicas y Relaciones Internacionales por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), respondió de esta manera, en la red social X, la gran pregunta: ¿Por qué la izquierda francesa no está gobernando, casi 2 meses después de ganar las elecciones?
- «Como recordaréis, el Nuevo Frente Popular (NFP) quedó primero en las elecciones legislativas de junio y julio, seguido de Ensemble (macronistas) y RN (extrema derecha). Ningún partido consiguió la mayoría absoluta pero el NFP fue quien obtuvo más representación parlamentaria.
- La Constitución de 1958 establece que el presidente nombra al primer ministro. Como Francia es una democracia (aunque muy limitada, como comprobaremos), la costumbre es que nombre a quien tenga más apoyo parlamentario, tenga o no mayoría absoluta.
- Por eso, después de las elecciones de 2022 (que los macronistas ganaron con mayoría simple), Macron nombró un primer ministro de su partido. Pero ahora Macron se ha negado a nombrar a la primera ministra propuesta por el NFP, Lucie Castets, con varias excusas.
- Primero los macronistas descartaron un gobierno con ministros de La Francia Insumisa (LFI) de Jean-Luc Mélenchon (al que consideran un radical, aunque su programa es socialdemócrata), pero Mélenchon ofreció renunciar a tener ministros de su partido, anulando la excusa.
- Después de una ronda de consultas con los partidos, Macron se negó a nombrar primera ministra a Castets alegando «estabilidad institucional», por el riesgo de que los demás partidos derribasen el nuevo gobierno con una moción de censura, al no tener la izquierda mayoría absoluta.
- El problema es que este riesgo existirá con cualquier partido, ya que no hay mayorías absolutas y el centro-derecha tampoco ha conseguido formar una coalición alternativa al NFP, como le habría gustado a Macron. El NFP sigue siendo el grupo político más numeroso del Parlamento.
- Detrás del bloqueo político está la Constitución de la V República, que convierte al presidente francés en uno de los más poderosos del mundo, hasta el punto de poder ignorar el voto popular como está haciendo Macron.
- La Constitución ni siquiera impone un plazo para nombrar el nuevo gobierno, por lo que podría seguir indefinidamente en funciones el actual ejecutivo macronista, derrotado en las urnas. Algo inimaginable en una democracia. La Constitución fue impulsada en 1958 por el general De Gaulle bajo la amenaza de un golpe de Estado, en un momento de fuerte inestabilidad política relacionada con la guerra colonial en Argelia. En ese contexto se aprobó una constitución enormemente presidencialista, con unos déficits democráticos que ahora son evidentes.
- Ante la negativa de Macron a nombrar a la candidata de la izquierda, el PS se ha negado a participar en la segunda ronda de consultas iniciada por el presidente y LFI ha convocado movilizaciones y ha anunciado una moción parlamentaria para destituir a Macron (que no triunfará).
- Con su empecinamiento Macron ha conseguido reforzar la unidad del NFP, una alianza que en algunos momentos ha parecido a punto de romperse. Hoy los principales partidos de izquierda (LFI y PS) denuncian al unísono la «negación de democracia » de Macron.
- La resistencia del presidente a convivir con una primera ministra de izquierdas responde a su empeño en polarizar la política francesa entre él y la ultraderecha.
- Un gobierno de izquierdas, que aplicase al menos parte del programa del NFP, demostraría que hay alternativa a las políticas neoliberales de Macron y el programa racista de Le Pen… y eso es lo que más teme el presidente. Mantener el bloqueo político podría acabar beneficiando a Le Pen, que se presentará a las presidenciales de 2027 como la única alternativa a un sistema anquilosado y antidemocrático. Pero eso no parece preocupar demasiado a Macron, dispuesto a alimentar a la ultraderecha con tal de evitar que gobierne la izquierda».
Este martes 27 de agosto, en un mensaje a la prensa, Macron ha dicho: «El trabajo continúa, la puerta está abierta. Recibo a todos los que quieran trabajar por el interés superior del país».
Mélenchon, por su parte, dijo en una entrevista con La Razón publicada el 25 de agosto que: «La constitución lo dice muy claro: el presidente no escoge, el presidente nombra al primer ministro. Y no es verdad que un gobierno de Lucie Castets no podría funcionar. Castets tendría que hacer alianzas, buscar apoyos aquí y allá para aprobar las leyes. Eso es la democracia: discutir y buscar puntos en común. Pero puede funcionar. Si Macron elige a alguien más, ya nuestro grupo parlamentario lo tiene decidido: vamos a presentar una moción de censura. Y vamos a censurar al gobierno que se forme bajo la figura de un primer ministro escogido así. El rey ¨Macron Primero¨ cree que puede hacer lo que le dé la gana. Pues no».
A la pregunta de si la figura de la destitución presidencial también está entre las opciones, respondió: «Nosotros hemos evocado la posibilidad de la destitución de Emmanuel Macron como una especie de advertencia. Muchos nos han dicho ¨Oh, eso sería el caos¨ pero en realidad son ellos – el campo de Macron – quienes han creado el caos. Pues ahora que enfrenten el caos. Ellos saben que un gobierno donde no participemos no puede sostenerse. Nadie obligó a Macron a disolver la Asamblea Nacional. Nadie lo obliga a no aceptar a Lucie Castets como primera ministra. Es una decisión política. Así que para que el nuevo gobierno se sostenga, alguien tendrá que cambiar de opinión. Y no seremos nosotros. Será quizás Reagrupación Nacional, el Macronismo o el Partido Socialista. La partida no ha terminado».
A todo este acontecer hay que agregar un detalle más: la fecha límite para presentar el borrador del presupuesto para 2025 es el 1 de octubre.
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