Este domingo y lunes China acogerá la XI Cumbre de G20 en la ciudad de Hanghzou. En el marco del evento, el presidente chino, Xi Jinping, comenzó este viernes a recibir a gobernantes de diversos países que llegaron a la nación asiática.
Pekín busca que esta cita, probablemente la más importante a nivel internacional que ha acogido jamás China, consolide y muestre al mundo la cara más positiva de su ascenso a la primera línea de las potencias internacionales.
Hangzhou, además, será el escenario donde debuten en el nivel de las grandes cumbres el nuevo presidente brasileño, Michel Temer, y la primera ministra británica, Theresa May.
También será el escenario del despido diplomático de Barack Obama, quien apostó por hacer el giro hacia Asia Pacífico durante su mandato, una de las bases de su política exterior. El mandatario estadounidense llega dispuesto a hacer una defensa entrégica de una de las piezas más controvertidas de su mandato: la alianza transpacífica, o TPP, el tratado de libre comercio entre 12 países que vincularía a ambas orillas del pacífico y del que China, por el momento, está excluida. Obama no ha conseguido aún la ratificación en el Congreso de EEUU.
Los principales temas que se discutirán en las esferas de la más alta diplomacia mundial abarcan desde el conflicto sirio hasta el aumento de las tensiones en Ucrania, pasando por la situación en Turquía. En el ámbito económico, se revisará la búsqueda de un plan de revitalización a nivel global, también habrá espacio para las sesiones y múltiples reuniones bilaterales que tendrán lugar al margen de la cumbre, como la de Barack Obama y el presidente ruso, Vladimir Putin.
Las disputas territoriales en el mar del este y sur de China serán otro de los asuntos de fondo de la reunión. El Gobierno de Xi JInping rechaza el laudo de una corte de arbitraje internacional que ha desestimado los argumentos de soberanía chinos en las aguas que se disputa con sus vecinos a su sur. Estados Unidos insiste en que el dictamen debe respetarse.
Ciudad vacía
Hangzhou es una moderna ciudad de 9 millones de habitantes, pero su centro urbano está prácticamente vacío, ya que el Gobierno decretó una semana de vacaciones obligatorias y gran parte de la población se ha ido fuera, lo que facilitará el paso de las caravanas oficiales y ayudará a prevenir los atascos.
Según medios locales, las autoridades han aprobado subvenciones y descuentos por valor de unos 10.000 millones de yuanes (1.500 millones de dólares) para que los ciudadanos se vayan a hacer turismo.
El dispositivo de seguridad es mayúsculo, pero las autoridades no han divulgado datos concretos, ni siquiera la cifra de policías y soldados movilizados. Sin embargo, la presencia de uniformados (reforzados por los sempiternos vigilantes vecinales del brazalete rojo) y vehículos, entre ellos algunos blindados, es constante por las calles.