El presidente gambiano Yahya Jammeh, que aspiraba a conquistar su quinto mandato, aceptó la derrota en las urnas en las elecciones presidenciales celebradas este jueves, según informó el presidente de la Comisión Electoral Independiente.
La admisión de los resultados fue inesperada por analistas y ciudadanos, en un país donde desde su independencia colonial en 1965 nunca tuvo una transición pacífica del poder y que hasta hace pocos días, Jammeh aseguró que la duradad de su «presencia está en manos de Dios» y que «sólo Dios» se la puede quitar. Este jueves el escenario revertió y si se confirma que acepta la derrota, se abre una puerta de esperanza en el país africano.
El ganador de los comicios es Adama Barrow, un hombre de negocios de 51 años que lideró la alianza con la que la oposición participó en la carrera presidencial. Según la Comisión Electoral, se impuso por un 45,5% de los votos (263.515), mientras que el candidato a la reelección se quedó con el 36,7% (212.099 votos).
Barrow, formado en Reino Unido aunque luego de graduarse regresó a Gambia, se comprometió durante su campaña a fijar un límite de dos mandatos presidenciales y a construir un gobierno de transición si ganaba las elecciones.
Jammeh acumulaba 22 años en el poder desde que en 1994 llevó a cabo un golpe de Estado en contra de Dauda Jawara, el dictador desde la independencia. Durante su presidencia aplicó mano dura con y control total de una sociedad empobrecida que obligó a muchos jóvenes a arriesgar sus vidas y a partir hacia Europa para encontrar un futuro mejor.
Un año atrás, el presidente declaró el país como república islámica con una estricta ley religiosa que atentó contra la laicidad proclamada en la Constitución. Jammeh lo justificó argumentando que el 90% de la población es musulmana y como un gesto para alejarse del pasado colonial del país.