Este miércoles fue aprobada la ley que reconoce la unión civil entre homosexuales, un tema en el que Italia se encontraba en total retraso con respecto de varios países de la Unión Europea.
Aprobada por el Senado el 25 de febrero pasado y sometida a un voto de confianza en la Cámara de Diputados, la ley de uniones civiles obtuvo 369 votos a favor, 193 contrarios y 2 abstenciones.
La denominada ley Cirinná -por el nombre de su autora, la senadora Monica Cirinná, del Partido Democático (PD)-, tuvo que moderarse para lograr ser aprobada por el Parlamento. Después de los años de debate sobre la legislación, finalmente el texto no reconoce el derecho de adopción de los hijos naturales del otro miembro de la pareja, uno de los puntos más polémicos. Tampoco menciona el compromiso a la fidelidad de la pareja, para que la unión no pueda equipararse al matrimonio. Aunque garantiza a las parejas gay las mismas protecciones legales que actualmente tienen parejas casadas heterosexuales, como por ejemplo el derecho a recibir la pensión del compañero fallecido.
«Hoy es un día de fiesta», escribió en Facebook el primer ministro, Matteo Renzi, católico practicante pero un político pragmático, consciente de que se trataba de una asignatura pendiente y que finalmente se llenó un vacío legal. Hasta hoy Italia era uno de los pocos países de Europa que no tenía ninguna legislación sobre uniones civiles, homosexuales o heterosexuales.
Esta deuda tenía mucho que ver con la fuerte influencia de los sectores católicos y la ingerencia del Vaticano y de la Conferencia Epsicopal Italiana que en el pasado hicieron naufragar varios diseños de esta ley.
El pasado mes de julio, Italia había sido condenada por este tema por la Corte Europea de derechos humanos de Estrasburgo, que conminó al país a introducir el reconocimiento legal para las parejas del mismo sexo.