Tokio produce el 90 % de estos compuestos necesarios para fabricar chips de memoria de los que Corea del Sur produce el 60 % mundial, por lo que el conflicto supone una amenaza para todo el mercado global de productos digitales
La disputa comercial que mantienen Japón y Corea del Sur amenaza con extenderse más allá de sus fronteras y convertirse en una amenaza para la industria tecnológica mundial, incluyendo el sector de la telefonía móvil.
La pugna entre las naciones asiáticas incluye restricciones, prohibiciones y boicot, las prácticas comunes que utiliza el presidente estadounidense Donald Trump para atacar a sus rivales económicos.
El pasado 1 de julio, Tokio anunció la necesidad de obtener licencias para exportar a Corea del Sur poliamida fluorada, resina fotosensible y fluoruro de hidrógeno, tres materiales claves que se emplean en la elaboración de pantallas para dispositivos móviles y circuitos integrados.
Si bien las restricciones no bloquean la venta de los materiales, establece que los exportadores japoneses deban adquirir licencias para vender estos productos a Corea del Sur, lo que podría causar demoras y obstrucciones en el suministro.
Japón produce el 90 % de estos compuestos necesarios para fabricar chips de memoria de los que Corea del Sur produce el 60 % mundial, por lo que aunque el conflicto sea regional, supone una amenaza para todo el mercado global de productos digitales.
Gigantes surcoreanos como Samsung y SK Hynix, que fabrican el 70 % de los chips de memoria y el 50 % de las memorias NAND, cuentan con inventarios suficientes de los materiales japonenses, pero es probable que comiencen a sentir las consecuencias de la medida dentro de uno o dos meses.
Este escenario despertó la ira del presidente surcoreano, Moon Jae-in, quien describió la situación como una «emergencia sin precedentes» para la economía de su país.
Una vieja disputa
Ambos países asiáticos comparten una historia complicada que incluye el dominio colonial de Japón sobre Corea desde 1910 hasta la derrota de Tokio en la Segunda Guerra Mundial, en 1945, lo que dejó heridas abiertas entre los surcoreanos.
Millones de hombres fueron obligados a realizar trabajos forzados para el lucro de las grandes empresas nacionales japonesas y miles de mujeres, conocidas por el eufemismo de “mujeres de confort” fueron tratadas como esclavas sexuales para satisfacer al ejército nipón.
A finales del 2018, una sentencia de la Corte Suprema de Corea del Sur estableció que los ciudadanos que lo desearan podrían solicitar reparaciones por estos daños.
La decisión judicial causó irritación en Japón, que indicó que el asunto quedó resuelto en 1965 con el Tratado de Relaciones Básicas, a través del cual ambos países restablecieron las relaciones diplomáticas, y que incluyó entre 500 y 800 millones de dólares en compensaciones a las víctimas por las atrocidades que cometieron los militares japoneses.
Sin embargo, Corea del Sur alegó que gran parte de ese monto no llegó a las personas damnificadas, sino que se invirtió en la industrialización del país. Por tal motivo, la Corte Suprema apoyó las demandas de ciudadanos coreanos contra un grupo de compañías niponas por esa esclavitud laboral y permitió congelar sus activos en Corea del Sur si rechazaban las compensaciones.
Las firmas japonesas, instruidas por el Gobierno, se negaron a cumplir la decisión judicial —que obligaba a pagar 89.000 dólares a cada demandante— y la Justicia surcoreana congeló y ordenó la venta de títulos de las compañías Nippon Steel y Mitsubishi Heavy Industries, entre otras.
Tokio explicó que las restricciones que introdujo sobre las exportaciones de materiales no tienen que ver con estas acciones, y que es una medida diseñada para limpiar los procedimientos de control de exportaciones.
Sin embargo, también amenazó a Corea del Sur con eliminarla de la lista de los 27 “países blancos” que reciben tratamiento preferencial en materia de comercio.
Japón nunca ha eliminado a ningún país de esa lista y Corea del Sur es el único asiático en ella, por lo que sería un movimiento sin precedentes.
Medidas al estilo Trump
La nueva guerra comercial también confirma el auge de las políticas proteccionistas y un ejemplo de países que utilizan el comercio como arma en batallas diplomáticas.
«Hay culpa para repartir en ambos lados», planteó Robert Dujarric, director del Instituto de Estudios Asiáticos Contemporáneos de la Universidad de Temple en Japón.
«El problema se remonta 50 años atrás. No es algo que acaba de llegar hoy», dijo citado por BBC Mundo.
Por su parte, el periodista español Jaime Santirso indicó que el presidente japonés, Shinzzo Abe, ha replicado las formas de Trump, “al emplear el comercio como arma en disputas políticas, una táctica legitimada por el mandatario estadounidense”
“Japón identifica productos coreanos que dependen de sus materias primas para convertir su cadena de producción en un látigo que golpea donde más duele. Exactamente lo mismo que Trump ha hecho con las empresas chinas ZTE y Huawei”, señaló en un artículo publicado por el diario El País.
Fracasan las negociaciones
Ni Japón ni Corea del Sur han querido ceder en sus posiciones por lo que al conflicto no se le ve una salida próxima.
Shinzo Abe y Moon Jae-in abandonaron la reciente cumbre del G20 celebrada en Osaka (Japón) sin haber llegado a un acuerdo. El pasado 12 de julio, funcionarios de ambos países celebraron una reunión de casi seis horas en un ambiente gélido y plagado de discusiones.
Este jueves, los cancilleres de Japón, Taro Kono, y de Corea del Sur, Kang Kyung Wha, se sentaron durante una hora al margen de las reuniones del Foro Regional de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean) celebrado en Tailandia, pero terminaron sin un consenso para poner fin a la confrontación bilateral.
Aunque los altos funcionarios diplomáticos se negaron a conversar con la prensa, trascendió que Kang instó a su par japonés a reconsiderar el endurecimiento de las restricciones por ir en contra de las normas establecidas por la Organización Mundial del Comercio (OMC).
El Gobierno japonés está considerando la posibilidad de elevar el caso a la Corte Internacional de Justicia si se diera el caso de que la OMC falle en su contra y activos de empresas nacionales en suelo surcoreano fueran expropiados.
Consecuencias de la guerra comercial
Las restricciones comerciales han creado un clima de hostilidad entre ambos países. Los políticos japoneses han elevado el tono de su discurso y retratan en público a Corea del Sur como un socio poco fiable.
Sectores de la población surcoreana han comenzado a organizar boicots a productos japoneses y, la semana pasada, un hombre se quemó vivo frente a la Embajada de Japón en Seúl a modo de protesta.
Hasta ahora, Corea del Sur es la más afectada por la guerra comercial. De hecho, el Instituto de Investigación Económica estima que una reducción del 30 % en los suministros reducirá el Producto Interno Bruto (PIB) de la nación asiática en un 2,2 %, que equivale a 35.000 millones de dólares.
«Es una vía verdaderamente peligrosa», porque cuando países como Japón empiezan a levantar barreras «podemos tener precios mayores y menos industrias viables en un país dado», advirtió el economista Phil Levy, citado por Actualidad RT.
“Las últimas restricciones golpearán duro a Corea de Sur y perturbarán su cadena de producción, ya que su industria principal depende en gran medida de estas importaciones japonesas. Para los productores de chips semiconductores en Corea del Sur será complicado encontrar una fuente alternativa de proveedores”, apuntó la analista Alicia García Herrero a El País.
Incluso, las cifras publicadas días atrás por el servicio aduanero surcoreano registran una aguda caída del 14 % en las exportaciones en los primeros 20 días del mes con respecto al mismo periodo del año pasado. Las ventas de chips semiconductores, en concreto, disminuyeron un 30 %, mientras que las importaciones desde Japón también se recortaron en un 15 %.
Temores de China y EE. UU.
La disputa entre Japón y Corea del Sur también tiene efectos sobre China, ya que sus empresas tecnológicas dependen en gran medida de la importación de productos intermedios desde Seúl.
“Si este país no puede cubrir su demanda, la única alternativa sería recurrir a artículos estadounidenses, algo que en el contexto actual incomoda y acentuaría una dependencia que China quiere superar por considerarla un punto débil”, explicó Santirso.
Por su parte, el Gobierno de EE. UU. está particularmente preocupado porque sus dos principales aliados en Asia deben renovar próximamente un acuerdo bilateral de inteligencia que permite intercambiar información sobre datos militares de la región.
El secretario de Estado, Mike Pompeo, ha asegurado que Washington hará todo lo posible para que los dos países salven sus diferencias.
«Los dos son buenos aliados nuestros. Trabajan de forma cercana con nosotros y participan en los esfuerzos para desnuclearizar Corea del Norte. Así que si podemos ayudarlos a encontrar un buen lugar para los dos vamos a hacerlo. Esto será importante para Estados Unidos», indicó el jefe de la diplomacia estadounidense.
Crisis tecnológica
Varios analistas han alertado sobre el riesgo que presenta la disputa comercial para los suministros de tecnología global.
«El efecto dominó en las cadenas de suministro de productos electrónicos regionales no se puede subestimar», dijo el economista Ma Tieying, quien señaló que las interrupciones en el suministro de materiales japonenses podría afectar a gigantes como Apple, Huawei y Sony, entre otros, en la producción de celulares, computadoras y televisores.
Recordó que Corea del Sur es actualmente el segundo fabricante mundial de semiconductores, y que las surcoreanas Samsung y LG Electronics controlan más del 90 % del mercado global de pantallas de diodos orgánicos emisores de luz (OLED).
Advirtió que cuanto más se prolongue la disputa, más grande será el impacto potencial.
El economista y experto en tecnología, Rajiv Biswas, coincidió y planteó que el precio de las memorias para celulares podría aumentar significativamente, debido a la incapacidad de los otros proveedores para satisfacer la demanda
De igual manera, alertó que si los controles de exportación de Japón se mantienen durante un período prolongado, «se podría interrumpir la cadena de suministro de productos electrónicos a nivel mundial«.