La magestuosidad de Ludwing van Beethoven, contenida en su Novena Sinfonía (Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125), celebra este lunes 7 de mayo sus 194 años. Sirva la ocasión para repasar algunos aspectos destacados contenidos en la última y más importante de sus composiciones.
Uno: Estrenada diez años después de la Octava Sinfonía, el 7 de mayo de 1824 en el Kärntnertortheater de Viena (Austria), representó la última aparición pública del compositor alemán.
Dos: Marcó el acercamiento de la música académica a las clases populares y fue la primera sinfonía en incluir percusión y coro (en el cuarto movimiento). No era habitual su presencia en las orquestas. También fue un prescedente para la sinfonía coral que se popularizó durante el Romanticismo (siglo XIX y principios del XX).
Tres: Aborda la naturaleza, mitología y destino como tema. Conecta a partir de la alegría, tristeza, soledad y libertad que se cruzan compás a compás en la obra.
Cuatro: Marcó el final del clasicismo musical, acabando con la rigidez, para dar paso a las emociones y la desorganización.
Cinco: Desde 1972 su adaptación se utiliza como himno de la Unión Europea.
Seis: Su partitura original está inscrita en el Registro de la memoria del mundo, en la Unesco.
Siete: Simbolizando la libertad Beethoven utilizó para el cierre un poema de su amigo Friedrich Schiller, ligeramente modificado por motivos de ritmo y métrica y titulado el Himno de la alegría.
Ocho: Su duración sembró un hito en la música al comprender 74 minutos.
Nueve: Cuando la estrenó ya estaba sordo, así que para componerla se valió de los sonidos que recordaba en su cabeza.
Diez: Beethoven compuso 343 obras, la primera a los 11 años de edad. Entre ellas nueve sinfonías, una ópera y dos misas. 205 fueron conocidas y publicadas luego de su muerte.