Este domingo el pueblo húngaro fue llamado a las urnas para votar el referendo convocado por el ultraderechista gobierno de Viktor Orbán, quien se opone al sistema de la Unión Europea para reubicar a 160.000 refugiados entre los 28 países comunitarios. A pesar de que la consulta no logró su validez tras no alcanzar la participación necesaria, varios miembros del Gobierno calificaron los resultados de «victoria abrumadora».
Hasta ahora Hungría no ha reubicado a ningún refugiado de su cuota de menos de 1.300 personas, ha impugnado la decisión de la UE ante el Tribunal de Luxemburgo y ha empleado una dura retórica contra los refugiados, a los que califica de «inmigrantes económicos» y los vincula con el aumento de la criminalidad y el terrorismo. El Gobierno húngaro considera que el plan europeo de reubicación viola su soberanía nacional, y que algunos «terroristas» podrían aprovecharlo para asentarse en el país. Orbán ha insistido en que Bruselas no tiene derecho a cambiar «la identidad cultural y religiosa de Europa» y considera su política migratoria «ingenua».
Los resultados de este domingo fueron muy claros ante la pregunta «¿Quiere que la Unión Europea disponga, sin el consentimiento del Parlamento (de Hungría), sobre el sentamiento obligatorio de ciudadanos no húngaros en Hungría?».
El 98,2% de los participantes votaron contra las cuotas de refugiados, mientras que el «sí» apenas alcanzó un vergonzoso 1,76%. Sin embargo sólo un 43,3% de los votantes participaron de la convocatoria, por debajo del umbral del 50% que determina la ley para que sea válido.
Por otro lado, el referendo y la campaña del Gobierno recibieron críticas en el interior y el exterior del país por criminalizar a los refugiados y relacionarlos con el terrorismo.
El Gobierno ordenó cerrar la frontera con Serbia por medio de una valla y quien la atraviese de manera ilegal podrá enfrentar penas entre tres y cinco años.