Junta Militar de Myanmar intensifica sus ataques aéreos mientras el país enfrenta la devastación del terremoto

Myanmar se encuentra atrapado en un ciclo de violencia y desastre natural, donde la respuesta humanitaria se ve opacada por el interés político y militar del régimen

Junta Militar de Myanmar intensifica sus ataques aéreos mientras el país enfrenta la devastación del terremoto

Autor: El Ciudadano México

Myanmar atraviesa una de las peores crisis humanitarias de su historia. A la tragedia causada por un devastador terremoto de magnitud 7.7, que dejó cerca de 1,700 muertos, se le suma la respuesta de la junta militar que, lejos de concentrarse en los esfuerzos de ayuda a las víctimas, ha intensificado sus ataques aéreos sobre aldeas y zonas civiles, en particular en las regiones controladas por grupos armados de resistencia.

Véase también: Llega equipo de rescate chino a Myanmar, tras catástrofe por terremoto de 7.7

En medio de esta catástrofe, uno de los movimientos de resistencia más antiguos del país, la Unión Nacional Karen (KNU), ha señalado la contradicción entre las necesidades humanitarias y las acciones militares del gobierno. Mientras las aldeas enfrentan el caos, los militares de la junta parecen enfocados en continuar sus ataques aéreos, una decisión que ha sido ampliamente criticada. La KNU, que lidera un ejército étnico en las regiones del sureste, expuso que, en circunstancias normales, las fuerzas militares deberían haber dado prioridad a los esfuerzos de socorro. Sin embargo, en lugar de desplegar recursos para aliviar la situación de los afectados, la junta sigue optando por el uso de la fuerza contra su propio pueblo.

El terremoto golpeó con fuerza un área en particular que estaba bajo control de la junta, lo que provocó que los daños fueran generalizados. Las autoridades, sin embargo, no respondieron a las denuncias de la KNU ni ofrecieron explicaciones públicas sobre sus ataques aéreos en pleno desastre. Este silencio ha alimentado aún más las críticas sobre la falta de una respuesta adecuada a la crisis.

Las imágenes de la destrucción tras el sismo muestran pueblos y ciudades enteras reducidas a escombros, con personas atrapadas bajo edificios colapsados y otras desplazadas. A pesar de la magnitud del desastre, los bombardeos con aviones y drones no cesaron en las zonas cercanas a las bases de la KNU, que luchan contra la junta desde el golpe de estado de 2021. Las autoridades militares no solo han ignorado las necesidades de los ciudadanos, sino que han continuado sus ataques aéreos, lo que ha dificultado aún más los esfuerzos de rescate en las áreas afectadas.

Mientras tanto, el Gobierno de Unidad Nacional (NUG), que agrupa a fuerzas opositoras del gobierno derrocado de Aung San Suu Kyi, anunció que sus milicias suspenderían cualquier acción ofensiva por dos semanas, en un intento por centrarse en la ayuda a las víctimas del terremoto. Esta decisión parece ser un esfuerzo por mostrar una imagen de unidad y solidaridad con el pueblo birmano, frente a la indiferencia y la violencia ejercida por la junta.

Así, Myanmar se encuentra atrapado en un ciclo de violencia y desastre natural, donde la respuesta humanitaria se ve opacada por el interés político y militar del régimen. La lucha entre los grupos armados y las fuerzas de la junta continúa, pero el sufrimiento de la población civil no entiende de bandos, y las consecuencias de esta guerra prolongada se hacen sentir con cada desastre natural, cada ataque aéreo y cada día de inestabilidad.

En este contexto, Myanmar vive una guerra dentro de una catástrofe, en la que los esfuerzos por reconstruir y ayudar a los afectados por el terremoto se ven constantemente saboteados por la misma maquinaria militar que ha sumido al país en un conflicto interminable.

Foto: El Ciudadano

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